4 reacciones emocionales que aumentan el riesgo de sufrir un infarto
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Dicen que no sufrimos por las cosas que nos pasan sino por cómo reaccionamos ante ellas. Por esto, puede que reaccionar de forma negativa tenga algunas consecuencias para nuestra salud, como el riesgo de sufrir un infarto.
Las emociones negativas, como el estrés y la ansiedad, acompañadas de hábitos poco saludables, podrían aumentar el riesgo de sufrir un infarto en personas que se ven expuestas de manera recurrente a ellas.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en países industrializados. A continuación, veremos qué papel desempeñan las reacciones emocionales en la salud del corazón.
1. Los ataques de ira pueden aumentar el riesgo de sufrir un infarto
Un estudio de Journal of the American College of Cardiology sugiere que, aunque hacen falta más investigaciones sobre el tema, podría existir un vínculo entre la ira y la hostilidad y las enfermedades coronarias.
También se destaca que el tratamiento de estas enfermedades podría involucrar un enfoque multidisciplinario, entre el cual se debería incluir ayuda psicológica para superar estas emociones negativas. Así, tal y como suele suceder en la pequeña y en la gran pantalla, una fuerte discusión podría ser la causante de un infarto.
De hecho, en un estudio de The Medical Journal of Australia, los psicólogos investigadores encontraron que muchas personas experimentaban síntomas como tensión muscular, pérdida de control y sensación de estar a punto de estallar antes del ataque.
Según el estudio, los principales desencadenantes de estos síntomas fueron:
- Discusiones con otras personas.
- Discusiones familiares.
- Problemas en el trabajo.
- Problemas de tráfico.
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2. La ansiedad, un factor precipitante
Durante un ataque de ansiedad se producen cambios fisiológicos que pueden aumentar el riesgo de sufrir un infarto de miocardio, lo que significa que se dispara el ritmo cardíaco y la presión arterial, y se incrementa la coagulación de la sangre.
Según un estudio publicado en Current Psychiatry Reports, los trastornos de ansiedad podrían influir de forma significativa en la salud cardiovascular, ya que estos están vinculados al inicio y progresión de la enfermedad. También sugiere que, en pacientes que no presentan ninguna afección cardiovascular, la ansiedad podría tener incidencia en el posterior desarrollo de esta.
3. La hostilidad, otro factor que influye
La hostilidad se presenta como una conducta agresiva que puede manifestarse en violencia verbal o física, lo que, en algunos casos, se asocia al inicio de la enfermedad.
Una publicación del Journal of The American Heart Association expone que la hostilidad podría influenciar la aparición de enfermedades cardiovasculares, sobre todo cuando se combina con malos hábitos, como el tabaquismo y la inactividad física. No obstante, son necesarias más evidencias para corroborarlo.
4. La depresión, factor que enferma el corazón
Tanto la ansiedad como la depresión traen consigo cambios fisiológicos que podrían perjudicar el funcionamiento normal del sistema nervioso e inmunitario. Asimismo, pueden afectar el ritmo cardíaco normal, lo que podría aumentar el riesgo de sufrir un infarto.
Un estudio de Frontiers in Psychiatry sugiere que, además de los factores más comunes como la hipertensión, la diabetes mellitus y el tabaquismo, la depresión y el estrés podrían ser factores que elevan el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares. Además, cuando la enfermedad coronaria se mezcla con los síntomas asociados a la depresión, estas dos condiciones empeoran.
Riesgo de sufrir un infarto: ¿qué debe quedar claro?
Las reacciones emocionales intensas no son condiciones necesarias ni suficientes para provocar un infarto u otro problema cardiovascular en una persona sana. Sin embargo, la acumulación de factores de riesgo como el sobrepeso, la arterioesclerosis, la hipertensión arterial, entre otros, pueden convertirlas en detonantes.
Para prevenir la enfermedad cardiovascular es necesario tener hábitos saludables tanto para la salud física como para la salud mental. Alimentarse correctamente o evitar el sedentarismo no son suficientes si, además, tenemos ataques de ira o ansiedad varias veces al día.
Si el estrés es un problema, podemos aprender a controlarlo con técnicas de relajación, o bien, buscar ayuda profesional si vemos que los síntomas son muy fuertes o no somos capaces de controlarlos.
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