Logo image
Logo image

¿Aceite de coco para el hígado graso?

5 minutos
Hace falta evidencia cientifica que respalde el uso del aceite de coco para tratar el hígado graso. Por lo tanto, es mejor evitarlo para evitar complicaciones de origen lipídico.
¿Aceite de coco para el hígado graso?
Maria Patricia Pinero Corredor

Revisado y aprobado por la nutricionista Maria Patricia Pinero Corredor

Escrito por Equipo Editorial
Última actualización: 06 enero, 2024

El aceite de coco es un producto que ha ganado gran popularidad en los últimos años, debido a que se le atribuyen diversos beneficios para la salud. Muchas personas lo han incorporado a sus dietas de adelgazamiento y otras, deciden probarlo para tratar afecciones de salud, como en casos de hígado graso.

Esto, porque existe la creencia que el aceite de coco puede ayudar a limpiar, desintoxicar y desinflamar el hígado, y así, tratar esta condición, llamada también esteatosis hepática. Esta es la acumulación excesiva de grasas en las células hepáticas que aparece como resultado del síndrome Metabólico, o por el consumo excesivo de alcohol.

Pero, ¿Qué hace el aceite de coco en el hígado y como ayuda a eliminar las grasas acumuladas en este? Veamos a continuación qué efectos tiene su consumo de aceite sobre el hígado y si es útil para ayudar a tratar la esteatosis hepática.

¿Cómo actúa el aceite de coco en el hígado?

El aceite de coco es un producto que se obtiene del procesamiento de la semilla de los cocos, fruto de la Cocos nucifera L. Está compuesto entre un 80 y 90 % por ácidos grasos saturados, como el ácido láurico, ácido mirístico y ácido palmítico.

Se ha extendido una creencia que recomienda el consumo diario de aceite de coco en ayunas, para tratar algunos problemas de salud, entre ellos, los de origen hepático. Esto, porque el aceite de coco parece tener propiedades hepatoprotectoras, antiinflamatorias y desintoxicantes, por los polifenoles presentes en su composición.

Con relación al efecto del aceite de coco en el hígado, una investigación detalla que el aceite de coco actúa sobre este órgano favoreciendo la eliminación de grasas y regenerando las células afectadas por esta condición. No obstante, este estudio fue realizado en roedores y con aceite de coco extra virgen, fermentado de la semilla de coco fresco.

¿El aceite de coco es bueno para el hígado graso?

Ahora bien, existen otras opiniones científicas al respecto que detallan que el consumo regular de aceite de coco no ejerce ningún efecto positivo comprobable sobre el hígado graso.

En una de ellas, se evaluó los efectos del aceite de coco sobre ratas con esteatosis hepática.  En este estudio, el aceite de coco no evitó el desarrollo del hígado graso, ni mejoró los niveles de grasa acumulada en este órgano. No obstante, se obtuvo un mejor perfil antioxidante en los roedores tratados con este aceite.

Por otro lado, una investigación que evaluó los efectos del aceite de coco en las complicaciones de la enfermedad hepática en ratas, no encontró ningún efecto protector significativo del aceite de coco sobre el hígado bajo esta condición.

En efecto, no existen estudios científicos que avalen la eficacia del consumo regular de aceite de coco en humanos para tratar enfermedades hepáticas, como es el caso hígado graso.

Lo que sí es cierto, es que por ser el aceite de coco una grasa saturada, lo ideal es no abusar de su consumo, especialmente en enfermedades de origen lipídico o cardiaco. Esto porque existe la posibilidad de que el aceite de coco aumente el colesterol LDL (conocido como colesterol malo) y desencadene otras complicaciones relacionadas.

¿Puedo tomar todos los días aceite de coco si tengo hígado graso?

En vista de que no hay evidencia en humanos que sustente sus beneficios sobre el hígado graso, lo mejor es limitar su consumo diario.

Al ser un producto rico en ácidos grasos saturados, se debe consumir con moderación, de manera ocasional y no regularmente. En este sentido, la recomendación de los especialistas es consumir menos del 10 % de calorías por día de grasas saturadas.

Por ello, si lo que deseas es cuidar tu salud y prevenir la acumulación de grasas en el organismo, debes elegir, en cambio, otro tipo de aceites de grasas no saturadas como el aceite de oliva, de canola o de girasol.

Hígado graso y el consumo de grasas saturadas

Lo ideal es mantener una dieta equilibrada si se padece de hígado graso, en la que se incluyan todos los grupos de alimento de forma moderada y de acuerdo a las necesidades del organismo.

El médico recomendará limitar el consumo de grasas y evitar algunos alimentos, teniendo en cuenta algunos aspectos como:

  • Busca reemplazar las grasas saturadas como las que se encuentran en el aceite de coco, por grasas insaturadas como el omega-3, que se encuentran en el pescado, frutos secos, aguacates, entre otros. Esto puede reducir su probabilidad de desarrollar enfermedades del corazón cuando se padece de hígado graso.
  • Evita el consumo excesivo de azúcar. Lo ideal es elegir alimentos con un índice glucémico bajo, como las frutas y los vegetales.
  • Evita alimentos con un índice glucémico alto, como el pan blanco, el arroz blanco y las papas.

No te excedas con el consumo de aceite de coco

La evidencia científica disponible es contradictoria y estudiada solo en roedores. Se necesitan estudios que evalúen los efectos del aceite de coco en humanos, en especial, del aceite de coco refinado, que es el que se consigue de manera habitual en los supermercados.

La mayoría de investigaciones que respaldan el uso de este aceite, utilizan aceite de coco extra virgen, o el aceite de coco MTC (aceite de triglicéridos de cadena media) que suele tener mejor absorción a nivel hepático.

Existen otras opciones naturales como infusiones de hierbas, que pueden utilizarse como tratamiento complementario para esta condición. En caso de sufrir de esteatosis hepática, lo indicado es seguir al pie de la letra las recomendaciones del especialista.


Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.



Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.