Aflatoxinas en los alimentos: lo que debes saber

Los alimentos pueden estar contaminados por tóxicos cuando no se mantienen una serie de condiciones higiénicas. En este caso, nos centraremos en las aflatoxinas.
Aflatoxinas en los alimentos: lo que debes saber
Saúl Sánchez Arias

Revisado y aprobado por el nutricionista Saúl Sánchez Arias.

Última actualización: 25 mayo, 2023

Las aflatoxinas son una serie de micotoxinas producidas por hongos que pueden poner en riesgo el estado de salud de manera alarmante. Son genotóxicas y cancerígenas, por lo que su ingesta ha de evitarse en cualquier situación. Sin embargo, se pueden llegar a encontrar en ciertos alimentos de consumo habitual, como es el caso de los cacahuetes, los frutos secos, el maíz, el arroz o los aceites vegetales.

Antes de comenzar, es clave destacar que la higiene alimentaria resulta determinante cuando el objetivo es mantener al organismo en buen estado de funcionalidad con el paso de los años. Existen ciertos tóxicos que pueden comprometer la eficiencia de la fisiología a nivel interno. También, podrían provocar alteraciones graves en el desarrollo del feto en el caso de las mujeres embarazadas.

Tipos de aflatoxinas

Lo primero que hay que entender es que existen diferentes tipos de aflatoxinas dependiendo de su procedencia. Se identificaron a día de hoy unos 20 tipos aproximadamente. De entre todos ellos, la más peligrosa es la B1, pues es muy tóxica e incrementa el riesgo de desarrollar cáncer.

Así lo evidencia una investigación publicada en la revista Toxins. Se trata de un elemento que podría pasar al bebé incluso a través de la leche materna, por lo que hay que tener especial cuidado en el caso del embarazo y la lactancia.

Receta de revuelto de champiñones y huevo
Las aflatoxinas pueden estar presentes en los alimentos y generar graves daños al organismo.

Además, existen otras aflatoxinas que también son capaces de generar daños graves sobre el organismo, sobre todo a nivel hepático. Entre las más frecuentes, destacan la aflatoxina B2, la G1 y la atoxina G2. En cualquier caso, hablamos de elementos muy pequeños en cuanto a tamaño, incluso inferior a las toxinas generadas por bacterias. Esto provoca que sean difíciles de detectar en análisis de alimentos convencionales.

Alimentos con mayor contenido en aflatoxinas

Es clave conocer los alimentos con mayor presencia de aflatoxinas en su interior, pues esto podría llevar a evitarlos en ciertas etapas de la vida. Normalmente, son los frutos secos, las semillas y las especias tropicales las más propensas a concentrar esta serie de tóxicos en su interior. El riesgo se incrementa cuando están contaminadas con mohos. De entre todos estos productos, podemos destacar el cacahuete como el más frecuentemente infectado.

No obstante, también cabe destacar la presencia de aflatoxinas en aquellos productos que no han sido correctamente conservados. Una mala práctica en cuanto a higiene alimentaria dispara los riesgos.

Por este motivo, conviene siempre almacenar los comestibles en lugares frescos y secos. La humedad y el calor suelen favorecer el desarrollo de los hongos, siendo estos los productores principales de los tóxicos comentados.

Hongos shiitake en un cesto.
Una mala conservación de los alimentos podría generar la aparición de diferentes aflatoxinas.

Incluso, podrían llegar a aparecer las aflatoxinas en productos envasados que han superado ya la fecha de caducidad. Es cierto que los aditivos alimentarios de tipo conservante reducen los riesgos, pero estos pueden seguir estando presentes si no se respetan las indicaciones del fabricante. De hecho, se ha demostrado que la aflatoxina B1 puede estar presente en muchos alimentos de consumo regular, siendo esto especialmente peligroso para la salud.



Aflatoxinas y salud hepática

Según hemos comentado, las aflatoxinas no solo pueden incrementar el riesgo de desarrollar cáncer, sino que generan también grandes daños sobre el tejido hepático. No obstante, algunos elementos propios de la fitoterapia podrían ayudar a revertir el proceso en caso de infección. Un ejemplo sería la curcumina, procedente de la cúrcuma. Así lo evidencia una investigación publicada en la revista Cancer Letters. 

Al fin y al cabo, cuando el tejido del hígado se daña se experimenta una situación de inflamación y de oxidación de forma crónica. Es importante aportar nutrientes o fitoquímicos capaces de revertir ambos procesos para conseguir estimular la reparación del órgano.

Afortunadamente, el hígado es uno de los elementos del cuerpo humano que se restaura con mayor velocidad. Si bien es cierto que la afectación puede ser grave, en muchos casos se resolverá de manera oportuna con el tratamiento adecuado.

Aun así, lo mejor es evitar la exposición a estos tóxicos para prevenir males mayores. Por medio de la dieta habitual, el hígado ya está sometido a una gran carga de trabajo. Suele tener que depurar compuestos tóxicos de manera frecuente, además de realizar otras muchas funciones determinantes a nivel metabólico. Cuanto menos se sobrecargue, mejor.

Aflatoxinas, elementos muy peligrosos para la salud

Como hemos visto, las aflatoxinas son compuestos muy peligrosos para la salud producidos por los hongos. Se pueden encontrar en varios alimentos de consumo habitual, por lo que conviene extremar las precauciones en cuanto a higiene alimentaria para prevenir contaminaciones que resulten fatales a medio plazo. Es determinante siempre seguir las instrucciones del fabricante en cuanto a la conservación de productos procesados.

Por último, cabe destacar que la ingesta de estos compuestos es especialmente preocupante en el caso de las personas mayores y de las mujeres embarazadas. Son considerados colectivos de riesgo, por lo que habrá que extremar las medidas de precaución para evitar daños que puedan condicionar de manera drástica la salud.


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