Amigdalitis aguda
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La amigdalitis aguda consiste en una infección, que puede ser tanto vírica como bacteriana, de las anginas o amígdalas, común a día de hoy. Estos son dos pequeños órganos de defensa en forma de almohadillas que se encuentran ubicados en la parte posterior de la garganta, una en cada lado.
La infección produce la inflamación de estos ganglios y, por tanto, ocasiona dolor en la garganta, fiebre y dificultades para deglutir los alimentos.
Como indica la literatura científica, afecta con más frecuencia a los niños y adolescentes, y puede transmitirse por contacto directo con saliva u objetos contaminados, o de manera indirecta a través del aire, por la tos y estornudos.
Aunque la infección suele causar molestias por un periodo de tres a cinco días, la mayoría de los pacientes pueden recuperarse por completo con o sin mediación. Solo un número reducido de casos presentan complicaciones graves, requiriendo la intervención médica de urgencia.
Causas de la amigdalitis aguda
La causa más común de la amigdalitis aguda es la infección vírica como adenovirus, virus gripales, virus parainfluenza, virus de Epstein-Barr, enterovirus, o virus del herpes simple. También puede producirse por la infección de bacterias, sobre todo en el caso de adolescentes y adultos. Las más comunes son las siguientes:
- Estreptococo pyogenes.
- Staphylococcus.
- Neumococos.
- Haemophilus.
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Factores de riesgo
Las amígdalas son la primera barrera de defensa que tiene el sistema inmunitario contra las bacterias y virus que ingresan a través de la boca. Debido a esta función, estos ganglios son susceptibles a inflamarse e infectarse. Algunos factores que aumentan el riesgo de padecer amigdalitis son los siguientes:
- Tener contacto directo con una persona infectada.
- Presentar un sistema inmunitario débil.
- Personas entre 5 y 15 años de edad.
Síntomas y diagnóstico de la amigdalitis aguda
Debido a la gran variedad de microorganismos que pueden causar la amigdalitis aguda, es difícil establecer con exactitud el periodo de incubación desde que la persona se infecta hasta que muestra síntomas contundentes. En general, un paciente con amigdalitis aguda experimenta:
- Glándulas sensibles y dilatadas (ganglios linfáticos) en el cuello.
- Dolor estomacal, en especial en los niños pequeños.
- Parches blancos o amarillos en las amígdalas, dificultad o dolor al deglutir los alimentos.
- Amígdalas rojas e inflamadas, cambios en el tono de la voz, rigidez en el cuello.
- Dolor de garganta, de cabeza, de oído, halitosis o fiebre.
El diagnóstico de la amigdalitis aguda se puede realizar con una muestra faríngea. Se trata de un examen médico que recoge las secreciones de la parte posterior de la garganta utilizando un hisopo estéril y alargado.
La muestra se analiza en la clínica o en un laboratorio para detectar bacterias estreptocócicas. Este procedimiento es indoloro, aunque puede producir un poco de náuseas cuando se introduce el hisopo en la garganta.
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Tratamiento de la amigdalitis
Para un adecuado tratamiento de la amigdalitis es importante saber si es de origen bacteriano o viral. Mientras que la amigdalitis aguda causada por bacterias se combate con antibióticos, la de origen viral debe tratarse con cuidados en el hogar.
Antibióticos
Si se determina que la amigdalitis está causada por una infección bacteriana, el médico recetará una serie de antibióticos. A menudo, se administra penicilina por vía oral, durante 8 o 10 días. Sin embargo, si el paciente es alérgico a este fármaco, el profesional buscará un antibiótico alternativo.
Cuidados en el hogar
Dado que la amigdalitis de origen viral no se trata con antibióticos, es importante tener en cuenta algunos cuidados en el hogar que permiten sobrellevar los síntomas y promover la recuperación. Por supuesto, estas medidas pueden aplicarse independientemente de la causa de la infección.
- Dormir bien, guardar reposo y humidificar el aire.
- Evitar el cigarrillo y su humo, preparar gárgaras con agua salada.
- Evitar la manipulación de químicos irritantes y emplear pastillas medicadas para el dolor de garganta.
- Ingerir abundante líquido para lubricar la garganta y evitar la deshidratación.
- Tratar el dolor y la fiebre (consultar al médico acerca del uso de ibuprofeno o paracetamol).
Cirugía
Del mismo modo, la cirugía para extirpar las amígdalas, amigdalectomía, es una medida que se toma cuando estos ganglios se inflaman de forma severa, comprometiendo la respiración y provocando trastornos como la apnea obstructiva de sueño.
También se realiza una amigdalectomía si la amigdalitis se vuelve crónica, causando complicaciones que no responden al tratamiento con antibióticos.
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