Amistad no correspondida o distanciada: signos y consejos
Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
“Es que nos conocemos de toda la vida, me conoce en mis peores momentos, me acompañó en mis peores estados”. Hablemos sobre la amistad no correspondida.
Sucede que, más de una vez, nos encontramos avalando comportamientos de nuestras amistades, aunque nos hacen daño. Cada quien tendrá su respuesta, pero esta pregunta sirve como disparador para repensar los vínculos de amistad.
Sobre los vínculos de amistad
Podríamos empezar este apartado citando la enorme cantidad de frases que existen sobre la amistad: “un amigo es…”. O bien, podríamos hacer referencia a los beneficios sobre la salud que implica cultivar buenos vínculos de amistad:
- Ayuda a reducir y manejar mejor los niveles de estrés.
- Contribuye a desarrollar la empatía y mejorar las relaciones interpersonales.
- Es fuente de apoyo.
- Nos permite tener otras visiones y autocrítica.
Sin embargo, también es cierto que la amistad es un vínculo entre personas; con todo lo bueno y lo malo que ello implica. Es decir, para que una relación sea sostenible en el tiempo, debe existir reciprocidad e interés mutuo.
Quizás esta es la punta del hilo que nos lleva a entender cuando estamos ante la presencia de una amistad no correspondida.
¿Qué es la amistad no correspondida o distanciada?
¿Cómo podemos darnos cuenta de una amistad no correspondida? Algunas de las señales son las siguientes:
- La balanza está “desbalanceada”: una de las personas se preocupa mucho, está pendiente y se interesa, mientras que del otro lado solo hay respuestas y no proactividad.
- Ya no hay un camino en común: hay momentos de la vida en que compartimos y pasamos mucho tiempo con alguien. Sin embargo, también sucede que a veces ese camino se diversifica. Esto puede hacer que se aflojen ciertos lazos y que ya no nos sintamos cómodos.
- El otro es egocéntrico: una amistad no correspondida también existe en aquellos casos en los que toda la relación gira en torno a una sola persona. Incluso, cuando la contraparte intenta compartir lo que le pasa, lo que recibe como respuesta es autorreferencial, del tipo “a mí me pasó que…”.
- No toma en serio lo que sientes: también ocurre que, cuando le decimos al otro cómo nos hace sentir el modo en que se comporta, lo invalida o minimiza. “Estás exagerando”. Por supuesto, nadie está exento de tener sus propias batallas a resolver; una amistad puede entender eso. Sin embargo, cuando esta situación es la regla y no la excepción, entonces el vínculo se torna incómodo e injusto.
Claves para afrontar una amistad no correspondida
La transformación de los vínculos puede ir acompañada de cierta angustia. Personas que fueron muy significativas ya no están. En este sentido, es importante permitirse poner límites y repensar la relación para que resulte saludable para todas las partes implicadas.
Algunas de las recomendaciones sobre una amistad no correspondida a tener en cuenta son las siguientes.
Dar lugar al duelo
Cualquiera sea el motivo por el cual nos distanciamos, hay que permitir que afloren las emociones del cambio. Quizás no se trate de que vamos a dejar de ser amigos, pero sí aceptar que compartimos menos cosas que antes.
Es necesario conectar con lo que sentimos y vivirlo. Rechazarlo o evitarlo solo posterga la situación y, muchas veces, la agranda.
Aceptar la idea de que la amistad es importante, pero no a cualquier costo
Tal como ya lo mencionamos, este tipo de vínculos es de enorme riqueza, pero también requiere los condimentos de cualquier otra relación: respeto, interés y cuidado.
Por más que se trate de nuestro amigo más fiel, tenemos que trabajar sobre nuestros pensamientos y excusas que nos dejan en un segundo plano y nos llevan a sostener relaciones perjudiciales. Quizás lleguemos a temas más profundos, como la inseguridad, la autoestima, la falta de límites y ciertos temores a quedarnos solos.
Es necesario romper con algunas ideas muy naturalizadas, pero que nos ocasionan malestar.
Sincerar expectativas
En todo vínculo es necesario tener claridad respecto a qué buscamos allí y qué podemos esperar. Antes de dar por finalizada una relación o de hacer un juicio tajante sobre ella, debemos hablar y calibrar las expectativas.
Conversar con tu amigo puede dar lugar a consensos y puntos intermedios, sin que eso implique poner un punto final. En otros casos, dialogar para tener una buena conclusión también puede resultar reparador. Elegimos cómo será y no lo dejamos librado al azar.
Las amistades también viven cambios
Allí donde queremos ir corriendo a contar las buenas y las malas noticias es la amistad. Esta es una premisa que sirve como brújula y que nos orienta respecto a la calidad de nuestros vínculos y por cuáles vale la pena esforzarse.
Está claro que nada indica que la relación será perfecta. Por el contrario, también se trata de aceptarnos en las semejanzas y en las diferencias. Pero lo cierto es que un vínculo de amistad tiene que ser un sitio seguro, un refugio al que siempre queremos volver.
Cada etapa de la vida presentará sus propias demandas y hay algunas relaciones que podrán adaptarse y cobrar otra forma. Quizás, la intensidad de una amistad en la adolescencia tenga que transmutar a un café de paso durante la ajetreada vida adulta. Lo importante es que existan esas ganas de estar en compañía y que no se convierta en una carga.
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- Bohórquez López, C. & Rodríguez-Cárdenas, D. E. (2014). Percepción de amistad en adolescentes: el papel de las redes sociales. Revista Colombiana de Psicología, 23(2), 325-338. doi: 10.15446/rcp.v23n2.37359.
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