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Al igual que otras enfermedades crónico-degenerativas, el cáncer afecta emocionalmente a los pacientes de forma muy significativa. En este artículo te explicamos los motivos.
El cáncer es una de las enfermedades con más prevalencia en el mundo. Solo en 2018 se diagnosticaron 18,1 millones de nuevos casos. Además, se estima que el número de pacientes va a continuar creciendo en las próximas décadas hasta alcanzar los 29,5 millones de nuevos diagnósticos en el año 2040.
Aunque las causas del cáncer son multifactoriales —origen genético, infecciones, radiaciones o exposición a carcinógenos químicos—, hay un alto porcentaje de casos debidos al estilo de vida.
Por lo anterior, el tabaco, el alcohol, el sedentarismo, el estrés crónico, la obesidad y la alimentación inadecuada, son factores que directa o indirectamente incrementan el riesgo de desarrollar un tumor maligno.
Como cualquier otra enfermedad que se desarrolla a lo largo del tiempo y cuya tasa de mortalidad es alta, el cáncer afecta a nivel emocional de forma muy profunda.
Ante un diagnóstico de malignidad, los sujetos reaccionan de formas muy diversas en función de su personalidad y del significado que tenga el cáncer para ellos. Según Moorey y Greer (1989), los pacientes responden según su propio estilo de ajuste. Los cinco principales son:
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Al igual que los pacientes pasan por diferentes fases de la enfermedad física, sus pensamientos, sentimientos y emociones también evolucionan y se adaptan a cada etapa.
Así, será muy diferente si el enfermo responde al tratamiento y hay una curación, si hay una remisión parcial, si se presenta una recaída, si el sujeto presenta metástasis o si está en fase terminal.
Por lo tanto, la personalidad previa del paciente más el estadio del cáncer en que se encuentre, determinarán en gran medida el ajuste psicológico de la persona.
La ansiedad y la depresión son las reacciones psicológicas más frecuentes en los pacientes de cáncer.
Según diversos estudios, la prevalencia de depresión puede variar entre un 4 % y un 58 % de los pacientes, según el tipo de población estudiada y el estadio en el que se encuentren los pacientes.
La media se encuentra alrededor de un 40 %, un porcentaje muy elevado respecto a la población general, que ronda el 3-5 % de media en Europa.
Un cuadro depresivo puede hacer que el paciente controle peor los síntomas de la enfermedad y rechace el tratamiento con más frecuencia.
Por ello, es importante que el entorno esté familiarizado con la sintomatología depresiva y mantenga una comunicación directa con el psicooncólogo o persona que de apoyo emocional al enfermo.
El cáncer puede provocar no pocas situaciones en las que los pacientes sientan nerviosismo, incluso un miedo intenso. Algunos de los motivos más frecuentes son:
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El índice de supervivencia del cáncer ha mejorado en los últimos años en muchas de sus tipologías, pero aun así continúa siendo una enfermedad mortal para muchos pacientes.
A menudo, familiares y allegados nos centramos más en los resultados de analíticas o biopsias, y dejamos en un segundo plano el estado emocional del enfermo. Sin embargo, los estudios muestran que el paciente puede estar sufriendo de forma muy significativa.
Por ese motivo, es clave que la familia y personas más cercanas aprendan a facilitar un apoyo emocional al enfermo, sea a través de formación específica, consultando con un terapeuta o con un especialista en psicooncología.