Coccidioidomicosis o fiebre de San Joaquín
La coccidioidomicosis es una infección sistémica causada por unos hongos llamados Coccidioides. Estos pertenecen a la especie de los dimórficos. Esta enfermedad también recibe el nombre de fiebre del valle o fiebre de San Joaquín.
Se le llama fiebre de San Joaquín o del valle, porque los hongos Coccidoides immitis se encuentran exclusivamente en el Valle de San Joaquín. Esta es una zona que se encuentra al sur de California, EE.UU.
Por su parte, la variedad Coccidioides posadasii, que también da origen a la coccidioidomicosis, está presente en los suelos áridos y semiáridos de América Central y del Sur. Durante la etapa seca, los hongos crecen y se revitalizan. Durante la época lluviosa, las esporas se diseminan.
Aspectos generales de la coccidioidomicosis
La principal característica de la coccidioidomicosisis es que genera pequeños nódulos en el pulmón. Estos se diseminan y atacan a los huesos, el sistema nervioso central o la piel. De hecho, pueden atacar cualquier órgano del cuerpo humano.
Los hongos que provocan la enfermedad generalmente son subterráneos. Se encuentran a 20 o 25 centímetros de la superficie. Es muy usual que estén presentes en cuevas y sitios similares.
Sin embargo, cuando hay fuertes vientos o se hacen labores de labranza, las esporas se diseminan por el aire.
Los factores de riesgo para contraer la infección son:
- Trabajar en alguna actividad que exponga al polvo del suelo.
- Pertenecer al grupo étnico afroamericano o asiático.
- Tener debilitado el sistema inmunológico.
- Estar en el tercer trimestre de gestación.
- Vivir en una zona endémica.
- Ser mayor de 60 años.
En Arizona y el norte de México existe un mayor riesgo de infección entre junio y julio, y octubre y noviembre. En California, el riesgo está presente desde junio hasta noviembre por igual.
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Formas clínicas
La coccidioidomicosis generalmente se adquiere por inhalación de las esporas. Por lo tanto, los pulmones son casi siempre el foco inicial de la infección. En ese caso, los síntomas más frecuentes son:
- Tos
- Fiebre y escalofríos
- Dolores de cabeza y musculares
- Rigidez en el cuello o en los hombros
- Sudores nocturnos
Algunas veces los hongos entran en el cuerpo por la piel, debido a alguna herida. Hasta un 60 % de los infectados no presentan síntomas. Un 30% tienen síntomas leves o moderados y entre un 5-10 % muestran síntomas severos. Solo en el 1 % de los casos la enfermedad es letal
A veces, aparecen síntomas en la piel, después de algunos meses de haber contraído la coccidioidomicosis. Estos incluyen pápulas, úlceras, placas verrugosas y nódulos.
Estas lesiones pueden ser únicas o múltiples. También hay casos en los que la enfermedad se disemina a los huesos y originan molestias en los mismos.
Si la coccidioidomicosis afecta el sistema nervioso central, da origen a meningitis o inflamación de las meninges. Esta es la modalidad más grave de la enfermedad. Si no se trata adecuadamente y a tiempo, en el 90% de los casos ocasiona la muerte del paciente.
Diagnóstico de la enfermedad
La coccidioidomicosis se diagnostica a partir de pruebas clínicas, de laboratorio e imagenológicas.
Aunque no se han establecido unos patrones definidos, las pruebas son el principal elemento de orientación. Solo se practican si el paciente vive o ha viajado a alguna de las zonas endémicas.
Así, las principales pruebas son:
- Toma de muestras de tejidos infectados. Pueden ser esputos o líquido cefalorraquídeo. Al examinarlos bajo microscopio revelan la presencia de los hongos o de las esférulas micóticas, productos de este.
- Pruebas serológicas. Revelan la presencia de anticuerpos generados contra el hongo. Más de la tercera parte de quienes padecen coccidioidomicosis arrojan negativo en la prueba serológica.
- Prueba cutánea. No es muy confiable ya que cualquier persona expuesta alguna vez al hongo arroja positivo por toda la vida, aunque no esté infectada.
- Radiografías toráxicas. Revelan las cavidades pulmonares ocasionadas por la coccidioidomicosis. Son pruebas relativamente confiables.
Las personas sometidas a tratamiento, por lo general sanan. Sin embargo, los hongos suelen persistir por varios años, lo cual implica tratamientos bastante extensos en el tiempo.
En los casos graves de coccidioidomicosis pulmonar, será necesario recurrir a la cirugía para reparar las cavidades pulmonares.
En muchos casos también son necesarios los drenajes quirúrgicos de los abscesos en huesos y articulaciones.
Además, cuando la enfermedad ataca el sistema nervioso central y causa meningitis, el desenlace suele ser imprevisible.