¿Comer piel de cerdo puede ser riesgoso para el organismo?

La piel de cerdo contiene grasas y proteínas de alto valor biológico, pero suele consumirse frita, lo que incrementa el porcentaje de lípidos trans del producto final.
¿Comer piel de cerdo puede ser riesgoso para el organismo?
Saúl Sánchez Arias

Escrito y verificado por el nutricionista Saúl Sánchez Arias.

Última actualización: 25 mayo, 2023

La piel de cerdo es un alimento que se consume con frecuencia en muchos pueblos del ámbito rural. Si bien es cierto que su ingesta en las ciudades no es habitual, se trata de un producto que cuenta con un valor nutricional interesante. También es común encontrarlo en mercados orientales, en los que supone un gran manjar.

Lo que está claro es que del cerdo se aprovecha prácticamente todo. Dependiendo de la cultura, es más frecuente el consumo de unas partes u otras, pero hasta las vísceras son plausibles de alimentación humana. Aunque hay que destacar que no todos los elementos de este animal gozan de la misma calidad.

¿Cómo se prepara la piel de cerdo?

La piel de cerdo se suele cocinar frita. Lo más habitual es prepararla en una olla con mantequilla y dejar que se dore hasta formar una corteza crujiente. Para muchos, estos supone un manjar y se conoce como chicarrón o corteza de cerdo desde el punto de vista culinario.

Una vez preparados los chicharrones se pueden servir como plato único o acompañar a otro tipo de elaboraciones. Se consumen como entrantes, aunque también pueden desempeñar la función de alimento para ingerir entre horas. Eso sí, cuentan con una densidad energética elevada.

Valores nutricionales

Como comentamos, debido al método de cocción a la que se somete la piel de cerdo, dicho alimento destaca por su aporte calórico. Por cada 100 gramos de producto se consumen 544 kilocalorías.

Hay que tener cuidado con este aspecto, ya que un desequilibrio en el balance energético genera un aumento de peso, algo que ha demostrado condicionar de manera negativa la salud general.

Desde el punto de vista de los macronutrientes, la piel del cerdo cuenta con una concentración de grasas significativa, presentando 31 gramos por cada 100 gramos de alimento. Asimismo, el aporte de proteínas también es importante, con 61 gramos de alto valor biológico.

En lo que a micronutrientes se refiere, cabe destacar el contenido en vitaminas A y B de la piel de cerdo. También la concentración en calcio, magnesio y hierro.

Animal del que se extraerá piel de cerdo.
La piel de cerdo se usa en gastronomía para preparar chicharrón, un producto de alto valor energético.

Posibles beneficios para la salud de la piel de cerdo

Vamos a comentar los posibles beneficios para la salud derivados del consumo de la piel de cerdo, así como la posición de la ciencia al respecto.

Menor riesgo de desarrollar anemia

La anemia es una patología que puede estar condicionada por la deficiencia de hierro, generando así una situación de cansancio crónico, motivada por un aporte ineficiente de oxígeno a nivel celular.

El consumo regular del mineral consigue reducir el riesgo de desarrollar la patología, tal y como afirma un estudio publicado en The Medical Clinics of North America.

Mayor salud muscular

Las proteínas que aporta la piel de cerdo son de elevado valor biológico y cuentan con una buena puntuación en cuanto a digestibilidad. Ambas condiciones garantizan su calidad, por lo que resultan útiles para salvaguardar la adecuada salud muscular y del tejido magro.

De este modo, la ingesta de la piel de cerdo puede contribuir a desarrollar procesos de hipertrofia o a reparar los músculos.

Posibles riesgos

El mayor riesgo de la presencia en la dieta de la piel de cerdo tiene que ver con su modo de cocción. Si bien la ingesta de grasas saturadas y de colesterol dietético no supone un problema relevante para la salud, no sucede lo mismo con los lípidos de tipo trans.

Hay que tener en cuenta que se consume casi siempre frita, lo que provoca un cambio en la disposición espacial de las grasas, pasando de configuración cis a trans. De acuerdo con una investigación publicada en la revista Diabetes & Metabolic Syndrome , la ingesta regular de dichos nutrientes se asocia con un mayor riesgo de desarrollar patologías crónicas, debido a la capacidad de estos ácidos grasos de incrementar los procesos inflamatorios.

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Popularidad en la dieta keto

Es cierto que la piel de cerdo es un alimento que cuenta con una presencia habitual en muchos tipos de dietas cetogénicas. Esto se debe a su elevada densidad nutricional.

Es capaz de aportar proteínas de alto valor biológico en grandes cantidades, así como lípidos monoinsaturados y micronutrientes esenciales.

Su configuración provoca que sea un producto que genera saciedad con facilidad, por lo que puede ayudar a incrementar la adherencia a diversos tipos de alimentación. No obstante, su consumo no está libre de riesgos, sobre todo a mediano plazo y vinculados con el método de cocción.

Piel de cerdo en la dieta keto.
La dieta cetogénica, conocida como keto, incluye la piel de cerdo para generar saciedad y aportar proteínas de alto valor biológico.

¿Cómo se recomienda comer la piel de cerdo?

Si bien la fritura de la piel de cerdo no resulta recomendable, hay otros métodos de cocción alternativos que generan una mayor seguridad. Estamos hablando, por ejemplo, del cocinado con agua.

Es cierto que así no se desarrollará una superficie crujiente y más grasienta, pero resulta mucho más adecuada para el organismo. También es posible encontrar ciertas recetas que buscan estofar este producto o cocinarlo a baja temperatura, obteniendo un plato de mucha mayor calidad.

Piel de cerdo: un alimento con elevada densidad nutricional

Como has visto, la piel de cerdo es un alimento de consumo muy frecuente en ciertas poblaciones, a pesar de que su presencia en la dieta de los habitantes de ciudades occidentales no sea habitual. Se trata de un producto que cuenta con una elevada densidad nutricional, aportando proteínas de alto valor biológico y grasas.

De todos modos, para sacarle el máximo partido a nivel de salud es mejor optar por un método de cocción poco agresivo, diferente a la fritura. Así se conseguirá disfrutar de un plato final con un menor porcentaje de ácidos grasos de tipo trans.


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