Cómo saber si tu pareja tiene «mamitis» y cómo afrontarlo
Revisado y aprobado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales
¿Alguna vez has sentido que tu pareja está demasiado apegada a su madre? Resulta que le consulta todo y le hace caso siempre, incluso en temas que le competen solo a la pareja.
Si es así, es posible que tu pareja tenga «mamitis», un término coloquial que se usa para describir la dependencia emocional excesiva de un adulto hacia su madre. No es una enfermedad ni un trastorno psicológico, sino una forma de relación disfuncional que puede afectar a la vida personal y profesional de las parejas.
¿Qué es la «mamitis»?
Es el resultado de una crianza sobreprotectora, en la que la madre asume el rol de cuidadora, sin dejar espacio para desarrollar su autonomía, su autoestima y su capacidad de tomar decisiones.
Esto genera una relación de dependencia mutua, en la que el hijo se siente incapaz de vivir sin el apoyo y la aprobación de su madre. Así, la madre se torna imprescindible y es necesitada.
Si bien no hay datos oficiales, algunos profesionales señalan que la «mamitis» suele darse más en los varones que en las mujeres, debido a los roles de género tradicionales que asignan a la madre la función de cuidar y mimar a su hijo, y al padre la función de educar y disciplinar.
¿Cómo se manifiesta?
El apego maternal extremo se refiere a una conexión íntima hacia la madre, con cierta ausencia de desarrollo emocional, de autonomía en la toma de decisiones y retos al formar relaciones con otros. Esta dependencia se manifiesta en comportamientos como consultar a la madre sobre decisiones, permitir que intervenga en asuntos personales y profesionales, y priorizar las opiniones y deseos de la madre por encima de los de la pareja.
Las personas con «mamitis» tienden a defender a su madre en cualquier situación. Incluso, cuando no tiene razón. Algo habitual es cancelar compromisos para atender las demandas.
¿Qué factores influyen en la «mamitis»?
La «mamitis» no surge de la nada, sino que tiene una serie de causas y factores que la favorecen o la mantienen:
- Educación recibida: cuando tu pareja proviene de un entorno familiar donde su madre ejerció un rol protector, ofreciendo escasas oportunidades para desarrollar cierta autonomía, es más común. A su vez, en algunas dinámicas, como un padre que se mantuvo en segundo plano, hacen más viable la situación.
- Personalidad de tu pareja: una persona con una personalidad insegura, que experimenta problemas de autoestima, falta de confianza en sí misma y dificultades para enfrentar desafíos, será más susceptible.
- Personalidad de tu suegra: una madre de personalidad posesiva puede llevar a un vínculo de dependencia con su hijo. Esto podría hacer que tu pareja se sienta culpable o egoísta al intentar establecer límites o llevar una vida independiente.
¿Qué consecuencias tiene para la relación de pareja?
La «mamitis» puede dar lugar a una falta de intimidad y confianza en la relación. Si tu pareja comparte detalles de su vida o permite que su madre se involucre en asuntos privados, es probable que te sientas desconfiada.
También genera problemas de comunicación y de toma de decisiones en la relación. Puede dificultar la capacidad de llegar a acuerdos, ya que se habilita una dinámica en donde personas ajenas a la relación emiten juicios y opiniones.
Da parte a la falta de armonía y estabilidad en la relación. Mantener un trato cordial y pacífico con tu suegra puede volverse un desafío, porque sientes que se interpone entre tú y tu pareja.
¿Cómo afrontar y prevenir la «mamitis»?
Observa cómo se relaciona tu pareja con su madre, cómo se comunican, cómo te trata tu suegra y cómo respeta tu espacio. Esto te ayudará a identificar señales y tomar decisiones sobre la relación.
Para afrontarlo se deben comunicar los sentimientos, haciéndolo de forma empática y sin culpar. La comunicación abierta es esencial para abordar las raíces de la dependencia.
Comunica tus expectativas y límites a tu pareja, dejándole saber qué esperas de la relación y qué estás dispuesto a tolerar. También es importante que mantengas límites con tu suegra, comunicándole el papel que deseas que tenga en vuestra relación.
Establecer límites, tanto con tu pareja como con tu suegra, definiendo qué comportamientos son aceptables, es el camino. Por ejemplo, puede ser útil discutir la frecuencia de las visitas, así como el tipo de información que se comparte.
Si consideras que la «mamitis» está afectando de alguna manera la relación, debes acudir a ayuda profesional. Un terapeuta contribuirá a identificar las consecuencias y dará estrategias para superarla.
Anima al otro a tener sus propios proyectos e intereses, a relacionarse con más personas, además de su madre, y a tomar decisiones sin depender de su opinión. Fomenta la confianza en sí mismo, mostrándole tu apoyo y valoración.
Cuida la relación con tu pareja. Dedica tiempo y atención, comparte momentos de calidad y muestra interés genuino por sus preocupaciones. Haz que tu pareja se sienta amada, fortaleciendo el vínculo.
Un problema que tiene solución
La «mamitis» plantea desafíos en las relaciones de pareja. Es indudable que trae tensiones, desencuentros y sentimientos incómodos.
Con paciencia, diálogo y respeto, puedes brindar apoyo a tu pareja para que la supere y alcance un mayor grado de independencia y madurez. Por supuesto, no se trata de competir con la madre no, mucho menos, de enemistarte con ella.
El objetivo es que tu pareja pueda trabajar sobre su autonomía, manteniendo una relación saludable y equilibrada con su madre. No olvides que el amor tiene una fuerza que supera cualquier dependencia.
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