Consejos para ayudar a quien tiene pensamientos suicidas
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
Los pensamientos suicidas no aparecen de un día para otro. Más bien, son el resultado de un largo proceso. Lamentablemente, muchas veces dicho proceso pasa desapercibido.
Y es que la depresión no siempre tiene manifestaciones tan evidentes. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada 40 segundos se suicida una persona.
Tanto es así que esta es una de las causas frecuentes de muerte entre personas de 15 a 44 años. Afecta más a hombres que a mujeres. En cualquier caso, lo más importante es la prevención. Se debe estar atento a las señales de depresión. También detectar las señales de que se están incubando pensamientos suicidas. Y es que una intervención a tiempo puede resultar decisiva.
Señales de que algo anda mal
El suicidio es más común entre personas jóvenes y ancianos. Por lo general, se trata de personas sin pareja y con pocas relaciones de amistad. Es común que los pensamientos suicidas aparezcan después de una pérdida afectiva.Además de lo anterior, hay que estar atentos a algunas señales que denotan la aparición de pensamientos suicidas.
Las más habituales son las siguientes:
- Desgana para comer y pérdida de apetito
- Descuido en la apariencia personal
- Dormir durante demasiadas horas
- Tener etapas de insomnio severo
- Aislamiento y rechazo a la compañía
- Tristeza o irritabilidad frecuentes
- Decir frases como “me quiero morir” o “la vida no vale la pena”
- Falta de interés por todo
- Consumo frecuente de alcohol u otras drogas
También hay casos de depresión encubierta. Los síntomas son muy sutiles y no son fáciles de detectar. En esos casos, lo usual es que se muestren evasivos cuando se les pregunta sobre su vida personal. También puede haber una obsesión por estar ocupados todo el tiempo o por reír a toda hora.
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La soledad incuba pensamientos suicidas
Si alguien está comenzando a incubar pensamientos suicidas, lo más importante es no dejarlo solo. La soledad no resulta positiva ante la aparición de estos pensamientos. También contribuye a que se pierdan de vista las soluciones al problema.
La persona suicida, progresivamente, empieza a cerrar las puertas de su vida a todo. No suele querer conversar con nadie. Tampoco quiere salir y cada vez le resulta más difícil mantener una rutina. No es fácil, pero lo que se debe hacer es intentar hablar con esa persona.
Lo habitual es que rechace cualquier conversación. Por eso es necesario ser sutil y no atosigar con consejos o señales de preocupación y angustia. Más bien, de lo que se trata es de impedir que se aísle cada vez más.
Ayudar a alguien con pensamientos suicidas
Cuando una persona comienza a expresar que preferiría morir siempre se debe tomar en serio. Ese tipo de expresiones no surgen porque sí, especialmente si son recurrentes. En esos casos, siempre hay que actuar.
Las acciones para prevenir que se pueden llevar a cabo con una persona que tiene pensamientos suicidas son las siguientes:
- Es importante preguntarle amablemente a esa persona sobre lo que siente. Y, sobre todo, escuchar comprensivamente todo lo que diga.
- No juzgar. Esto es decisivo. Nada de lo que diga esa persona debe ser objeto de juicio. De lo contrario, se reprimirá a la hora de decir lo que siente.
- Referirse al tema directamente. Siempre es mejor abordar el tema sin rodeos. Preguntar si ha pensado en suicidarse y respetar lo que responda.
- No entrar en pánico. Lo que la otra persona necesita es un apoyo sólido, no un problema adicional. Hay que mantener la serenidad y la mesura.
- Ayudar a visualizar los efectos del suicidio. Es bueno preguntarle a esa persona cuál cree que sería el efecto de un suicidio en sus seres queridos.
- Hablar acerca del problema o la pérdida. Así, más que encontrar soluciones, lo importante es permitir que esa persona manifieste lo que siente.
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Otro punto de vista siempre ayuda
Lo ideal es ayudarle a encontrar una nueva perspectiva para abordar el problema o la pérdida.
- Hacer hincapié en lo positivo. Preguntarle a la persona sobre lo positivo que todavía pueda quedar en su vida. Indagar qué le ha impedido cometer suicidio hasta ahora.
- No dejar sola a la persona.
- Animarle a pedir ayuda. Este tipo de conductas deben ser abordadas por un profesional. Sin presionar, se debe motivar al otro para que acuda a un psicólogo o un psiquiatra.
Si se detecta que la persona es completamente reacia a recibir ayuda y muestra signos de descontrol, es hora de actuar. Se debe alertar al servicio de urgencias, o a los familiares más cercanos para que intervengan. Nunca se debe optar por la pasividad o por “esperar a ver qué sucede”. Una vida está en juego.
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