El origen del cáncer: de la célula normal a la célula maligna
Actualmente hay cientos de investigaciones en todo el mundo, relacionadas con el origen del cáncer. Si bien ya se han logrado dilucidar los mecanismos básicos del fenómeno, todavía hay muchas preguntas que no han hallado respuesta.
Todavía no existe una respuesta definitiva para la pregunta de por qué una célula normal se transforma en una célula maligna. Tampoco se conocen del todo los mecanismos que operan en la génesis y el desarrollo de un tumor canceroso.
Es claro que las células normales se hallan expuestas a múltiples factores que eventualmente las alteran Entre estos factores están los contaminantes, los rayos ultravioleta, los virus, e incluso el azar. Pero aún no se logra precisar con exactitud cómo todo ello se conjuga para generar el cáncer.
El funcionamiento normal de una célula
Como todos lo sabemos, el cuerpo humano está compuesto por millones de células, que son la unidad básica de la vida. Estas células tienen un núcleo y una pared celular que las separa de su entorno. Dentro del núcleo está el ADN, el cual contiene la información genética.
En condiciones normales, las células se dividen para dar origen a nuevas células. Esto con el fin de permitir el crecimiento y desarrollo del organismo, y de generar y regenerar tejidos. La división crea células exactamente iguales a las anteriores, con la misma composición y las mismas funciones.
El crecimiento de las células normales es limitado. Esto quiere decir que solo crecen hasta el punto en que se requiere. Así mismo, las células normales permanecen dentro de la zona que les corresponde. O sea, las células de los riñones se forman y crecen en los riñones y no en el hígado, por ejemplo.
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La aparición de células malignas
En algunas ocasiones surgen mutaciones en los genes que regulan la división celular. También pueden presentarse cambios en el cúmulo de proteínas que conforman la célula. Esto lleva a que una célula normal se transforme en una célula cancerosa.
Tales modificaciones hacen que las células se dividan más rápidamente y se acumulen en exceso. Esta acumulación va formando un bulto dentro del órgano afectado. A veces esas células defectuosas son eliminadas en los ganglios linfáticos o mueren por sí solas. Otras veces siguen con vida y acumulándose.
Las células normales permanecen dentro de la zona que les corresponde. Si son musculares, se mantienen en los músculos. Las células cancerosas no respetan estas zonas. Su crecimiento es desordenado y no mantienen su diferenciación.
Cada tipo de células tiene su propio ritmo de crecimiento, el cual está determinado por el ADN. Por ejemplo, las células del intestino se renuevan cada dos semanas, mientras que las de la sangre lo hacen cada tres meses. Las células cancerosas son incapaces de realizar la función que le corresponde a cada tejido.
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Las células malignas y el cáncer
Las células malignas tienen un aspecto diferente al de las células normales. Crecen muy rápidamente y al amontonarse bloquean o presionan a algún órgano, impidiéndole que funcione adecuadamente. Son invasivas porque no se mantienen en el espacio originario donde se forman.
Las células malignas tienden a migrar hacia otras zonas del cuerpo, a través de la sangre o la linfa. Por lo general, cuando estas células se separan y circulan por el organismo son atacadas por el propio cuerpo.
Si logran sobrevivir a esos ataques pueden dar lugar a un nuevo crecimiento, en una zona distinta. Es lo que se llama metástasis. Significa la creación de un nuevo foco de cáncer en una zona alejada a donde se produjo la anomalía inicial.
Avances y nuevos estudios
Investigadores de la Clínica Mayo, en Florida (USA), realizaron una publicación en la revista Nature Cell Biology. En ella se presentan algunos hallazgos interesantes, respecto a un nuevo camino para comprender y tratar el cáncer.
Los investigadores descubrieron que cuando las células normales entran en contacto entre sí, activan unas moléculas llamadas miRNAs. Estas suprimen los genes que promueven el crecimiento celular. En cambio, en las células cancerosas esto no ocurre. Se adhieren unas a otras, sin control.
La investigación advierte que la restauración de miRNAs en las células malignas podría revertir el crecimiento celular anormal. Otra investigación , llevada a cabo en la Universidad de Delaware (Estados Unidos) y publicada en la revista Journal of Cell Science, llegó a unas conclusiones similares. Esto abriría un nuevo camino para combatir el cáncer.
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