¿En qué consiste el efecto fénix?
Dicen que toda crisis trae también una oportunidad; la calma después de la tempestad; el arco iris al final de la tormenta. Existen múltiples maneras de expresar esta idea, que es la base del efecto fénix.
En particular, se refiere al hecho de salir airoso y aprovechar la oportunidad de crecimiento, fortalecimiento y superación personal tras un hecho traumático y de impacto. Veamos un poco más de qué se trata.
¿Qué es el efecto fénix?
El mito del ave fénix cuenta la historia de un ave de hermoso plumaje que ardía al morir hasta consumirse, para finalmente volver a resurgir de sus mismas cenizas.
De manera simbólica, el efecto fénix se relaciona a la destrucción y a la construcción; el morir y el renacer. La muerte del ave fénix no representa el final, sino que es el principio, un nuevo comienzo, la posibilidad de empezar de nuevo y hacer las cosas de otra manera.
En psicología podríamos considerarlo como un sinónimo de la resiliencia, sobre todo a partir de situaciones que provocan algún tipo de trauma en las personas.
Al respecto, Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra conocido por ser el creador de la logoterapia, enfatizó que cuando se reconoce el sentido del sufrimiento, es posible salir fortalecido de las experiencias de desgracia. Sabía muy bien de qué hablaba, pues fue sobreviviente a los campos de concentración nazis.
Algunos de los valores que se encuentran implícitos en el mito del fénix se relacionan con lo siguiente:
- La importancia de la adaptación. La capacidad de los seres humanos de aceptar el cambio o de acostumbrarse a nuevas situaciones.
- El valor de la adversidad. Las situaciones traumáticas le permitirían a las personas conocer su fortaleza, poner en juego nuevos recursos, antes desconocidos porque no fueron necesarios hasta ahora. Una vez que alguien toca fondo, es capaz de emerger con mayor fuerza.
- La resignificación de los hechos. Muchas personas, luego de atravesar vivencias traumáticas, refieren que tienen otra visión. Es decir, son capaces de comprender y valorar las situaciones desde otro ángulo. De esta forma, cambian las prioridades; algunas cosas pierden importancia, mientras que otras la ganan. No obstante, nada vuelve a ser lo mismo.
- El poder de la transformación. O sea, la capacidad de pasar de un estado a otro, de renacer, de que una situación de hundimiento y malestar se transforme en un trampolín hacia adelante.
¿Cómo afrontar la adversidad?
Algunas recomendaciones para poder afrontar la adversidad son las siguientes:
- A menudo, en el trabajo en psicoterapia se trabaja sobre la aceptación de una situación dolorosa o de crisis, para luego pensar en cómo aprender algo de ella.
- Aceptar que las dificultades son parte de la vida. Aprender a vivir con la frustración de que a veces podemos dar todo de nosotros mismos y, aún así, no conseguir los resultados esperados.
- En ocasiones, salir adelante requiere de voluntad y esfuerzo. El impacto que provocan determinadas situaciones compromete el ánimo o las ganas de seguir en movimiento. Sin embargo, para no dejarse caer, muchas veces hay que ir en contra de uno mismo. Si bien hay que darse un tiempo para hacer el duelo, luego hay que «obligarse» a retomar esas actividades que quedaron suspendidas tras el hecho traumático.
- La resiliencia no solo tiene que ver con un aspecto individual, sino también con una cuestión social. Mantener relaciones con personas positivas, que ofrecen sostén y apoyo, es una gran herramienta para salir adelante y poder desarrollar la propia fortaleza.
- Poner en práctica distintos pensamientos. Muchas veces, nos quedamos con una idea fija respecto una situación, como si las cosas solo pudieran ser de una única forma. La mayor parte de las veces, esta rigidez trae frustración y malestar. En cambio, si aprendemos a pensar en otras alternativas, aprendemos a reconciliarnos con escenarios que no siempre son los que deseamos, pero que igualmente tienen algo para ofrecernos.
- Conectarse con el lado positivo de la vida. Es importante permitirse vivir situaciones agradables, disfrutar del descanso y del ocio, cuidarse y aprender a relajarse.
- Por último, es necesario aceptar que no tenemos el control de todo y que la incertidumbre es la única certeza.
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Para renacer hay que aceptarse y conocerse
El efecto fénix, o el desarrollo de la resiliencia, requiere de la capacidad de pararse frente a frente a los temores, al dolor o la angustia, y ponerle un nombre a cada uno de nuestros malestares.
Es lo contrario a evitar estos pensamientos avasalladores; más que «esconderlos debajo de la alfombra», implica hacerse cargo de ellos, reconocernos vulnerables y aceptarnos tal y como somos. También es permitirnos aprender de los errores y convertirlos en un «arma» de éxito.
A partir de esto, es posible identificar los recursos con los que contamos para ir hacia una etapa de superación. No es fácil dejarse abrazar por el dolor, pero es necesario confiar en que es posible transformarlo en lo mejor.
Por supuesto, no se trata de idealizar el bienestar, sino de reconocer que, a lo largo de la vida, se presentan diferentes desafíos, con momentos poco agradables, que son inevitables.
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