Migraña
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La enfermedad de Parkinson afecta el funcionamiento del sistema nervioso central, causando una disminución de la capacidad de movimiento. Su causa exacta se desconoce, pero se ha relacionado con factores genéticos, ambientales y alteraciones en la química del cerebro.
La enfermedad de Parkinson es un trastorno progresivo del sistema nervioso que afecta la capacidad de movimiento. Ocurre cuando las células nerviosas dejan de producir suficiente cantidad de dopamina, sustancia química relacionada con los movimientos suaves y coordinados.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Trastornos Neurológicos y Accidentes Cerebrovasculares, la enfermedad afecta a al menos 500 000 personas en Estados Unidos. Además, en el mismo país, las complicaciones del párkinson son la 14ª causa de muerte.
Aunque la enfermedad no es fatal, sí disminuye de manera significativa la calidad de vida de quienes la padecen. Sin embargo, en la actualidad hay disponibles varios tipos de medicamentos y terapias que permiten controlar sus síntomas y reducir el riesgo de complicaciones.
La enfermedad de Parkinson es un trastorno degenerativo del sistema nervioso central (encéfalo y médula espinal). Se caracteriza por el deterioro progresivo de las neuronas dopaminérgicas de la sustancia negra, lo que conduce a una disminución de la capacidad de movimiento.
En la mayoría de los casos, la evolución del proceso degenerativo es lento y atraviesa distintas etapas; sin embargo, esto puede variar en cada paciente, ya que cada organismo se comporta distinto. En general, las etapas iniciales de la enfermedad cursan con síntomas característicos como temblores en las manos, rigidez y pérdida de la expresión facial.
Conforme avanza, estos síntomas pasan de ser leves a debilitantes y tienden a causar incapacidad para realizar muchas tareas cotidianas. A su vez, se pueden presentar disfunciones físicas y problemas mentales subyacentes que dificultan aún más su tratamiento.
El término parkinsonismo se emplea para agrupar las condiciones que presentan síntomas característicos del párkinson: rigidez articular y muscular, temblores en las extremidades, disminución de la habilidad de movimiento, entre otros.
Se estima que alrededor del 85 % de los pacientes con parkinsonismo tienen enfermedad de Parkinson idiopática, que es la forma más común. No obstante, el otro 15 % presenta formas de parkinsonismo más raras y con una evolución distinta. Estos incluyen:
En la enfermedad de Parkinson hay una disminución de los niveles de dopamina, una sustancia química que permite los movimientos musculares coordinados del cuerpo. Esta, a su vez, se produce en una región del cerebro conocida como «sustancia negra».
Muchos de los síntomas de esta enfermedad son el resultado de la muerte de las células de la sustancia negra. Cuando esto ocurre, los niveles de dopamina bajan de forma considerable y producen una anomalía en la actividad cerebral que, a su vez, detona los síntomas característicos del párkinson.
La causa exacta de esta enfermedad neurodegenerativa no está del todo establecida. Sin embargo, se han identificado componentes genéticos y ambientales que están vinculados con su aparición. También se han encontrado proteínas anormales, llamadas cuerpos de Lewy, en el cerebro de los pacientes afectados.
Aunque en la comunidad científica aún investigan las causas de la enfermedad de Parkinson, hay identificados varios factores que contribuyen al desarrollo o complicaciones de este trastorno. Estos comprenden lo siguiente:
Las manifestaciones clínicas de la enfermedad de Parkinson pueden variar en cada paciente. Sus primeros síntomas suelen ser leves y pueden pasar desapercibidos. No obstante, conforme evoluciona la enfermedad, los signos y síntomas empiezan a ser cada vez más notorios.
A menudo, los síntomas iniciales se perciben en un lado del cuerpo y continúan empeorando de ese mismo lado. Luego, cuando la enfermedad avanza, es posible experimentar las molestias en ambos lados. En función de su progresión, los síntomas suelen dividirse en varias etapas. Sin embargo, a nivel general, estos son:
La enfermedad de Parkinson está relacionada con otras complicaciones en la salud. Muchas veces se presentan de manera simultánea con la enfermedad, pero a veces se desarrollan cuando el proceso degenerativo ha avanzado a etapas más graves. Estas comprenden:
El diagnóstico de la enfermedad de Parkinson es fundamentalmente clínico, basándose en la historia clínica del paciente. El encargado de evaluar los signos y síntomas es el neurólogo, médico especializado en las enfermedades del sistema nervioso.
No existe una prueba definitiva para confirmar el diagnóstico, sin embargo, el profesional puede sugerir exámenes complementarios para determinar si hay patologías subyacentes que puedan explicar los síntomas. Estas pruebas también permiten determinar algunos factores implicados en el desarrollo de la enfermedad. Las más comunes son las siguientes:
La enfermedad de Parkinson no tiene cura. A pesar de esto, los pacientes pueden mejorar su calidad de vida con algunos medicamentos y terapias. De hecho, en casos avanzados, es posible someterse a una cirugía para equilibrar ciertas zonas del cerebro y mejorar los síntomas.
Como siempre, el médico suele sugerir un plan para mejorar la enfermedad a partir de cambios en el estilo de vida. Por lo tanto, también pueden ser necesarios cambios en la alimentación, ejercicio físico regular y limitación de hábitos poco saludables.
Los medicamentos prescritos para la enfermedad de Parkinson pretenden disminuir síntomas característicos como los temblores y problema de movimiento. En ocasiones el medicamento deja de hacer efecto en determinado momento del día y los síntomas reaparecen. Por eso, el profesional suele verse obligado a cambiar lo siguiente:
Ahora bien, la mayoría de los tratamientos tienen como objetivo equilibrar los niveles de depomina en el cerebro, o bien, imitar sus efectos. Sin embargo, cuando hay problemas subyacentes, se pueden requerir otros tipos de fármacos. En detalle, los que más se utilizan incluyen:
La levodopa es un precursor de la dopamina que está asociado con la carbidopa o cualquier otro inhibidor de la dopa descarboxilasa periférica. Dicha asociación impide la transformación de levodopa en dopamina antes de que llegue al sistema nervioso central. De este modo, minimizan sus efectos secundarios, como las náuseas.
Es el fármaco más eficaz para controlar los síntomas motores de la enfermedad. Permite mejorar algunos síntomas como la rigidez o la bradicinesia aunque no todos los pacientes tienen una respuesta estable.
Los agonistas dopaminérgicos son la primera opción de tratamiento en pacientes menores de 70 años. Se deben emplear en dosis bajas que proporcionen una eficacia terapéutica. Su función es estimular los receptores de dopamina que se encuentran en las neuronas del cuerpo estriado.
Algunas opciones disponibles son el pramipexol (Mirapex), el ropinirol (Requip) y la rotigotina (Neupro, administrada como un parche). También está la apomorfina (Apokyn), que es un fármaco inyectable de acción breve. Cabe mencionar que sus efectos secundarios son superiores a los de la levodopa; pueden incluir alucinaciones, somnolencia y comportamientos compulsivos como hipersexualidad.
Su acción en el tratamiento del Parkinson está asociada al bloqueo de una enzima, la monoaminooxidasa B (MAO-B). Su inhibición se traduce en un aumento de los niveles de dopamina, alterando el progreso de la enfermedad. Incluyen: selegilina (Eldepryl, Zelapar), la rasagilina (Azilect) y la safinamida (Xadago).
El medicamento de referencia de este grupo es la entacapona. Ha demostrado prolongar de forma moderada el efecto del tratamiento con levodopa, pues bloquea una enzima que disuelve la dopamina.
Los fármacos anticolinérgicos fueron los primeros utilizados para el tratamiento de los síntomas del párkinson. Éstos restablecen el equilibrio que existe en el cerebro entre la dopamina y la acetilcolina en pacientes sanos. Las opciones disponibles incluyen la benzatropina (Cogentin) o el trihexifenidilo.
Sin embargo, su uso es bastante limitado, ya que sus efectos contra los síntomas son opacados por efectos secundarios como alteraciones de la memoria, estreñimiento, confusión, alucinaciones, sequedad en la boca y problemas de micción.
Este medicamento se prescribe para brindar alivio a corto plazo de los síntomas de párkinson cuando la enfermedad está en sus primeras etapas. En ocasiones se administra con el tratamiento carbidopa-levodopa en las etapas finales de la enfermedad para controlar los movimientos involuntarios inducidos por este medicamento.
Las cirugías o procedimientos quirúrgicos están destinados para aquellos pacientes que no responden bien a los medicamentos y terapias. Los dos tipos intervenciones que se utilizan actualmente son:
Mantener un estilo de vida saludable es determinante para un mejor efecto de los tratamientos del párkinson. Por eso, junto a los medicamentos e intervenciones, el profesional suele sugerir algunos cambios con respecto a los hábitos. Las recomendaciones incluyen:
A pesar que algunas carecen de evidencias científicas, las terapias de apoyo de la medicina alternativa pueden ser un buen complemento para paliar algunos síntomas y complicaciones de la enfermedad, como es el caso de la rigidez muscular, fatiga prolongada y depresión. Esto incluye:
Precaución: los suplementos herbales y cualquier remedio natural debe ser supervisado por un médico. Hay que recordar que no están exentos de causar efectos adversos o malas interacciones con los medicamentos.
La intervención oportuna sobre la enfermedad de Parkinson puede mejorar de manera significativa el pronóstico y la esperanza de vida. Sin embargo, el diagnóstico de la enfermedad puede tardar mucho tiempo. Por otro lado, los efectos de los medicamentos pueden variar en cada persona; por eso, es determinante mantener un continuo control médico para evaluar su acción y efectos secundarios.
Las complicaciones causadas por la evolución del párkinson pueden disminuir en gran medida la calidad de vida. Los pacientes pueden experimentar caídas peligrosas, depresión, coágulos de sangre en los pulmones y piernas, neumonía y otros trastornos subyacentes que pueden ser fatales.
Aunque no es posible detener la progresión de este trastorno, los medicamentos y las terapias contribuyen a mantener las funciones cognitivas y físicas por más tiempo. Eso sí, deben ser constantes y se deben adaptar a cada etapa de la enfermedad.
Los investigadores y médicos no saben con certeza cuál es la causa del párkinson. Debido a esto, es difícil explicar por qué algunas personas experimentan un desarrollo lento, mientras que en otras la enfermedad avanza más rápido. De igual forma, no está claro qué se puede hacer para prevenir la enfermedad.
Las investigaciones sobre este trastorno han permitido identificar algunos factores claves que inciden en su desarrollo. Esto, a su vez, ha servido para determinar que factores como el ejercicio físico y una dieta abundante en antioxidantes puede contribuir a reducir los riesgos
Por otro lado, puede ser conveniente realizar pruebas genéticas en caso de tener antecedentes familiares de párkinson. No obstante, hay que tener en cuenta que las mutaciones genéticas no siempre son sinónimo de que se desarrollará la enfermedad; de hecho, en este caso en particular el riesgo es mínimo.
La enfermedad de Parkinson es bastante compleja y difícil de sobrellevar. Su detección temprana es clave para tener más éxito con el tratamiento. Por lo anterior, ante cualquier manifestación de la enfermedad es importante solicitar la evaluación de un médico o neurólogo.
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