Osteoporosis
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Entre un 20 y 30% de los casos de dolor lumbar corresponden a una hernia discal. De hecho, se trata de la patología neuroquirúrgica más frecuente. La edad y el sedentarismo incrementan el riesgo de padecerla.
La hernia discal, también conocida como desplazamiento de disco, es una dolencia que se origina cuando parte del disco intervertebral es forzado a pasar a través de un desgarro en las partes externas duras del disco. Producto de esto, los nervios circundantes tienden a comprimirse o irritarse, detonando un dolor que puede ser severo.
Según datos facilitados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 80% de la población adulta a nivel mundial padece o padecerá problemas lumbares de una a cinco veces durante su vida. Además, se estima que entre el 20 y el 30% de los casos corresponden a una hernia discal.
Su aparición está relacionada con la degeneración vertebral que se produce como parte del envejecimiento; no obstante, también es frecuente por traumatismos, sobreesfuerzos físicos, obesidad, entre otros factores. ¿Cómo reconocerla? ¿Qué tratamientos hay disponibles para su control? Te invitamos a descubrirlo a continuación.
La columna está compuesta por 24 huesos o vértebras apilados unos sobre otros. Entre cada par de vértebras se encuentran los discos intervertebrales que contienen en su interior una sustancia blanda conocida como núcleo pulposo, la cual sirve como amortiguador de dichas vértebras.
En otras palabras, los discos son los encargados de proteger los huesos ante el impacto que causan los golpes de las actividades diarias, como por ejemplo caminar, correr o estirarse. Cuando estos discos sufren una presión o desgaste excesivo, se produce una rotura de la pared que contiene al núcleo pulposo.
Como consecuencia, la sustancia gelatinosa del interior sale hacia el espacio intervertebral, ocupándolo. A su vez, los nervios cercanos o la médula espinal sufren una presión que, por lo general, se manifiesta con un dolor que tiende a irradiarse hacia los glúteos y la pierna.
La causa más frecuente de una hernia discal es el deterioro progresivo que sufren los discos con el envejecimiento (degeneración de los discos). Conforme pasan los años, el contenido de agua de los discos intervertebrales se reduce, lo que incrementa su susceptibilidad a los desgarros o roturas.
Sin embargo, en muchos casos no se puede determinar con exactitud cuál es la causa de la hernia de disco. En ocasiones puede ocurrir tras hacer un esfuerzo indebido o excesivo; también puede resultar al doblar o girar mientras se levanta peso. Asimismo, una caída o un golpe que compromete la columna vertebral pueden incidir en su aparición.
La hernia discal es más frecuente en hombres de mediana edad y de edad avanzada. Además, hay otros factores que predisponen a las personas a desarrollar este problema. Esto incluye:
En la mayoría de los casos, la hernia discal se da en la zona lumbar. No obstante, también puede formarse en la columna cervical. Los síntomas varían dependiendo de la región afectada por la lesión. Puede incluir lo siguiente:
Se considera el dolor en cuello y brazos como señal inicial de una afectación en los nervios raquídeos. Aparece en forma de dolor sordo y constante al mover el cuello que irradia hacia el brazo y la mano.
Cuando los síntomas varían hacia el hormigueo en las extremidades, el entumecimiento o la presencia de debilidad en brazos y manos, podemos sospechar que la afectación es más grave.
Puede aparecer dolor punzante que baja desde la espalda hacia la pierna afectada, la cadera o el glúteo. Esto se debe a la afectación del nervio ciático que se inflama causando malestar. Puede agravarse al doblar la espalda o tras permanecer un tiempo de pie o sentado.
De nuevo, la presencia de sensaciones de hormigueo o debilidad puede ser síntoma de una afectación mayor. Se acompaña de problemas para levantar las piernas o incluso la pérdida del control de la vejiga.
Para diagnosticar una hernia discal, el médico empieza por hacer un minucioso examen físico y una revisión de historial clínico del paciente.En función de la zona de dolor, el profesional examinará el cuello, los brazos o la región lumbar, y la zona inferior del cuerpo.
En conjunto con un análisis físico, se pueden hacer algunas pruebas neurológicas para verificar:
La mayor parte de las veces esta evaluación es suficiente para hacer un diagnóstico. No obstante, si se sospecha de otra afección, o si es necesario saber qué nervios están afectados, el profesional también puede ordenar otros tipos de pruebas.
Muchos casos de hernia discal pueden solucionarse con la administración de analgésicos en combinación con descanso y cambios en el estilo de vida. Si esto no es suficiente, el médico puede sugerir sesiones de fisioterapia o cirugía.
El suministro de algunos medicamentos puede favorecer el alivio de dolor. Aunque algunos son de venta libre, siempre se aconseja su consumo bajo supervisión médica. Estos incluyen:
Los pacientes que no presentan mejorías en pocas semanas requieren terapia física. Los fisioterapeutas pueden diseñar un plan de ejercicios acorde a la capacidad del afectado para minimizar el dolor.
Estos también ayudarán a corregir la postura corporal, en especial al realizar actividades como levantar objetos pesados, caminar, vestirse, entre otros.
Los remedios de origen natural para tratar la hernia discal están basados en las propiedades antiinflamatorias de algunas plantas y alimentos. Sin embargo, deben emplearse con precaución, ya que en su mayoría no tienen respaldo científico. Antes de usarlo se aconseja indagar sobre sus posibles efectos secundarios e interacciones. Algunas opciones son:
Solo un pequeño porcentaje de los pacientes afectados por una hernia discal requieren una intervención quirúrgica para tratar su problema. El médico sugiere este procedimiento cuando los tratamientos no mejoran los síntomas, se prolongan por mucho tiempo o presentan complicaciones como:
El procedimiento aplicado se conoce como discectomía y consiste en extirpar parte o todo el disco afectado. En raras ocasiones, el cirujano sugiere la implantación de un disco artificial.
La mayoría de pacientes con hernia de disco responden bien al tratamiento conservador y no requieren cirugía. Siguiendo todas las recomendaciones médicas y terapias, el malestar empieza a reducir de manera gradual dentro de unas seis semanas.
No obstante, algunas personas pueden seguir teniendo dolores constantes, inclusive después del tratamiento. Además, en muchos casos pueden pasar meses o años para poder retomar las actividades cotidianas con total normalidad.
Hay muchos factores de riesgo de hernia discal que no se pueden evitar; no obstante, hay algunos hábitos que ayudan a reducir el riesgo de desarrollarla. Se aconseja aplicarlos tanto en caso de antecedentes de hernia de disco como a nivel general.
En muchos casos los síntomas de una hernia discal se confunden con los causados por otras dolencias de la columna vertebral. Por eso, ante cualquier señal de alerta, lo mejor es solicitar atención médica para recibir un diagnóstico preciso y oportuno.
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