Estar solo duele, pero sólo gracias al dolor puedes sanarte
Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña
Estar solo puede resultar doloroso. De repente, no tienes a nadie a tu alrededor que pueda acompañarte en ese duro camino que estás recorriendo. ¿Por qué se habrá ido todo el mundo? ¿Por qué la vida te habrá dejado solo? La soledad está mal vista. Muchas veces se considera de fracasados. Sin embargo, a veces no nos queda otra que experimentarla, sobre todo cuando hemos pasado por una mala racha.
No obstante, aunque la veamos como una gran enemiga, lo cierto es que puede ser la mejor de nuestras bendiciones. Porque estar solo duele, pero sana.
Estar solo te ayudará a sanar las heridas
A veces la vida te invita a estar solo para que puedas frenar, escuchar tu interior y saber hacia dónde debes dirigirte ahora.
En ocasiones, nos perdemos por el camino, empezamos a ser infelices y el sufrimiento se hace muy presente en nuestro día a día. Esto, a la larga, no desaparece y llega un momento en el que no podemos más.
No importa por lo que estemos pasando. Tendemos a creer que los problemas se encuentran en el exterior; sin embargo, la solución se encuentra en nuestro interior.
Por eso, experimentar la soledad es una excelente oportunidad para conectar de nuevo con nosotros mismos, para volver a escucharnos y descubrir cómo mejorar nuestra existencia.
Pero, eso sí, no nos lamentemos de la soledad. Es verdad que al principio tenderemos al victimismo, al “¿por qué me ocurre esto a mí?”, “no me lo merezco”.
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No obstante, esto tiene que terminar para que podamos dedicarnos tiempo a nosotros mismos, pensar tan solamente en la persona que somos, mimarnos y querernos mucho.
Así descubriremos que nadie podrá solucionar aquello por lo que estemos pasando. Nadie más que nosotros mismos.
La soledad te invita a independizarte
Estar solo es una excelente invitación para todas aquellas personas que sufren algún tipo de dependencia hacia los demás, como la dependencia en la pareja e incluso en otro tipo de relaciones.
No podemos estar toda nuestra vida dejando el relevo de nuestra felicidad a personas que terminarán decepcionándonos y haciéndonos mucho daño.
Es importante que aprendamos a ser responsables y que nos demos cuenta de que estar hoy bien no depende del estado emocional de los demás, sino de nosotros mismos.
Únicamente así podremos gestionar nuestras emociones, tener cierto equilibrio y sentirnos bien sin tener que estar siempre mirando hacia afuera.
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Al fin y al cabo, nosotros somos los únicos responsables de cómo nos sentimos y, si permitimos que otras personas adquieran este poder, entonces es que estamos haciendo muchas cosas mal.
No dependemos de nadie. La soledad nos da miedo, pero a veces es buena para ser conscientes de esto. Las personas vienen y van, algunas te dañan, otras te marcan. No obstante, la persona que jamás nos abandonará está en nosotros.
Estar solo duele
Aunque planteemos la soledad como una posibilidad de sanar, lo cierto es que estar solo va a doler, mucho. Te tentará el volver atrás, regresar a tu zona de confort, pero las cosas no serán tan fáciles como antes.
Esto ocurre porque has dado un paso enorme que, aunque doloroso, es muy necesario. La soledad te espera para brindarte la posibilidad de madurar, de crecer, de superarte.
Ahora sabes lo que es hacerte responsable de tu felicidad y ¡vaya! No es tan fácil, ¿verdad?
Cuando pones el foco en ti mismo, empiezas a ver que te mereces cosas, comienzas a sentirte mal por considerar esto egoísta, pero esto es lo que necesitas.
Estar pendiente de que alguien no te deje, de agradar constantemente a los demás, de hacer cosas porque, de lo contrario, crees que te quedarás solo, es un grave error.
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Tú eres importante. Te mereces pensar en ti. Es el momento de dejar de sacrificar tanto tiempo pensando en cómo ser mejor para los demás, para que te acepten y te puedan querer.
Abandona el victimismo y toma las riendas de tu vida. Tienes el poder y la voluntad para hacerlo. No pierdas más el tiempo.
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