Las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson

El psicoanalista estadounidense Erik Erikson afirma que las personas deben atravesar 8 etapas para un desarrollo sano. ¿En qué consisten?
Las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson
Elena Sanz

Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 25 mayo, 2023

Las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson abarcan una serie de conceptos que permiten entender cómo evolucionan los seres humanos desde la infancia hasta la edad adulta. Se considera la base de la teoría evolutiva y se compone de 8 estadios, cada uno marcado por un conflicto.

La resolución de cada conflicto en su debida etapa es lo que le permite a la persona encontrar su potencial de crecimiento. Si esto no ocurre, es de esperar que se presenten problemas a la hora de afrontar nuevos retos en las siguientes etapas. ¿Te interesa saber más al respecto?

Etapas del desarrollo psicosocial de Erikson

Erikson, al igual que Sigmund Freud, refirió que la personalidad se desarrolla a través de una serie de etapas. No obstante, mientras que Freud basó su teoría en las etapas psicosexuales, Erikson se centró en el desarrollo psicosocial. Es decir, en cómo la interacción y las relaciones sociales influían en el desarrollo y el crecimiento del ser humano.

La primera vez que Erikson habló de estas 8 etapas del desarrollo humano fue en 1950, en el libro La niñez y la sociedad. En este incluyó un capítulo llamado Las 8 edades del hombre. Años más tarde, el autor amplió su teoría en obras como Identidad y el ciclo de vida (1959), Insight y responsabilidad (1964) y El ciclo de vida completo: una revisión (1982).

El principio epigenético y las fases de desarrollo de Erikson

Erikson postuló que el desarrollo funciona a partir de un principio epigenético. En este sentido, argumentó que cada persona atraviesa 8 fases de desarrollo humano que inician desde el nacimiento, pero que se van desplegando tanto con un sistema innato como con las influencias del entorno a través de las vivencias, la cultura y los valores.

A su vez, cada etapa se basa en las anteriores y abre camino hacia una nueva. Por ello, los progresos en cada una están determinados por los éxitos o los fracasos precedentes. Sin embargo, para que así sea, cada fase abarca una serie de funciones que son psicosociales por naturaleza.

Erikson les llama «crisis» y expone que estas deben ser resueltas por el ego de cada etapa para que el desarrollo suceda de forma correcta. Si algo interfiere con ese orden natural, el desarrollo de la persona también resulta afectado.

Dicho de otro modo, si la persona no supera de manera óptima los conflictos de cada etapa, puede que no desarrolle las habilidades que requiere para enfrentar los retos en una etapa siguiente. Particularmente, las primeras 4 etapas se centran en la niñez, mientras que las otras 4 abarcan desde la adolescencia hasta la vejez. Veamos en detalle.

Crecimiento y desarrollo según Erikson.
El desarrollo se entiende como una superación de etapas progresivas con retos y desafíos en cada una.

Etapa 1. Confianza vs. desconfianza

Como se ha descrito a partir de lo planteado por el autor, esta etapa comienza desde el nacimiento y puede durar entre los 12 y 18 meses, según algunos investigadores. En esta, la primera tarea del ego es el desarrollo de la confianza. Es decir, los niños aprenden a confiar o no, en los demás. En ello, la calidad de la relación materna desempeña un papel principal.

Si los padres o los cuidadores exponen al bebé a una relación de afecto y confianza, más tarde el niño desarrollará el sentimiento de que el mundo, en especial en el ámbito social, es seguro.

Estudios, como este publicado por la Revista de la Asociación Española de Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia, insisten en que la resiliencia del individuo dependerá del apego en los primeros años, los cuales condicionarán los patrones de los vínculos posteriores.

En ese sentido, si los padres no crean un entorno seguro, si rechazan al bebé o si no satisfacen sus necesidades básicas, este desarrollará la desconfianza. La misma se manifestará con sentimientos de frustración, inseguridad e insensibilidad por lo que pasa en el entorno.

Ahora bien, es importante dejar claro que esto no significa que los padres tienen que ser perfectos. Caer en la sobreprotección puede ser tan perjudicial como el hecho de que el niño desarrolle desconfianza.

Según Erikson, esto provoca un «desajuste sensorial» que se manifiesta en una personalidad excesivamente crédula, o bien con tendencias depresivas, paranoides o psicóticas.

Etapa 2. Autonomía vs. vergüenza y duda

Se desarrolla entre los 18 meses y los 3 años de edad. Es una fase que se relaciona con el crecimiento de la autonomía, ya que el niño empieza su desarrollo cognitivo y muscular, sobre todo cuando empieza a controlar y ejercitar sus esfínteres. Sin embargo, es un proceso que también se vincula a la vergüenza y la duda, dado que es progresivo.

Una vez más, los padres o tutores se convierten en figuras determinantes para su culminación con éxito. No es conveniente que estos desalienten o empujen demasiado al niño, ya que este necesita explorar y manipular su medio para desarrollar su autonomía.

Si los padres intervienen o dan soluciones, el menor pensará que es incapaz y acabará por darse por vencido. Tampoco es conveniente burlarse o atender la situación con regaños, dado que esto aumentará la vergüenza en el menor y le hará dudar de sus habilidades.

Superar con éxito esta fase permitirá que los menores desarrollen una autoestima fuerte y sana. En cambio, si hay interferencias, el niño tendrá desajustes para resolver pequeños problemas y no desarrollará suficiente autoconfianza para tomar decisiones.

Valga tomar en cuenta que las estrategias de cuidados parentales basadas en el afecto y la implicación generan un ajuste social adecuado en niños y adolescentes. Así lo refiere esta investigación sobre los estilos educativos, llevada a cabo en la Universidad de Oviedo.

Etapa 3. Iniciativa vs. culpa

Esta etapa va desde los 3 hasta los 5 años de edad. Tal como se expresa en el artículo El desarrollo infantil en psicoterapia integrativa. Las primeras tres etapas de Erik Erikson, publicado en la Revista de psicoterapia.

El desarrollo intelectual y físico del niño avanza rápido. Crece su interés por relacionarse con otros niños para poner a prueba sus habilidades y capacidades. En este periodo, la curiosidad es mayor, por lo que conviene estimularlos para que desarrollen su creatividad.

Ahora bien, si el menor ya puede asumir control a través del juego, también debe ser responsable… y culpable. De cierto modo, experimentar culpa le hará reconocer las cosas que están mal. Sin embargo, hay que evitar que este sentimiento se exprese de manera desmedida, ya que les hace sentir que son incapaces de afrontar nuevos desafíos. Dicho de otro modo, la culpa alimenta el miedo.



Etapa 4. Laboriosidad vs. inferioridad

A partir de los 5 años y hasta los 13 se da una de las etapas más determinantes del desarrollo psicosocial. De acuerdo con Erikson, los niños empiezan a reemplazar de manera gradual los deseos de juego para ser más productivos y cumplir con tareas más complicadas.

De hecho, su interés por completar actividades que demanden esfuerzo propio, conocimientos y habilidades es mucho mayor. Asimismo, esperan obtener un reconocimiento por estas. De cualquier modo, tanto la familia como la escuela y los agentes sociales son claves para su estimulación positiva.

Si se presentan dificultades al completar los retos de esta fase, el menor puede experimentar cierta sensación de inferioridad. Es fundamental brindarle ayuda para gestionar sus fracasos, ya que de lo contrario optará por descartar cualquier reto que considere difícil solo por miedo a sentir de nuevo tal sensación. Incluso, esto se puede reflejar en su manera de comportarse con otros compañeros.

Etapa 5. Identidad vs. difusión de identidad

En este punto de las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson, los niños pasan a ser adolescentes. En concreto, esta fase se desarrolla entre los 13 y los 21 años. Es un periodo en el que aparece de manera constante la pregunta «¿quién soy?». Y es que, justamente, es el momento en el que se empieza a moldear la personalidad.

Los adolescentes eligen a quién parecerse y cuál es el rol que quieren tener en la sociedad. En consecuencia, actúan de manera más independiente y dan más importancia a la vida social. Además, aparecen pensamientos sobre el futuro, como qué estudiar o dónde vivir. A raíz de sus experiencias, afianzan su identidad.

Es importante que durante esta etapa haya un discernimiento entre las actividades que son propias para la edad y las que tienden a ser «infantiles». Erikson señala que superar esta fase con éxito es acabar de edificar una base sólida para la vida adulta.

Etapa 6. Intimidad vs. aislamiento

En esta etapa, los adolescentes pasan a ser adultos jóvenes. Ocurre entre los 21 y los 39 años. Aunque aún está presente la necesidad de responder a los deseos del entorno para «encajar», se empiezan a trazar límites sobre lo que la persona no va a sacrificar para agradar a otros.

La tarea principal en este punto es lograr cierto grado de intimidad, lo que resulta ser contrario al aislamiento. Es decir, cambia la manera de relacionarse, ya que se buscan relaciones íntimas en las que haya mayor compromiso mutuo. Esto, a su vez, generará sensación de seguridad y confianza.

Cuando no ocurre de este modo y la persona no consigue un compañero, aparece la promiscuidad y la soledad. Hay una tendencia a elegir relaciones superficiales y a tener conductas autodestructivas. El aislamiento crea inseguridad y un sentimiento de inferioridad que conlleva a problemas de carácter e inseguridad.

Etapa 7. Generatividad vs. estancamiento

Durante la adultez media, entre los 40 y los 65 años, la persona empieza a dedicar más tiempo a la familia y a asuntos asociados al trabajo. Es una etapa que se caracteriza por la búsqueda del equilibrio entre la productividad y el estancamiento. La productividad tiene que ver con la preocupación por las siguientes generaciones, no solo de los seres queridos, sino abarcando a la sociedad en general.

En este punto, la persona entiende que la vida no se trata solo de uno mismo. Por ello, busca contribuir a la sociedad y dejar un legado. Como ejemplos, Erikson destaca la enseñanza, la escritura, el activismo social y las artes. Alcanzar este objetivo conduce a una sensación de logro.

Cuando la persona siente que no ha contribuido a la sociedad, llega a pensar que no está capacitada y pierde el sentido de logro. Incluso, puede introducirse en una dinámica de no parar de hacer cosas para sentirse útil, lo que acarrea consecuencias negativas en otros ámbitos.

Legado de padres a hijos.
En esta etapa aparece el sentimiento de legado, de tener que transmitir algo a las futuras generaciones.

Etapa 8. Integridad del ego vs. desesperación

La última etapa ocurre a partir de los 65 años o en la llamada edad de la vejez. Es el momento en el que la persona ya no es tan productiva, sus habilidades se reducen y empiezan a darse situaciones de duelo, como fallecimientos de amigos y seres cercanos. Erikson sugiere que la persona tiene dos opciones: elegir la integridad o la desesperación.

La integridad es poder echar una mirada al pasado con la sensación de haber dejado huella, de haber alcanzado logros y de que vivir haya valido la pena. Alcanzar este estado permite, entre otras cosas, solucionar pendientes. Por ejemplo, reconciliarse con una persona que en el pasado no estuvo a la altura.

Por el contrario, la desesperación evoca la nostalgia y hace que predomine el miedo a la muerte. Hay una constante desesperanza y un temor por la pérdida de autosuficiencia y de seres queridos.

¿Por qué es importante la teoría del desarrollo psicosocial?

Aunque las etapas del desarrollo psicosocial de Erikson han sido cuestionadas, esta teoría ha desempeñado un papel relevante en los estudios sociales y científicos. Sus aportes han permitido entender en gran medida cómo una persona adquiere y moldea su personalidad y su identidad social.

A partir de esto, se han promovido estrategias para afrontar aquellas situaciones críticas que la persona no logra resolver. A su vez, ha sido útil para el manejo y la prevención de trastornos como la ansiedad y la depresión.


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