¿Qué es la leptina y qué importancia tiene?
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La leptina es una de las hormonas implicadas en la regulación del apetito y en el metabolismo de las grasas. Esta cuenta con una relevancia determinante para la pérdida de peso, ya que estimula el uso de los lípidos como fuente de energía. Cuando se experimenta una ineficiencia en su síntesis, se reduce el gasto energético y esto condiciona el estado de composición corporal.
Algunos episodios de obesidad no están motivados por una mala alimentación, sino por problemas en la producción de sensación de saciedad, lo que provoca un consumo excesivo de alimentos. Para corregir estos casos, se suele recurrir al control farmacológico, además de ejecutar algunas estrategias dietéticas concretas.
La leptina suprime el apetito
Una de las funciones principales de la leptina es la supresión del apetito. A partir de su producción, se inhibe la ingesta de alimentos y se incrementa el gasto calórico.
El objetivo de este proceso es mantener un peso corporal constante. Se trata de una hormona que estimula el hipotálamo y le indica que existe ya tejido adiposo suficiente, por lo que resulta un elemento clave en la prevención de la obesidad.
De hecho, cuando la leptina no se produce en cantidades suficientes o cuando tiene problemas para atravesar las barreras del sistema nervioso, se incrementa el riesgo de sufrir obesidad. Así lo evidencia una investigación publicada en la revista Nutrients. No obstante, se trata de un escenario normalmente determinado por condicionantes genéticos.
Eso sí, es importante detectar cuando se desarrolla una patología de este estilo para poner en marcha un tratamiento farmacológico que regularice la fisiología del organismo. De lo contrario, se podría incurrir en una situación de hiperfagia que pone en riesgo el estado de salud.
La leptina y su relación con la obesidad
A pesar de que la leptina es una hormona muy relacionada con el riesgo de desarrollar obesidad, hay que tener en cuenta lo siguiente:
- Los niveles circulantes de leptina son iguales en personas obesas y en personas con un buen estado de composición corporal.
- Lo que se genera habitualmente es una resistencia a la sustancia, de modo que la respuesta del organismo a esta resulta ineficiente.
- La inclusión de leptina de forma exógena no genera pérdida de peso de forma significativa en la mayor parte de las personas. En algunas ocasiones se puede experimentar una reducción del apetito.
- Una producción excesiva de leptina se podría relacionar con problemas de fertilidad, según un estudio publicado en la revista Current Opinion in Urology.
Es importante tener en cuenta que la farmacología utilizada para el tratamiento de las personas obesas en la actualidad no se centra en un incremento de la síntesis de leptina, sino que se basa en una actuación sobre los procesos fisiológicos del organismo. Asimismo, la supresión del apetito se puede generar también a partir de otros mecanismos, como la distensión estomacal.
De todos modos, existen varias líneas de investigación abiertas al respecto. Por ejemplo, se estudia cómo la inclusión de un producto con leptina podría influir en la pérdida de peso, para comenzar a aplicar el tratamiento en personas que hayan desarrollado obesidad y que presenten hiperfagia.
Aun así, a día de hoy no se aplica todavía. Los mecanismos más eficientes para corregir la obesidad son los hábitos saludables. Incluso la intervención quirúrgica podría funcionar, pero es preciso realizar primero una reeducación nutricional para conseguir que la pérdida de peso se mantenga estable según pase el tiempo. En el caso contrario, se podría volver con facilidad al punto de partida.
Una hormona clave en la regulación del apetito
Como hemos visto, la leptina es una hormona que juega un papel determinante en la regulación del apetito y en el gasto energético. Pese a ello, son varias las incógnitas que existen alrededor de esta hormona, sobre todo en lo que a su aplicación farmacológica respecta.
No hay que olvidar que su síntesis endógena está mediada por diferentes estímulos fisiológicos y que desempeña un papel contrario a la ghrelina, la hormona capaz de aumentar la sensación de hambre. Esta última también se investiga en la actualidad, con el objetivo de poner fin a los problemas de hiperfagia en las personas obesas.
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