Langostinos y gambas: beneficios y recetas
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La diferencia entre las gambas y los langostinos es fundamentalmente su tamaño. La gamba, como norma general, es bastante más pequeña. Sin embargo, a nivel nutricional son productos que aportan más o menos la misma cantidad de nutrientes. Resultan saludables y pueden incluirse de forma regular en la dieta para evitar carencias de proteínas o de minerales que condicionen negativamente el estado de salud.
Antes de comenzar hay que destacar que el consumo de alimentos procedentes del mar está recomendado por casi todos los especialistas en nutrición. Estos concentran en su interior lípidos de alta calidad, como son los de la serie omega 3. Además son fuente de yodo, un mineral determinante para mantener el buen funcionamiento del metabolismo y la producción hormonal. De hecho, han de aparecer 3 o 4 veces cada semana.
Beneficios de los langostinos y de las gambas
En primer lugar es clave comentar que tanto los langostinos como las gambas concentran en su interior proteínas de alto valor biológico. Estos elementos contribuyen a prevenir el desarrollo de patologías que afectan a la masa magra, como es el caso de la sarcopenia. Así lo evidencia una investigación publicada en la revista BioMed Research International . Es clave asegurar un aporte de al menos 0,8 gramos de proteína por kilo de peso en personas sedentarias.
Por otra parte, el yodo que aportan será determinante para evitar problemas en la génesis de hormonas tiroideas. Junto con el hierro es de los minerales más determinantes en el funcionamiento de dicha glándula, tal y como afirma un estudio publicado en Endocrine, Metabolic & Immune Disorders Drug Targets . De este modo se evitarán situaciones de hipotiroidismo que puedan condicionar la vitalidad y que afecten al gasto energético diario.
Pero todo esto bajo el contexto de un contenido calórico bajo. Esto permite que se puedan incluir sin problemas en el contexto de una dieta hipocalórica con objetivo de pérdida de peso. Ayudarán a prevenir pérdidas musculares, lo que permitirá la génesis de un déficit energético sin pasar demasiado apetito. Así se conseguirá mejorar el estado de composición corporal del manera sostenible a medio plazo.
Gambas al ajillo
Para terminar te vamos a mostrar una receta sencilla para preparar gambas o langostinos y disfrutar al máximo de todas sus propiedades nutricionales. Los ingredientes que vas a necesitar son:
- 1 kilo de gambas o de langostinos.
- 20 dientes de ajo.
- 2 guindillas secas.
- 20 cucharadas de aceite de oliva virgen extra.
- Sal y pimienta negra.
- Un chorrito de vino blanco.
En primer lugar hay que cocer y pelar las gambas. Para la cocción se recomienda introducirlas en una olla grande con agua, sal y laurel. Tras unos minutos se dejan enfriar y se retira la cáscara. Acto seguido se lavan para limpiar impurezas y se escurren bien después.
Para continuar habrá que colocar en una cazuela de barro el aceite con las guindillas. Se pelan y se cortan los ajos en rodajas finas y se calientan en el recipiente. Es importante que no se quemen. El siguiente paso es retirar el ajo para incorporar las gambas bien escurridas. Se sube la temperatura y se salpimenta al gusto. Aquí se añade un chorrito de vino y se espera hasta que el alcohol se evapore.
El último paso consisten en volver a añadir los ajos y dejar un par de minutos más al fuego. Pasado el tiempo se pueden servir y disfrutar. Recuerda que el vino en esta receta es opcional.
Incluye gambas y langostinos en la dieta
Como has podido comprobar, los langostinos y las gambas son alimentos muy saludables para incluir en la dieta de forma regular. Son sencillos de preparar también. Se pueden encontrar en versión congelada, lo que facilita mucho su elaboración. Esto no quiere decir que pierdan calidad, ya que conservan todas sus propiedades a nivel nutricional. Por esto suponen una excelente opción para completar el aporte proteico diario.
Para terminar ten en cuenta que será clave aumentar la presencia de comestibles de origen marino en la pauta. Lo ideal es consumir pescado al menos un par de veces por semana. Después se pueden introducir otros elementos como crustáceos o moluscos. Eso sí, siempre cocinados bajo métodos poco agresivos y con grasas de buena calidad, como es el caso de la aceite de oliva virgen extra.
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