Deporte y dolor: ¿es normal?
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Todos los que hemos practicado deporte alguna vez sabemos que nos exponemos a sufrir lesiones. Además, conocemos de primera mano las agujetas, la fatiga y las barreras que nos impone nuestra condición física. Pero, ¿esta relación entre deporte y dolor es normal?
Practicar deporte
Tomemos como referencia qué significa practicar deporte, el que sea. Lo único que estamos haciendo activamente, a través de nuestro cerebro y los nervios, es contraer y relajar una serie de músculos.
A su vez, los músculos mueven los huesos a los que van adheridos a través de los tendones, y así es como chutamos o lanzamos un balón, caminamos, nadamos e incluso cogemos la botella de agua para refrescarnos.
Al mismo tiempo, al moverse los músculos y los huesos, se activan las demás estructuras que ayudan a que el movimiento sea normal y fluido. Estas estructuras incluyen los ya mencionados tendones, los ligamentos y las cápsulas articulares; en tanto, el corazón bombea sangre más rápidamente para asegurar que llegue suficiente oxígeno a todas las partes involucradas.
Así pues, entre las numerosas ventajas de hacer deporte podemos destacar:
- Fortalecimiento muscular.
- Mantenimiento de los tejidos accesorios ‘en alerta’ para activarse más rápida y efectivamente.
- Mantenimiento y mejora de las conexiones neuronales.
- Prevención de patologías cardiovasculares.
- Fortalecimiento de los huesos a través de la absorción de células viejas y la creación de nuevas.
- Sensación de bienestar debido a la liberación de hormonas.
Todas estas razones explican la necesidad de practicar deporte para llevar un estilo de vida saludable. De no ser así, se producen los efectos contrarios a los descritos.
Sin embargo, por diversas razones, el deporte también puede estar asociado a las molestias o al dolor. Veamos en qué casos esto es así y en cuáles de ellos debemos buscar la ayuda de un profesional.
Deporte y dolor
Este árbol tiene muchas ramas, así que vayamos podando las sobrantes para abordarlo con mayor facilidad. En primer lugar, vamos a descartar la fatiga. Estamos trabajando los músculos, y tanto si llevamos una vida sedentaria como si hemos incrementado la carga de entrenamiento, los músculos se van a cansar.
Esto significa que es normal que nos cueste más realizar el ejercicio a medida que avanza la sesión, y que al llegar a casa y nos tumbemos, nos cueste levantarnos. Los músculos han trabajado y necesitan recuperarse; hasta aquí, todo normal.
A continuación está el caso de las agujetas. Que notemos molestias precisamente en el grupo muscular que hemos trabajado durante los dos o tres días siguientes tras realizar un esfuerzo físico mayor de lo normal tampoco nos debe preocupar.
En este caso, se han roto microfibras musculares y por ese motivo nos duele. No obstante, volverán a crecer, y más fuertes, porque el cuerpo es sabio y quiere que podamos aguantar otro esfuerzo similar si se produce en los próximos días. Dormir bien y realizar ejercicios suaves con el grupo muscular con agujetas acelerará la recuperación.
Dolores que no son normales
El dolor más evidente que representa un problema y no es normal es una lesión. Si hacemos un gesto anormal o brusco y esa parte del cuerpo nos empieza a doler, claramente habremos causado un daño en el músculo, tendón, ligamento, cápsula, nervio, hueso o cartílago que tendrá que ser examinado por un especialista.
Después tenemos el caso en el que algo nos empieza a doler desde que iniciamos la práctica deportiva. Como hemos dicho, la fatiga muscular es normal, y no hay que alarmarse si notamos incomodidad o un dolor leve cuando llevamos cierto tiempo activos. Lo que no es común es que nos duela al principio; en este caso, también debemos hacernos pruebas para buscar la causa del dolor.
Por otra parte, también está la posibilidad de estar haciendo un gesto deportivo incorrecto. Utilizando el ejemplo más manido, si hacemos sentadillas dejando que las rodillas rebasen la línea vertical trazada desde los dedos de los pies, este gesto incorrecto causará dolor en la rodilla.
De este modo, el cuerpo nos está avisando que estamos haciendo algo incorrecto y, por lo tanto, no es normal. En este caso hay que utilizar la lógica: si empezamos un deporte o una serie de ejercicios nuevos, tenemos que aprender a realizarlos correctamente.
Deporte y dolor: conclusiones
Como conclusión, podemos establecer que el dolor nos avisa que algo falla. Hay hombres que están dispuestos a hacer deporte con dolor para sentir más masculinidad, y numerosos deportistas de élite buscan formas de aliviar las molestias para no interrumpir temporalmente su carrera.
Ambos casos son perjudiciales para sus cuerpos e incrementan la posibilidad de empeorar su condición o de añadir lesiones distintas. El dolor en estos casos no es normal, pero están dispuestos a sufrirlo.
Quienes no somos deportistas profesionales no debemos hacer deporte con dolor. Sentir cansancio o pasear con molestias para aliviar unas agujetas es correcto, pero cualquier dolor agudo, que aparezca siempre con un mismo gesto o que nos lastre al iniciar una actividad deportiva es un síntoma de la existencia de un problema que debemos tratar.
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