Gerontofobia: ¿por qué nos da miedo envejecer?
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Hablamos de gerontofobia cuando hay un miedo exagerado en torno a lo que implica la nueva etapa de la vida en la que envejecemos. “No quiero que me preguntes cuántos años cumplo, no quisiera llegar a viejo, ya no tenés edad para hacer estas cosas” son frases cotidianas que repetimos en nuestras conversaciones.
Hay una especie de obsesión por ser eternos y un silencio o tabú en torno a envejecer. Veamos de qué se trata y cómo podemos reconciliarnos con la idea de crecer.
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¿Qué es la gerontofobia?
Cuando hablamos de gerontofobia, resulta útil desglosar la palabra. Geronte que es sinónimo de “ancianidad” y fobia es un temor irracional y desproporcionado.
Así, la gerontofobia se relaciona con un trastorno de ansiedad en el que está presente un temor excesivo tanto hacia los adultos mayores como hacia el envejecimiento propio y ajeno. No obstante, no se trata de una situación que surge de la nada. Se asienta sobre numerosos prejuicios y mitos asociados a la idea de debilidad y enfermedad.
Solemos tener una imagen universal asociada a la vejez, quizás más cercana a las dificultades físicas, a los dolores y al declive. Sin embargo, esto no se presenta necesariamente de dicho modo.
La adultez de antes no se vive de la misma manera que la de ahora, con todas las ventajas y desventajas que ello implica. Los avances científicos y tecnológicos aportaron mucho para que la ancianidad sea una etapa que se puede atravesar con calidad de vida.
Lo que sí es cierto es que no llega sola. Para que ese bienestar sea posible, las personas tenemos que jugar un rol protagónico. La vejez es una etapa de la vida con mucho por disfrutar.
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¿Por qué nos da miedo envejecer?
No podemos desconocer los factores sociales y culturales en este tema. Mientras que en algunas culturas la vejez es sinónimo de sabiduría y experiencia, en otras es signo de decadencia y de limitación.
En estas últimas priman los criterios edadistas, mediante los cuales solo se valora lo joven. Incluso, desde un paradigma economicista, la vejez también se asocia a lo improductivo, a lo que ya no sirve.
Para comprobarlo es suficiente que levantemos la vista y miremos a nuestro alrededor. Las publicidades con recetas infalibles para no envejecer, las cirugías estéticas para que no se noten las arrugas y los looks que nos hacen parecer menores de lo que somos son tendencia.
No hay que confundirse. Preocuparse por nuestra imagen no tiene nada de malo. Lo que sucede es que, en muchos casos, no lo hacemos porque queremos o porque se corresponda con un deseo genuino, sino como parte de un mandato para ser eternamente jóvenes.
Claves para un envejecimiento positivo y para evitar la gerontofobia
Algunas de las recomendaciones para experimentar una etapa adulta con calidad de vida son las siguientes:
- Piensa en todo lo que sí puedes: la vejez se asocia al déficit. Es decir, a todo aquello que ya no es como antes y que no podemos hacer como lo hacíamos. El foco está en la falta. Sin embargo, resulta interesante pensar en todo aquello que sí tenemos a nuestro alcance. Más tiempo libre, otras responsabilidades, más experiencia, historias para compartir. Si sabemos apreciarlo, podremos ver que se abre un universo de posibilidades para disfrutar de la vejez.
- Prepárate con tiempo: si vives muchos años, el envejecimiento no es una opción: forma parte del destino. Por lo tanto, mientras te encuentras más vital, puedes empezar a pensar en tu futuro. ¿Cómo quieres que sea, dónde te gustaría vivir, qué te gustaría hacer? De esta manera, no solo puedes prever recursos, sino que también le das un sentido a ese tiempo que está por venir.
- Rodéate de gente que te haga bien: haz nuevos amigos, conversa con personas más jóvenes, empieza actividades que te permitan relacionarte. De esta manera, no solo mantienes tu mente despierta, sino que también puedes crear y compartir nuevos momentos e historias.
- Busca un propósito: la vejez no es el fin de todo. Por el contrario, es el comienzo de una nueva etapa. De lo que se trata es de poder reflexionar en dónde quieres estar, a qué quieres dedicarle tu tiempo y energía. Si encuentras algo que tenga sentido, podrás sentirte a gusto.
- Evita presionarte: no es necesario que tengas el mismo rendimiento que cuando tenías 15 años. Tampoco tienes que demostrarle nada a nadie. Acepta tus tiempos y ritmos. Aprender a regularse es una clave de autocuidado.
La sociedad que niega la vejez
Para dejar de mirar a la vejez de reojo, es necesario boicotear las bases que igualan el envejecimiento a la decadencia. Un punto de partida se relaciona con los mensajes que transmiten los medios de comunicación y las publicidades.
Promovamos imágenes más positivas, relatos superadores y realistas, en los que las personas adultas no son infantilizadas ni tuteladas, sino que son portavoces de una valiosa experiencia de vida.
Aunque exista un culto a la juventud, es importante desandar ese camino y reconocer y validar las propias versiones de la historia. Debemos aprender a disfrutar de aquello que nos ofrece el hoy, que es la única certeza que tenemos. Lo que está presente es el aquí y el ahora; del mañana no sabemos nada.
Cada momento de la vida nos enseña cosas y tiene algo para ofrecer. Las experiencias nos moldean y enriquecen. Apostemos por conectar con lo que tenemos para disfrutarlo.
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