Hemangiomas infantiles ¿qué son?
Los hemangiomas infantiles son, generalmente, tumores benignos. Se caracterizan por la proliferación de vasos sanguíneos de manera anormal. Se suelen localizar sobre la piel, aunque también pueden encontrarse en otros órganos. En este artículo te explicamos en qué consisten y qué hacer ante ellos.
¿Qué son los hemangiomas infantiles?
Son tumores, como ya hemos dicho, generalmente benignos, que suelen afectar a la piel. Es una de las neoplasias más frecuentes en la lactancia y la niñez. Además, afectan tres veces más al sexo femenino que al masculino. Suelen localizarse en la cara o en el cuero cabelludo.
Aunque la mayoría de hemangiomas infantiles son benignos, parte de ellos dan lugar a complicaciones. Se trata de tumores planos o elevados de color rojizo que, en primer lugar, afectan estéticamente. Además, pueden comprimir estructuras vecinas como los ojos, la nariz, la boca, etcétera.
Los hemangiomas infantiles presentan un esquema de evolución. Tienen una primera fase en la que se da un crecimiento rápido, aumentando de manera veloz su volumen y tamaño. Después, se da una fase de reposo, en la que el hemangioma cambia muy poco.
Finalmente, existe una fase de involución en la que comienza a desaparecer de manera natural. Sin embargo, es recomendable intervenir si son de gran tamaño o si producen complicaciones.
¿Por qué se producen los hemangiomas infantiles?
No se conocen exactamente los motivos de su formación. Sin embargo, se han descubierto una serie de factores de riesgo que podrían relacionarse con el desarrollo de hemangiomas infantiles.
En primer lugar, investigadores españoles del Hospital La Paz de Madrid afirman que la falta de oxígeno en la placenta durante los primeros meses de gestación podría producir alteraciones en la circulación placentaria. Dicha alteración podría relacionarse con los hemangiomas.
Otros estudios relacionan los hemangiomas infantiles con la edad avanzada de la madre y la gestación múltiple. Del mismo modo, los relacionan con la placenta previa y la preeclampsia. Se ha visto que cuanto más prematuro es el bebé, más probabilidad tiene de desarrollar un hemangioma. Por ello, los investigadores asocian la falta de oxígeno a su desarrollo.
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Tipos de hemangiomas infantiles
Los hemangiomas infantiles pueden ser cutáneos o internos. De manera general, se suelen clasificar según:
- La profundidad de los vasos afectados: pueden ser superficiales, profundos o mixtos. Los superficiales suelen ser pápulas de color rojo brillante. Por el contrario, los profundos son tumoraciones azuladas o del color de la piel.
- Según su forma y distribución: pueden ser focales, segmentarios o múltiples.
Diagnóstico
La mayoría se diagnostican mediante un examen físico. Es necesario realizar una historia clínica completa. Deben detallarse los datos de la gestación, el periodo perinatal y la evolución de la lesión. La mayoría de los hemangiomas infantiles comienzan como manchas rosadas o pálidas. Por ello, pueden confundirse con nevus, traumatismos o malformaciones.
Se pueden realizar técnicas complementarias para el diagnóstico. Entre ellas destacan la ecografía, la resonancia magnética y la biopsia cutánea. La biopsia cutánea es la más indicada para diferenciarlos de otras lesiones.
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Complicaciones
Las complicaciones más típicas suelen ser a nivel local. Los hemangiomas infantiles cutáneos pueden ulcerarse. Esto aumenta el riesgo de infección, además de provocar dolor. Cuando los hemangiomas se encuentran cerca del ojo pueden alterar la vista, causando astigmatismo, estrabismo, e incluso pérdida de visión.
Sin embargo, la complicación más importante es el posible impacto psicológico. Los hemangiomas infantiles en zonas visibles dañan la autoestima del niño. Esto se debe a que son visiblemente antiestéticos. De hecho, parte de ellos tienden a dejar cicatriz.
Tratamiento
No todos los hemangiomas infantiles deben tratarse. La indicación de tratamiento es compleja. Sin embargo, sí está indicado cuando son potencialmente mortales, cuando existe ulceración y dolor o cuando existe riesgo de cicatrices permanentes.
El tratamiento de elección es el propanolol por vía oral. Es un fármaco betabloqueante que, aunque es efectivo, presenta numerosos efectos secundarios. Entre ellos destacan la bradicardia, la hipogluclemia, afectación del estado de ánimo y del sueño, etcétera.
Otro posible tratamiento es el interferón alfa. Sin embargo, puede provocar graves complicaciones en lactantes. El tratamiento con láser también puede ser útil. Las intervenciones quirúrgicas están fundamentalmente indicadas en el tratamiento de las secuelas. Sin embargo, con el uso de propanolol las secuelas se han reducido notablemente.
En conclusión
Los hemangiomas infantiles son un problema de salud relativamente frecuente. Es necesario consultar al médico ante cualquier duda. Del mismo modo, hay que tener en cuenta las repercusiones psicológicas que pueden tener en el niño para poder mejorar el tratamiento.
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