Hepatitis B
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La hepatitis B es la infección hepática más común y cuya causa es el virus de la hepatitis B (VHB), que lesiona e inflama los tejidos hepáticos, lo cual provoca daños que interfieren en el buen funcionamiento del órgano.
Se manifiesta mediante un proceso agudo o crónico, y aumenta el riesgo de padecer trastornos graves como la insuficiencia hepática, cáncer de hígado y cirrosis.
Causas de la hepatitis B
La infección está causada por el virus de hepatitis B (VHB). Se transmite de persona a persona a través de la sangre, el semen y otros fluidos corporales, por lo general durante las relaciones sexuales. Por tanto, no se propaga al estornudar o toser.
En las zonas endémicas de la enfermedad, un gran número de casos se producen por transmisión perinatal. Es decir, de la madre al niño durante el parto. No obstante, el neonato puede vacunarse para evitar la infección en casi todos los casos.
Factores de riesgo
- Recibir transfusiones de sangre.
- Trabajar en áreas de atención médica.
- Recibir diálisis renal por largo tiempo.
- Compartir agujas durante el consumo de drogas.
- Sufrir un pinchazo con una aguja u objeto cortopunzante.
- Viajar a áreas donde existe una incidencia elevada de la enfermedad.
- Tener relaciones sexuales sin protección con una persona infectada.
- Tener contacto con agujas contaminadas durante un tatuaje o sesiones de acupuntura.
- Compartir artículos de uso personal, como rasuradora y corta uñas, con una persona infectada.
¿No lo sabías? Cómo prevenir la Hepatitis B
Síntomas de la hepatitis B
La mayor parte de pacientes infectados no experimenta síntomas durante la fase aguda de la infección. Sin embargo, algunos pacientes experimentan molestias de uno a cuatro meses después de haberse infectado.
Los síntomas principales de la enfermedad son los siguientes:
- Fiebre.
- Coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia).
- Sensación de fatiga prolongada.
- Dolores en las articulaciones y músculos (especialmente en el área abdominal).
- Inapetencia.
Sumado a esto, se presentan náuseas, vómitos y diarrea. En estos pacientes, es característico que la orina que excreten sea de color oscuro.
Complicaciones
Un número reducido de pacientes con hepatitis B aguda puede desarrollar insuficiencia hepática aguda, que aumenta el riesgo de muerte. La infección también puede convertirse en un trastorno crónico y, más tarde, puede dar lugar a patologías graves como la cirrosis hepática y cáncer de hígado.
Diagnóstico
El diagnóstico de esta enfermedad infecciosa se centra en la detección del antígeno superficial del virus de la hepatitis B (HBsAg), tal y como lo detalla un artículo publicado en Annals of Translational Medicine. En caso de hepatitis B crónica, el médico puede sugerir exámenes para buscar daños en el hígado. Estos incluyen los siguientes:
- Nivel de albúmina.
- Pruebas de la función hepática.
- Tiempo de protrombina.
- Biopsia de hígado.
Resulta necesario realizar un análisis sanguíneo para detectar la presencia del virus. Mediante estas pruebas, también se puede hacer un seguimiento de los pacientes y determinar si la infección es aguda o crónica.
Tratamiento de la hepatitis B
Esta enfermedad no requiere un tratamiento médico hasta que se vuelve crónica. Por lo general, se utilizan medicamentos antivirales, cuya función es disminuir o eliminar la acción del virus de la hepatitis B en el hígado.
Uno de estos medicamentos es una inyección conocida como interferón. Su uso reduce el riesgo de cirrosis y cáncer de hígado. Otros fármacos utilizados vía oral son los comentados a continuación:
- Adefovir.
- Entecavir.
- Lamivudina.
- Telbivudina.
- Tenofovir.
Las probabilidades de recibir este tipo de tratamientos aumentan si:
- El funcionamiento del hígado empeora rápidamente.
- Se manifiestan señales clínicas de daño hepático.
- Los niveles de VHB son altos.
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Prevención
La vacuna contra la hepatitis B es el pilar más importante en la prevención de esta infección. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la administración de la vacuna a todos los lactantes lo antes posible tras el nacimiento.
Los bebés deben recibir su primera dosis de vacuna al nacer (son 3 dosis en total y se aplican de los 6 a los 18 meses de edad). La vacuna también debe ser administrada en trabajadores de la salud y personas que conviven con un paciente infectado.
Por otra parte, los bebés de madres infectadas con hepatitis B aguda, o que hayan tenido la infección en el pasado, deben recibir una vacuna especial dentro de las 12 horas posteriores al nacimiento.
Otras medidas preventivas incluyen también:
- Usar preservativo durante las relaciones sexuales.
- Usar guantes al manipular la sangre de otra persona.
- No compartir objetos de uso personal (cortauñas, máquinas de afeitar, cepillo de dientes, etcétera).
Pronóstico de la enfermedad
La mayoría de los casos agudos mejoran en un periodo de 2 a 3 semanas. Asimismo, el hígado vuelve a funcionar con normalidad al cabo de 4 o 6 meses tras superar la infección. Con una intervención oportuna, tanto recién nacidos como niños y adultos pueden superar la enfermedad.
No obstante, en algunos pacientes la enfermedad conduce a complicaciones más graves como el cáncer de hígado. Se estima que 1 de cada 100 personas que contraen hepatitis B crónica mueren a causa de la infección.
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