Hipertensión epididimaria o bolas azules: ¿qué es y por qué ocurre?

Coloquialmente conocido como "cojonera", es producto de la desviación del flujo sanguíneo hacia los testículos por excitación sexual que no culmina en orgasmo. ¿Representa un riesgo para la salud?
Hipertensión epididimaria o bolas azules: ¿qué es y por qué ocurre?
Mariel Mendoza

Escrito y verificado por la médica Mariel Mendoza.

Última actualización: 25 mayo, 2023

La hipertensión epididimaria o bolas azules se refiere al dolor en los testículos que se produce después de una excitación sexual que no culmina de forma satisfactoria. O sea, que no hay eyaculación.

Es consecuencia de una excitación sexual prolongada y se manifiesta por dolor sordo y sensación de pesadez en uno o ambos testículos. Se resuelve de forma espontánea o con ayuda manual y no representa ningún riesgo desde el punto de vista médico.

¿Qué son las bolas azules?

Las bolas azules se conocen también como hipertensión epididimaria debido a que la presión se acumula en el epidídimo (que es un conducto que transporta el esperma desde los testículos hasta el conducto deferente). El epidídimo se vuelve doloroso porque no se produce la liberación de la presión.

Cuando hay excitación sexual existe activación del sistema nervioso parasimpático, lo que aumenta los estímulos nerviosos a los genitales. Hay distensión de las arterias que transportan la sangre a la zona, mientras que las venas (que se encargan de regresar la sangre al corazón) se contraen.

Esto se traduce en un aumento del flujo sanguíneo, no solo hacia al pene, sino también a los testículos. La acumulación de sangre sucede porque se impide el retorno venoso. Esto derivará en el endurecimiento del pene con erección.

La acumulación de la sangre de forma prolongada por excitación sexual causará una erección sostenida y congestión testicular. Este fenómeno fisiológico se alivia después de la eyaculación o al perder la excitación sexual. Hay relajación de las venas y vuelve el retorno venoso. En este momento, los testículos y el pene regresan a su tamaño original.

Después del orgasmo, durante la eyaculación, se produce una activación del sistema nervioso simpático, lo que pone fin a la congestión.

Excitación que causa bolas azules.
Si la excitación sexual no concluye en eyaculación, el resultado final será una congestión sanguínea en los testículos.

Síntomas de las bolas azules

El síntoma cardinal de las bolas azules es el dolor testicular asociado a la excitación sexual prolongada que no culmina en eyaculación. Es un dolor temporal que mejora cuando la presión sanguínea en los testículos vuelve a la normalidad.

Además, puede haber sensación de pesadez o molestia en uno o ambos testículos, debido a la congestión secundaria al aumento del flujo sanguíneo. No se asocia a hinchazón.

Por otro lado, aunque su nombre lo refiere, los testículos no suelen adquirir un color realmente azul. En algunos casos, el escroto puede tomar un color azul tenue, debido al aumento del volumen de sangre. Pero nada más.

¿Este fenómeno solo ocurre en hombres?

Las bolas azules son propias de los hombres debido a que son quienes tienen testículos. Sin embargo, las mujeres pueden manifestar un fenómeno similar denominado vulva azul o congestión pélvica.

La vulva azul se produce por el mismo mecanismo que las bolas azules: hay aumento del flujo sanguíneo hacia el clítoris y la vulva, con contracción de las venas para disminuir el retorno venoso. Se manifiesta por sensación de dolor o pesadez alrededor del clítoris y la vulva. Mejora con el orgasmo.

Tratamiento de las bolas azules

Las bolas azules usualmente no duran mucho tiempo.  Los síntomas se alivian de forma espontánea al eyacular o al cesar la excitación sexual.

Para disminuir la excitación se recomienda distraerse con una actividad que requiera mucha concentración (como lo es pensar en el trabajo). También ayudan la deambulación, realizar actividad física (desvía el flujo sanguíneo a los grandes músculos) o la exposición al frío (un baño de agua fría, por ejemplo).

La eyaculación puede ser mediante las relaciones sexuales o por masturbación. No es necesario que se produzca por coito.

¿Es necesario acudir al médico?

La hipertensión epididimaria no representa ningún riesgo para la fertilidad ni para la salud en general. Debería desaparecer una vez que pasa la excitación sexual o se produce el orgasmo.

Los síntomas pueden desaparecer desde poco después del momento de inicio o hasta 10 a 12 horas luego de que se produce la eyaculación. No se requiere acudir al médico.

Pero si el dolor no mejora en horas, es incapacitante, no está asociado a la excitación, es recurrente o impide el desempeño sexual, se debe acudir a un profesional, ya que puede ser indicativo de otros problemas. Podrían sospecharse los siguientes trastornos:

  • Epididimitis.
  • Trauma testicular.
  • Cálculos en la uretra.
  • Cáncer testicular.
  • Orquitis.
  • Torsión testicular.
  • Varicocele.
  • Hernia inguinal.

El cáncer testicular se manifiesta por dolor sordo y persistente, acompañado de pesadez en los testículos y la presencia de bultos. Su pronóstico es bueno cuando se diagnostica de forma temprana, por lo que no se deben ignorar sus síntomas.

Por otro lado, hay una condición en la que por lo general los testículos sí se tornan azules y se trata de la torsión testicular, producto del giro del cordón espermático que suministra sangre a los testículos. Se presenta como una emergencia médica.

Dolor testicular por bolas azules.
El dolor de esta condición debe ser pasajero. Si persiste por varios días hay que realizar una consulta.


Una condición subestimada

Los términos bolas azules o hipertensión epididimaria no son usados con frecuencia en la práctica médica, debido a que sugieren una condición no patológica asociada a la excitación sexual. No se ha dedicado mucho tiempo a su estudio científico; en parte porque es una patología benigna.

Para ayudar con los síntomas o molestias se recomiendan las técnicas para disminuir la excitación sexual. Aunque la masturbación puede resolverlo, no es descrita desde el punto de vista médico como un tratamiento en sí.


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