Yo, en tu lugar, habría hecho lo mismo

Debemos tener en cuenta qué circunstancias han llevado a tomar esas decisiones y entender que es más que probable que nosotros hubiéramos actuado de la misma manera.
Yo, en tu lugar, habría hecho lo mismo

Última actualización: 08 abril, 2022

En ocasiones, te he culpado y te echado en cara todo lo que has hecho. Sin embargo, me he olvidado de que yo, en tu lugar, habría hecho lo mismo.

Tendemos a mirar hacia las personas que tenemos a nuestro lado y volcar sobre ellas toda nuestra frustración y nuestro dolor. Sobre todo con los miembros más cercanos de nuestra familia.

En las mismas circunstancias, con tus experiencias, en tu lugar habría hecho lo mismo

Yo habría hecho lo mismo

Nos resulta fácil echarles la bronca a nuestros progenitores o a los miembros de nuestra familia por la tristeza, la baja autoestima o cualquier otro problema fruto de un trauma vivido.

Quizás, si nuestros padres han tenido una relación turbulenta, nos hayan dejado de lado. Eso nos ha afectado tanto que ahora tenemos muchos problemas en nuestras relaciones. Sin embargo, realmente no tienen la culpa que intentamos echarles.

Las circunstancias fueron las que fueron y, aunque ahora tengamos problemas, ya no somos niños pequeños. Somos responsables y podemos solucionarlos.

No obstante, es mucho más fácil no asumir esta responsabilidad. Algo que evita que podamos pensar que, de haber estado en el lugar de esa persona a la que culpamos, habríamos hecho lo mismo.

Tal vez nos neguemos a aceptar esta evidencia, pero ¡claro! Es que lo estamos viendo desde nuestro “yo”.

Tal y como somos habríamos actuado de otra manera, pero ¿y en la época en la que ellos vivieron? ¿Y con sus problemas, miedos y traumas?

No hay excusas que valgan. Habríamos transitado por el mismo sendero que aquellos a los que ahora culpamos.

En la edad adulta, el responsable eres tú

yo también habría hecho lo mismo

De niño eras vulnerable. No escogiste las experiencias que te tocó vivir con tus padres, abuelos u otros miembros de tu familia.

Es normal que en esa etapa de tu vida sintieses la situación como injusta e incluso es natural que te molestase un poco. Puede que en ti aflorase un gran miedo en ese momento y que lo hayas ido arrastrando hasta el momento presente.

Sin embargo, una vez creces, la responsabilidad de lo que te ocurre es solo tuya. Da igual quién haya dejado una impronta negativa en ti. Si estás mal y no haces nada por solucionarlo, nadie más que tú es el culpable.

Las experiencias son positivas, incluso aquellas que más duelen. ¿Sabes por qué? Porque de cada una de ellas se puede sacar algo bueno.

Superar un dolor enorme o un trauma del pasado, nos va a permitir madurar, crecer y ser mejores personas.

Sin embargo, si nos quedamos en la comodidad de la queja y continuamos culpando a los demás de lo que nos ocurre, no podremos avanzar.

Anclados a un pasado que no se puede modificar

Cargar con la culpa

Si aceptáramos que habríamos hecho lo mismo que aquellos que nos han hecho daño, nos quitaríamos de encima un gran peso, una gran losa que nosotros mismos nos hemos puesto en las espaldas. Esa carga se llama pasado, y no soltarla supone todo un calvario.

El pasado hay que dejarlo marchar. Tenerlo bien presente en el ahora impide que disfrutemos del hoy. Nuestros días se teñirán de angustias, de “¿y si hubiese sido de otra forma?” y de miles de pensamientos que no cambiarán nada.

Entender que en el lugar de aquellos que nos han hecho daño, que nos han provocado algún tipo de dolor, habríamos hecho lo mismo, será como respirar después de un tiempo conteniendo la respiración.

Todos cometemos errores y, en ocasiones, no somos conscientes de lo mucho que estos les afectan a los que están a nuestro alrededor.

No obstante, todo esto es algo normal, supone una oportunidad para crecer. Porque somos responsables de lo que nos pasa. ¿Acaso le echamos la culpa a la vida de que a veces sea tan difícil?

En todo momento somos nosotros quienes debemos manejar el timón de la misma. Pues lo mismo sucede con respecto a las relaciones con los demás. Por eso resulta tan importante pararnos a pensar en que, probablemente, en el lugar de la otra persona habríamos actuado igual.

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