Todos nacimos con alas pero, a veces, la vida nos las arranca
Todos llegamos a este mundo con alas. Nuestra mirada y corazón de niños llenos de ilusiones traza mil sueños que ansiamos alcanzar en nuestra edad adulta. El lograrlo o no va a depender de muchas cosas: de nuestra actitud, motivación, apoyo, suerte y contexto social facilitador.
Sabemos que no es fácil. Nacer con alas y mantenerlas abiertas a lo largo de toda nuestra vida no es algo sencillo. Conforme cumplimos años, parece que cada decepción y cada traición nos van quitando plumas hasta que, al final, parece que perdemos ese aliento, esa chispa que antes daba fuerza a nuestros sueños y nos ayudaba a emprender ligeros el vuelo.
La importancia de dejar abrir las alas desde la infancia
La infancia es esa época maravillosa en la que toda criatura tiene derecho a creer que todo es posible si se lo propone. En esta etapa, es fundamental estimular sus capacidades, dar alas a sus sueños, guiarles y ayudarles a crear fortalezas para la vida.
Por supuesto, la disciplina y la educación son claves en todo el proceso, pero no deben estar presentes para hacer daño, imponer ni hacer infelices. En cambio, deben estar para ayudar a abrir las alas y alzar el vuelo de la mejor manera posible. Para dejar salir el potencial, explorar posibilidades, asombrarse, crecer y alcanzar cimas.
A veces, las familias no encuentran el punto de equilibrio entre lo que es dar alas a los sueños y educar. Por ello, directa o indirectamente, muchos padres y tutores pueden llegar a actuar como auténticos cortadores de alas. Por esto, al llegar a la adolescencia o la adultez, muchas personas se sienten sin alas para volar.
La crianza nos puede ayudar a abrir las alas
Seguramente alguna vez hayas oído hablar de los distintos estilos de crianza, así como de la educación democrática frente a la dictatorial. Estos dos últimos son, evidentemente, contrapuestos. En cada uno, los niños interiorizan una serie de valores, conductas y mecanismos que determinan en parte su desarrollo y forma de desenvolverse en la vida.
Las familias facilitadoras son aquellas que respetan los sueños y necesidades afectivas del niño. Les ofrecen raíces, o sea, seguridad basada en el reconocimiento y el respeto, les enseñan a abrir las alas y volar para que puedan alcanzar aquello que se proponen. Escuchan, acompañan y guían los procesos con empatía y asertividad.
Por su parte, las familias vetadoras son las que imponen a los hijos un plan de vida y no dejan volar. En ellas, es común que los niños se vean forzados a encajar en unos esquemas determinados, que no necesariamente coinciden con sus necesidades, personalidad y sueños. Al contrario, parece que cortan las alas para impedir que exploren y encuentren su propio camino.
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Atrevernos a abrir las alas a pesar de todo, nos ayudará a ser felices
Tras vivir una infancia o adolescencia compleja, en la que no siempre se pudo abrir las alas, siempre existen nuevas oportunidades para volar tan alto como se quiera y necesite. Aún cuando no veamos con total claridad esas oportunidades.
Las alas se pueden abrir y fortalecer con nuevas ilusiones, la sabiduría que aportan las experiencias pasadas y también esa capacidad de resiliencia. La clave está en trabajar en uno mismo, aprender a cuidarse y darse la oportunidad de emprender vuelo. Atreverse a ser feliz y establecer conexiones sanas que permitan volar a gusto por la vida, incluso cuando haya que variar el ritmo.
Debemos entender que, aún cuando hayan personas que nos limiten (por la razón que sea) o nos quieran robar el aliento, podemos volar. Nuestra felicidad no debe depender de su aprobación constante. No necesitamos permiso para abrir las alas.
Por todo esto, priorízate cada día y atrévete a volar. Merece la pena esforzarte por aquello que puede hacerte feliz. Si quien está a tu lado te va quitando las plumas y dificulta tu crecimiento personal, valora si esa situación merece la pena. Tal vez debas tomar una decisión, hacer cambios y alzar el vuelo.
Alzar el vuelo muchas veces significa cambiar, ya sea de escenarios, de gente o de actitud. En cualquier caso, es importante hacerlo y no quedarse paralizado por el miedo y la inseguridad.
Una vez llegue el cambio, nos sentiremos mucho más libres, más ligeros, más dispuestos a empezar otra etapa. Ese bienestar interior es tan placentero que, casi sin darte cuenta, habrás recuperado de nuevo tus alas. Esas alas listas para volar y alcanzar tu sueños.
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