No puedo dejar de comer: causas y qué hacer

Cuando la voluntad para dejar de comer falla, es posible que exista una causa emocional de fondo. ¿No puedes dejar de comer? ¿Sabes cómo afrontarlo? En este espacio lo detallamos.
No puedo dejar de comer: causas y qué hacer
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 25 mayo, 2023

¿Tienes hambre a todas horas? ¿No puedes evitar saquear la nevera a media noche? ¿Comes más de lo que te gustaría y luego te sientes culpable? Si es así, si sientes que no puedes dejar de comer, es probable que tu problema sea de índole emocional, al menos en gran parte.

La sensación de no poder controlar la ingesta llega a resultar angustiosa, pues sabes que no solo estás perjudicando  tu apariencia, sino también la salud. Pese a esto, desconoces cómo parar. En cualquier caso, la solución consiste en modificar la relación con la comida. A continuación te contamos qué hacer al respecto.

¿Por qué no puedo dejar de comer?

Alimentarse es una función esencial para la supervivencia. Es el medio por el cual el organismo obtiene los nutrientes que necesita para funcionar en el día a día. El problema parte de la cantidad de alimentos que se ingieren y, en especial, de la elección de los mismos.

Con frecuencia, quienes tienen dificultades para comer con mesura optan por productos con escaso valor nutricional y alto índice calórico. Pero, ¿qué es lo que lleva a tener estas conductas tan dañinas?

Desconexión del propio cuerpo

Una de las razones para comer más de la cuenta es la incapacidad para identificar las propias sensaciones corporales.  Al nacer, cada persona viene programada para reconocer la señal del hambre y actuar en consecuencia;  en ese caso, llorar para obtener alimento.

Sin embargo, conforme pasa el tiempo se va perdiendo la conexión con esas sensaciones interoceptivas. Esto ocurre por varios motivos. En primer lugar, porque la comida se comienza a asociar con las reuniones, la compañía y la interacción con los otros. Comer se va convirtiendo en un acto social y placentero más allá de su valor nutricional.

Por otro lado, el acelerado ritmo de vida actual y el estrés se vuelve un impedimento para hacer una pausa y escuchar el cuerpo. Entonces, disminuye la capacidad para reconocer cuándo hay hambre real y cuándo hay aburrimiento o deseo de compartir ese momento de conexión social.

Desconexión del propio cuerpo
A menudo, esa sensación de no poder parar de comer es la manifestación de problemas emocionales subyacentes.

Hambre emocional

Otro de los aspectos que impide dejar de comer por deseo es la alimentación emocional. Este concepto hace referencia al hecho de utilizar la comida como un regulador de las emociones. ¿Has notado que comes más cuando estás ansioso, cuándo estás triste, agobiado o decepcionado?

Esto tiene una explicación, y es que ciertos alimentos estimulan  el circuito cerebral del placer, ya que liberan varios neurotransmisores que producen sensaciones agradables. En consecuencia, al ingerirlo se percibe alivio, satisfacción y felicidad.

Pero, por desgracia, se trata de un estado transitorio y no constituye en absoluto una solución eficaz o permanente. Al poco tiempo, los efectos agradables desaparecen y las emociones no resueltas vuelven a hacerse presentes, sumadas ahora a la culpa por haber comido sin control.

Dietas restrictivas

Si llevas tiempo luchando contra tus problemas con la comida, es probable que hayas experimentado esta paradójica situación: hacer dietas muy restrictivas puede incrementar el impulso y el deseo descontrolado por comer alimentos poco saludables.

Estar embarcados en un estilo de alimentación demasiado rígido, en el cual se prohíben alimentos, conlleva a un aumento de la ansiedad por comer. Debido a esto, resulta imposible seguir la dieta sin caer en conductas de ingesta compulsiva.

Incluso, puede que al poco tiempo de finalizarla hayas recuperado el peso perdido con tanto esfuerzo. Y es que el cuerpo pide aquello que le has retirado y restringido de forma tan radical.

Dietas restrictivas
Una dieta demasiado restrictiva puede generar un efecto rebote. Es decir, pasada la dieta se produce una conducta compulsiva de comer aquello que estuvo prohibido.

¿Qué puedo hacer para dejar de comer?

Evidentemente, alimentarse es imprescindible para sobrevivir. Por lo mismo, no se trata de una actividad que puedas evitar, como ocurre en otro tipo de adicciones. La solución en este caso pasa por modificar la relación con la comida, devolviéndole su función de nutrición y comenzando una alimentación consciente.

Para ello, resulta imprescindible, en primer lugar, reconectar con el cuerpo y aprender a escuchar e interpretar las señales que envía. En otras palabras, se trata de reconocer cuándo hay hambre real y cuándo puede tratarse de hambre emocional por estrés o ansiedad.

Por otro lado, es importante que adquieras y desarrolles estrategias de afrontamiento útiles y efectivas para lidiar con tus estados emocionales negativos.

El objetivo pasa por dejar de utilizar la comida como un regulador de emociones, por lo que has de aprender otros modos de gestionarlas. La ventilación emocional, la escritura terapéutica o la práctica de la meditación son alternativas que pueden resultar útiles.

Por último, establece una relación sana con la comida. Esto significa que has de dejar de verla como un enemigo o como un consuelo. Recuerda que los alimentos son solo la gasolina que tu organismo necesita, y aprende a seleccionarlos en base a tus necesidades nutricionales.

Aliméntate de manera sana y equilibrada, sin prohibir ni satanizar ningún grupo de alimentos. Come con mesura y, sobre todo, con conciencia de lo que estás haciendo.


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