Psicólogo de emergencias: mira su importancia y funciones

Un psicólogo de emergencias evalúa la situación que se presentó y procura mostrar empatía y contención a las personas afectadas. Ofrece un espacio de escucha.
Psicólogo de emergencias: mira su importancia y funciones
Maria Fatima Seppi Vinuales

Escrito y verificado por la psicóloga Maria Fatima Seppi Vinuales.

Última actualización: 09 julio, 2023

Cuando pensamos en situaciones de catástrofe, debemos pensar también en la posibilidad de traumas psicológicos. Se trata de situaciones excepcionales que alteran el curso diario de las cosas. Por eso, el rol de un psicólogo de emergencias es esencial.

Su papel es el de contener lo que otros están sintiendo y ser la «cabeza pensante» que ayude a ordenar y organizar. Veamos cuáles son otras de sus funciones.

La importancia del psicólogo de emergencias

Los psicólogos de emergencias son quienes prestan los primeros auxilios psicológicos. La capacidad de respuesta y la atención que una persona recibe apenas ocurre un impacto, es fundamental para su recuperación posterior.

De allí la importancia del rol del psicólogo de emergencias. En una primera instancia, procura la seguridad y la contención de las víctimas.

En una segunda instancia, ofrece el espacio para que ellas conecten con sus propios recursos personales de afrontamiento. A su vez, es un facilitador de los procesos de duelo, cualquiera sea la causa (pérdida de un ser querido, de bienes materiales, desarraigo). En especial, en aquellos casos en los que se activan defensas como la evitación o la negación.

Incendio en un hogar que necesita presencia de psicólogo de emergencias.
Las catástrofes originan pérdidas en diferentes niveles. El procesamiento de las mismas es clave para continuar con la vida.

Funciones

Entre las funciones y los objetivos principales de su tarea encontramos los siguientes:

  • Reducir el nivel de estrés inicial, originado a causa del trauma.
  • Ofrecer seguridad de múltiples maneras. Por ejemplo, estabilizando a quienes están en shock, propiciando apartar a la persona de la zona del desastre, atendiendo las necesidades básicas de hambre, sed, higiene, abrigo.
  • Ayudar a tomar decisiones, a organizarse y encontrar soluciones.
  • Evaluar las necesidades y el impacto psicoemocional de las víctimas.
  • Facilitar la recuperación y la rehabilitación posterior.
  • Evaluar la existencia de una red de contención y apoyo, recomendando espacios y recursos destinados a tal fin.
  • Fomentar la adaptación a las nuevas circunstancias que se presenten.
  • Potenciar estrategias de afrontamiento. De este modo, se promueve que las personas recuperen el control sobre sus vidas.
  • Analizar la situación de las víctimas y anticipar pronósticos y escenarios. En caso de ser necesario, proponer un seguimiento.


¿Cómo actúa un psicólogo de emergencias?

En primer lugar, un psicólogo de emergencias actúa desde la serenidad y la calma. Si bien es una persona y tiene emociones, aprende a gestionarlas para no cargar más de tensión el momento crítico.

Incluso, mantiene la templanza en aquellos casos en los que hay personas «desbordadas». El autocontrol y la vocación son cualidades esenciales en el trabajo de estos profesionales.

Por otro lado, también actúa de manera mesurada. Es capaz de ofrecer ayuda, pero también de respetar la privacidad, de mostrarse cercano sin invadir.

Trabaja con empatía, adaptándose a las diferentes situaciones. Es decir, es capaz de identificar quién es la persona a la que debe asistir. Las necesidades de un niño o de un adulto mayor ante una catástrofe no son las mismas.

También es capaz de hacer una lectura respecto de la sociedad en donde brinda la asistencia. Hay algunas culturas en las que algunas prácticas o sugerencias no serían aceptadas.

Un psicólogo de emergencias trabaja desde la escucha, atendiendo las preocupaciones e inquietudes. No realiza falsas promesas, pero tampoco ofrece un «no» tajante ante los pedidos.

Psicólogo de consultorio.
El trabajo del psicólogo de emergencias es muy distinto al del psicólogo en consultorio. El contexto es completamente diferente y los tiempos también corren disímiles.

4 actuaciones clave de un psicólogo de emergencias

Podemos decir que el accionar de un psicólogo de emergencias se sintetiza en 4 acciones:

  1. Preparar: se informa acerca de lo ocurrido y busca recursos (folletos, recomendaciones de centros asistenciales, ayudas gubernamentales) que puedan acompañar en la respuesta.
  2. Observar: realiza un análisis general de la situación y se adecúa. También observa comportamientos individuales y de grupo. Busca promover la seguridad de las personas. Facilita el confort emocional y la sensación de protección.
  3. Escuchar: procura estar atento a las necesidades, valida emociones y respuestas. No juzga. Explica a las personas que todas las reacciones son «normales» e invita a que se expresen libremente. Señala que lo «anormal» o excepcional es la situación de emergencia o catástrofe.
  4. Conectar: le pregunta a la persona por su nombre y se refiere a ella de ese modo. Demuestra empatía, actúa con vocación de servicio. Ayuda a la víctima a centrarse en el momento actual, procurando aliviar sus preocupaciones futuras. Promueve un clima de confianza.


Cuidar a quienes cuidan

Un aspecto muy importante a destacar es que los psicólogos de emergencias se dedican a cuidar personas en momentos de gran estrés. Por lo tanto, su tarea cotidiana oscila entre la adrenalina y las situaciones límite.

En este sentido, es necesario recurrir a la idea de «cuidar a quienes cuidan» para evitar síndromes de burnout. Estos consisten en un agotamiento extremo, debido a una situación de estrés sostenido por un período prolongado.

Podemos tomar como referencia cercana el burnout que sufrió el personal de salud durante la pandemia. Fue una circunstancia inédita, que se presentó a escala planetaria, persistente y con escaso conocimiento y certeza acerca de cómo actuar. Aún nos encontramos con sus consecuencias visibles en situaciones de ansiedad, angustia y duelos no resueltos.

Es necesario propiciar espacios de descanso y de autocuidado, oportunidades de sostén y contención para quienes realizan esta tarea. Caso contrario, corremos el riesgo de que se sientan despersonalizados.


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