¿Qué es la neurosífilis y qué síntomas genera?
Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina
La neurosífilis es una infección bacteriana del cerebro o de la médula espinal. Se trata de una enfermedad potencialmente mortal que constituye una expansión de la sífilis. Por lo general, tiene lugar cuando la enfermedad de base no ha sido tratada.
La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual que se desarrolla por entrar en contacto con las llagas de una persona infectada. Es causada por una bacteria llamada Treponema pallidum. Con el tiempo, puede dar lugar a la neurosífilis.
La diferencia entre la sífilis y la neurosífilis es que esta última ataca al sistema nervioso. De igual manera, sus síntomas son más severos y las consecuencias llegan a ser muy graves e, incluso, fatales. En algunos casos deja secuelas permanentes.
Síntomas de la neurosífilis
Los síntomas de la neurosífilis son muy variables. De hecho, hay personas que no presentan ninguna manifestación de la enfermedad. Por el contrario, otras tienen síntomas muy severos. En general, todo depende de los nervios que hayan sido atacados por la infección y de su grado de avance. Los principales síntomas de la neurosífilis son los siguientes.
Síntomas mentales
Es posible que una persona afectada por la neurosífilis desarrolle uno o varios de los siguientes síntomas:
- Dificultad para controlar las emociones.
- Cambios repentinos de humor.
- Modificaciones en la personalidad.
- Problemas de memoria.
- Depresión.
- Psicosis, con posibles alucinaciones visuales o auditivas.
- Demencia progresiva.
Síntomas físicos
Dentro de los síntomas físicos más habituales en la neurosífilis están los siguientes:
- Cambios en la sensación de las extremidades.
- Infecciones por sífilis en el ojo o sífilis ocular.
- Anomalías en la marcha o imposibilidad para caminar.
- Dificultades en la coordinación del movimiento.
- Dolor de cabeza.
- Cuello rígido.
- Convulsiones.
- Incontinencia urinaria.
- Vértigo.
- Entumecimiento de los dedos de los pies, los pies o las piernas.
- Temblores o debilidad.
¿Por qué ocurre?
La bacteria Treponema pallidum es la que da origen a la sífilis y, luego, a la neurosífilis. Esta última puede tardar entre 10 y 20 años en manifestarse, luego del contagio. La bacteria se transmite de forma casi exclusiva a través del sexo oral, genital o anal.
Sin embargo, la sífilis puede trasmitirse de la madre al hijo durante el embarazo. Por lo general, esto es fatal para el recién nacido. Se cree que la neurosífilis es más usual cuando hay una sífilis no tratada, pero la ciencia no conoce los motivos exactos por los que tiene lugar en unas personas, mientras que en otras no.
La mayoría de las personas con sífilis no van a desarrollar la neurosífilis. Sin embargo, la probabilidad es más elevada en los siguientes casos:
- Mujeres en embarazo.
- Personas que tienen VIH y son sexualmente activas.
- Quienes llevan a cabo un tratamiento de profilaxis de preexposición, o PrEP, para prevenir el VIH.
¿Cómo se diagnostica la neurosífilis?
La sífilis se detecta mediante un análisis de sangre. Sin embargo, la neurosífilis no es tan fácil de identificar. Por lo general, se formula el diagnóstico a partir de los síntomas y de la realización de una o varias pruebas como las siguientes.
Exploración física
Lo usual es que se comience con un examen físico para detectar algunos de los síntomas característicos. Entre ellos están los cambios mentales, los reflejos anormales, las contracciones musculares o la atrofia muscular.
Análisis de sangre
Los análisis de sangre solo detectan la neurosífilis si ya está en una etapa media de su desarrollo. Es posible que se ordenen pruebas para detectar si hay presencia de sustancias producidas por la bacteria que da origen a la enfermedad.
Punción lumbar
Esta es una de las pruebas más utilizadas para diagnosticar la neurosífilis. Consiste en insertar una aguja entre los huesos de la espalda baja y extraer parte de la sustancia que rodea la columna, o «líquido cefalorraquídeo». Este se analiza en el laboratorio. Permite corroborar la presencia de la enfermedad, determinar su gravedad y planificar el tratamiento.
Pruebas de imagen
Hay varias pruebas de imagen que se pueden llevar a cabo para diagnosticar la neurosífilis. Las más utilizadas son la tomografía computarizada y la resonancia magnética. Permiten observar el cerebro, el tronco encefálico y la médula espinal para detectar evidencias de la enfermedad.
Tratamientos disponibles
No hay un tratamiento aplicable a todos los casos de la neurosífilis. Las medidas a seguir dependerán de los daños que la enfermedad haya causado en cada caso y del estado de salud general del paciente.
Sin embargo, cuando la neurosífilis se detecta en su primera fase, el tratamiento a seguir es farmacológico. Debe administrarse penicilina, bien sea por vía oral, intravenosa o intramuscular. Lo usual es que esto se haga de forma continua durante 10 a 14 días.
Es habitual que esta medida se acompañe con la administración del antibiótico probenecid y de ceftriaxone, una sustancia que prolonga el efecto antimicrobiano de la penicilina. En algunos casos es necesario que la persona permanezca hospitalizada durante el tratamiento. Si una persona tiene VIH, es posible que se requiera un tratamiento diferente.
Recuperación de la neurosífilis y proyección
Una vez terminado el tratamiento, deben hacerse análisis de sangre a los tres, seis, 12, 24 y 36 meses para vigilar la evolución del paciente. Asimismo, se requieren punciones lumbares de control cada seis meses.
El pronóstico de la neurosífilis dependerá de qué tan temprano fue detectada, de qué tipo se trata y qué tanto daño ha causado al organismo. Cuando se hace un tratamiento precoz, la posibilidad de recuperarse es muy alta. Las medidas farmacológicas resultan eficaces y los problemas se pueden revertir.
Si la neurosífilis se detecta en forma tardía, es posible que el tratamiento no sea eficaz para restablecer por completo la salud. Muchas veces los efectos causados por la infección son irreversibles.
Prevención y estilo de vida
La primera medida de prevención es evitar contraer la sífilis. Esto se logra con prácticas sexuales seguras. El uso de preservativos reduce la posibilidad de contraer esta enfermedad de transmisión sexual, pero no protege de las áreas no cubiertas por el condón.
Es conveniente que una persona sexualmente activa se haga pruebas de enfermedad de transmisión sexual de forma periódica. Esto es más importante aún si se tienen varios compañeros sexuales. Es necesario recordar que la sífilis y la neurosífilis muchas veces no producen síntomas, por lo que pueden pasar inadvertidas.
El sexo seguro es la mejor prevención
Es muy importante que las personas se concienticen de la relevancia que tiene el sexo seguro. Esta práctica es la mejor manera de evitar las enfermedades de transmisión sexual, como la sífilis que puede desembocar en la neurosífilis.
Siempre que se tenga sospecha de padecer alguna enfermedad de transmisión sexual se debe consultar con el médico para que ordene las pruebas del caso. No se debe olvidar que el diagnóstico temprano de la neurosífilis puede evitar graves secuelas e, incluso, salvar la vida.
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