Recuerda que no puedes hacer feliz a todo el mundo

Es imposible agradar a todo el mundo, por lo que debemos priorizar, primero, a nosotros mismos, y a los que nos importan y les importamos. Ellos son nuestro verdadero objetivo.
Recuerda que no puedes hacer feliz a todo el mundo
Bernardo Peña

Revisado y aprobado por el psicólogo Bernardo Peña.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 25 enero, 2022

A todos nos han transmitido el noble valor de hacer feliz a cualquier persona que forme parte de nuestro círculo personal y social. Ahora bien, en ocasiones, no todos los valores son lógicos ni pueden cumplirse. Pese a que esto último obedece a una serie de factores, como pueden ser los socio-culturales, económicos, religiosos y hasta políticos, es decir, cuestiones que nos hacen desarrollar una cosmovisión sobre nuestro entorno, en relación a nuestros valores éticos y morales.

No es posible hacer feliz a todo el mundo y, aún más, tampoco es conveniente. Es posible que este dato te haya sorprendido, pero debes saber que para mantener nuestro equilibrio personal nunca será adecuado ofrecer felicidad a quien, por ejemplo, no lo merece. Basta con mostrar respeto.

En esta vida hay que saber establecer prioridades y nadie es egoísta por ofrecerse el valor que merece para cuidar de su bienestar, de su propia felicidad. Solo cuando uno está bien consigo mismo es capaz de dar lo mejor a los demás.

Cuando hacer feliz a todo el mundo acaba destruyéndote

Hacer feliz a una persona no siempre es fácil. Intentar conseguirlo con todo el mundo es casi imposible. ¿Por qué es así? ¿Qué hace que resulte tan complicado dar lo mejor a todos aquellos que nos rodean?

Justo lo que mencionamos en líneas anteriores. No todas las personas encajan con tus valores. Es posible, por ejemplo, que tengas un familiar con quien nunca hayas “encajado”, alguien que no respeta tus forma de ver el mundo, y que ha criticado cada una de tus elecciones.

Todo debe ser recíproco

  • No es sencillo hacer feliz a quien no te respeta, a quien, lejos de practicar la reciprocidad y el entendimiento, solo te trae decepciones y críticas.
  • No vale la pena dar lo mejor de nosotros mismos a quien no lo reconoce. Correremos el peligro de ver atacada nuestra autoestima, y ello es un riesgo muy elevado.
  • La felicidad no es algo que se ofrezca como quien da o recibe un regalo. Dar felicidad es a veces renunciar a algunas cosas, quitar tiempo personal para invertirlo en otros, es cuidar palabras, es perdonar y es preocuparse.
  • Todo ello implica una gran energía emocional. Si cada esfuerzo dedicado no es reconocido o, peor aún, es rechazado, entonces no valdrá de nada esa inversión personal.

Es posible que muchas de estas situaciones te sean conocidas. Ahora bien, si eres de esas personas que durante una buena parte de tu vida has dado lo mejor de ti por los demás, deseando hacer felices a todos los que te rodean, seguro que tu corazón esconderá más de una cicatriz.

Los actos más destructivos son aquellos donde se vulnera nuestras buenas intenciones, nuestra esencia como persona y nuestra autoestima. No lo olvides.

Haz feliz a quien te ofrezca felicidad a cambio de nada

Hemos de tener claro que, por mucho que lo deseemos, no podemos llegar a todo, ni a todas las personas. Hay quien, por ejemplo, siente la necesidad de tener que caer bien a todo el mundo, de agradar, de tener siempre una palabra de admiración para todo aquel que le rodee. Mantener este tipo de comportamientos acaba generando ansiedad y frustración. Por ello, como con todo en la vida, es necesario priorizar.

Debes hacer feliz a quien te haga feliz

  • Deja de tomar en cuenta a quien no te tiene en cuenta.
  • No vale la pena quien no te aporta nada, ya sea emocional o personalmente.
  • No merece la pena todo aquello que te aleja de ti mismo, que te quita tiempo para lo que de verdad amas, lo que te define.
  • Deja de ser condescendiente, decir sí cuando queremos decir no. Procura ser sincero con cada uno de tus pensamientos y emociones haciendo uso cada día de la asertividad, de la valentía de quien no tiene miedo a que su voz sea escuchada.

Aplica en ti día a día la sencilla ley de invertir en quien de verdad lo merece

  • Cultiva la satisfacción personal. Haz lo que te haga sentir bien y lo que de verdad te ofrezca un auténtico crecimiento personal.
  • Practica la “economía relacional”. ¿Qué significa esto? Invierte tiempo, amor y esfuerzos en quien tú desees, en quien lo merezca y sea de verdad significativo en tu vida.
  • No tengas remordimientos de conciencia por no caer bien a todo el mundo, por no hacer lo que otros esperan de ti.
  • El mundo no está hecho para que todos seamos copias unos de otros. Nuestra riqueza está precisamente en tener diferentes opiniones, comportamientos y puntos de vista.

Ser diferente y tener voz propia es ser auténtico y, mientras nos respetemos los unos a los otros, seremos capaces de construir un mundo mejor. Ahí donde todos tengamos derecho a ser felices, sin tener que contentar a todo aquel que nos rodee.

Basta con respetarse, con saber convivir.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.