Tos ferina: causas, síntomas y tratamiento
Revisado y aprobado por el biotecnólogo Alejandro Duarte
La tos ferina o pertrusis es una enfermedad contagiosa grave de las vías respiratorias altas producida por la bacteria gramnegativa Bordetella pertussis.
Tal y como su nombre indica, su síntoma principal es una tos violenta e incontrolable que se manifiesta acompañada por una sensación de asfixia que, a su vez, se manifiesta con un sonido convulsivo profundo cuando el paciente intenta respirar. Debido a ello, algunas veces, cuando la crisis de tos es demasiado fuerte, el paciente puede vomitar por el esfuerzo realizado.
De acuerdo con el Manual MSD, “antes de que las vacunas fueran ampliamente utilizadas, la tos ferina era una enfermedad que afectaba a los niños pequeños. Ahora, una persona puede desarrollar la tos ferina a cualquier edad. Más de la mitad de los casos afectan a adolescentes y adultos”.
Causas de la tos ferina
Como ya comentábamos, la causa de la tos ferina es Bordetella pertussis, bacteria que puede ingresar al organismo por el contacto con aerosoles nasofaríngeos de una persona infectada.
Las probabilidades de contagio al estar cerca de una persona enferma superan el 90 %. Una vez se produce la infección, puede permanecer por 6 e incluso 10 meses en el huésped.
Factores de riesgo
De acuerdo con un estudio reciente, “el mayor porcentaje de cayados y nivel de procalcitonina, así como menor saturación de oxígeno, en el momento del ingreso; no haber recibido ninguna dosis de vacuna DTPa; la presencia de síntomas catarrales, apnea y cianosis en el comienzo del cuadro y la coinfección por virus respiratorios se pueden considerar factores de riesgo de la aparición de complicaciones durante el ingreso hospitalario”.
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Síntomas de la tos ferina
Los síntomas de la tos ferina comienzan a presentarse de 7 a 10 días después de la exposición a la bacteria. En sus etapas iniciales son leves y pueden confundirse con un resfriado común. Estos incluyen:
- Congestión nasal.
- Fiebre moderada.
- Ojos llorosos y rojos.
- Producción excesiva de flemas o moqueo.
- Tos (inicialmente nocturna, pero se va extendiendo a lo largo del día).
Pasadas una o dos semanas, los síntomas comienzan a ser más severos. La mucosidad espesa se acumula en las vías respiratorias y produce una tos fuerte e incontrolable que se caraPara obtener inmunidad frente a este microorganismo tendremos que recibir por lo menos tres dosis de vacuna.cteriza por generar una respiración forzada. En esta fase de la infección, el paciente puede manifestar:
- Cara enrojecida o azulada.
- Sensación de fatiga crónica.
- Vómitos (debido al esfuerzo que se hace al toser).
- Un sonido silbante y chillón agudo al respirar (sibilancias).
Cabe mencionar que no todos los pacientes presentan el sonido característico con que se distingue esta enfermedad, la tos seca
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Diagnóstico
Cuando las manifestaciones de la enfermedad no son evidentes, el médico se ve en la obligación de realizar otro tipo de pruebas. Para confirmar la infección, el profesional toma una muestra de secreciones nasales o de la garganta para hacer un análisis microbiológico llamado PCR.
En algunos pacientes se realiza un conteo sanguíneo completo que muestra grandes cantidades de linfocitos. Además, se puede sugerir una radiografía de tórax para determinar si existe una neumonía asociada.
Para obtener inmunidad frente a este microorganismo tendremos que recibir por lo menos tres dosis de vacuna.
Tratamiento
El tratamiento se suele iniciar antes de que se confirme la enfermedad.
Llegado a este punto, conviene aclarar que la tos ferina es una infección bacteriana y, por ende, el tratamiento con antibióticos es una de las primeras medidas para controlarlo. No obstante, estos funcionan eficazmente solo al principio, si la infección avanzada no serán efectivos. Los más utilizados son los del grupo de los macrólidos. Destacan:
- Azitromicina.
- Claritromicina.
- Eritromicina.
Adicionalmente, se pueden requerir ciertas medidas para facilitar la función respiratoria del paciente mientras el antibiótico comienza a ejercer su acción. En estos se incluye:
- Tratamiento con oxígeno.
- Líquidos por vía intravenosa (en caso que la tos sea un impedimento para que la persona beba lo suficiente).
- Sedantes (recomendados para los niños).
No se recomienda el uso de remedios convencionales como los jarabes para la tos, expectorantes o antitusivos porque, en estos casos, no sirven de nada.
Posibles complicaciones
- Neumonía.
- Convulsiones.
- Hemorragia nasal.
- Infecciones del oído.
- Hernias abdominales.
- Discapacidad intelectual.
- Vasos sanguíneos rotos en la piel.
- Daño cerebral por falta de oxígeno.
- Trastorno convulsivo (permanente).
- Detención de la respiración o respiración lenta (apnea).
- Muerte.
Cualquier manifestación de la enfermedad debe ser analizada por el médico. Si tiene sospechas, consulte cuanto antes, evite la automedicación y esté atento a las indicaciones del profesional.
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