¿Qué es la úlcera terminal de Kennedy?
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La úlcera terminal de Kennedy es un tipo de lesión que se manifiesta en la piel de algunos pacientes, en la etapa final de sus vidas. Suele aparecer en la región del sacro.
Tiene el aspecto de una llaga, de forma variada, con un color que puede oscilar entre rojo, violeta y negro. Su evolución puede ser muy rápida. El tratamiento se orienta a asegurar el bienestar del paciente.
¿Qué es la úlcera terminal de Kennedy?
El nombre de este tipo de úlcera se remonta a Karen Lou Kennedy, una profesional de la enfermería, quien en 1983 realizó observaciones en algunos de sus pacientes. Estos se encontraban en estado terminal y, en su mayoría, fallecían en el plazo de dos semanas o menos, tras la aparición de dicho signo.
No obstante, según las investigaciones sobre el tema, es en 1989 cuando aparece la primera descripción de la úlcera terminal de Kennedy (UTK o KTU, por sus siglas en inglés), en el National Pressure Advisory Panel (nPUAP).
Se le define como un tipo de lesión por presión, que se presenta en personas que se acercan al final de sus vidas. Aunque no necesariamente aparece en todos los que se encuentran en fase terminal. De hecho, suele ser menos frecuentes en los pacientes oncológicos.
En cuanto a su incidencia, en un estudio se encontró que más del 62,5 % de los pacientes en cuidados paliativos mostraban úlceras en las últimas semanas de vida. Muchas de estas eran de Kennedy.
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¿Cuáles son sus causas?
Con respecto a las causas exactas de la úlcera terminal de Kennedy, no se tiene una total certeza acerca de cuáles pueden ser. Sin embargo, algunos investigadores piensan que es un signo de una falla multiorgánica.
En tal sentido, cuando se acerca el final de la vida, los órganos vitales (corazón, pulmones, hígado, cerebro) y otros sistemas pueden comenzar a fallar. Esto se refleja en la piel, que es otro órgano.
La piel utiliza alrededor de un tercio de la cantidad de sangre que el corazón bombea. Y una de las formas de manifestar esto sería, precisamente, la úlcera terminal de Kennedy.
Otra explicación sugiere que, en tales circunstancias, el organismo se concentra en dirigir la sangre y el oxígeno hacia los órganos vitales, dejando desatendida la piel. En consecuencia, esta se torna más sensible a sufrir lesiones.
Los pacientes con una afección crónica o degenerativa tienen más probabilidades de desarrollar una úlcera de Kennedy. Aunque la insuficiencia orgánica antes señalada puede presentarse en cualquier persona que se acerca al final de su vida.
Este síntoma puede ser indicativo de una enfermedad terminal, progresiva y degenerativa, entre las que se incluyen las siguientes:
- Fibrosis pulmonar avanzada.
- Complicaciones por enfermedad de Parkinson.
- Cáncer, aunque se afirma que es menos frecuente en el caso de esta patología.
Tipos y características
Se pueden diferenciar dos tipos de úlcera terminal de Kennedy, según su presentación. La unilateral, como su nombre lo da a entender, aparece en un solo lado, sobre un glúteo. Es una lesión pequeña, de menos de 1 centímetro, con bordes irregulares, más oscuros y de rápido desarrollo.
La bilateral puede tener un tono púrpura y luego oscurecer más. Su aspecto es eritematoso o bien con erosión epidérmica. Aparece repentinamente, pero se desarrolla en un periodo que va de 2 semanas a unos meses antes de la muerte del paciente.
El aspecto de la úlcera terminal de Kennedy puede ser similar al de otras lesiones por presión. Sin embargo, tiene algunas características que la diferencian:
- Por lo general, aparece en la zona de piel por encima del hueso sacro. También en otras prominencias óseas (por ejemplo, el trocánter).
- La gama de colores varía, desde tonos rojos y amarillos hasta azul, violeta o negro.
- La forma es variable. A menudo tiene aspecto de mariposa, herradura o pera.
- Tiene bordes irregulares y es poco simétrica.
- Durante la última etapa comienza a inflamarse.
- La piel alrededor puede parecer más flácida.
- Debajo de la mancha, la textura es blanda.
En las investigaciones se señala que es de rápida evolución. Aparece y crece con velocidad, incluso en cuestión de horas.
Esto último es lo que permite diferenciarla de otras lesiones por presión o úlceras de decúbito, también llamadas escaras. Las mismas tardan días en desarrollarse en las personas que pasan mucho tiempo acostadas y sin realizar movimientos.
Diagnóstico, tratamiento y prevención
El diagnóstico de las UTK puede ser complicado, debido a las similitudes antes señaladas con respecto a otros tipos de lesión. A tales fines, el profesional de la salud debe observar los signos y conocer el historial médico del paciente.
Es posible solicitar análisis de sangre y otros exámenes, no por la úlcera de Kennedy en sí, sino para conocer qué tan avanzada está la patología subyacente. Aunque, en general, en estos momentos los pacientes suelen estar bajo constante supervisión.
Sin embargo, a veces es un familiar o un cuidador quien se percata del problema. En estos casos, es conveniente tomar nota de cuándo apareció y cómo ha cambiado la llaga.
Si se confirma que es una úlcera terminal de Kennedy, el médico dará recomendaciones para manejar la situación, con miras a asegurar el bienestar. El objetivo del tratamiento es mantener las heridas en buenas condiciones, aunque esto no significa intentar promover la cicatrización.
Hay que procurar que la persona se sienta cómoda y libre de dolor. A tales fines, se administrarán analgésicos, se colocarán vendajes para controlar los olores, así como se promoverán cambios posturales y el uso de cojines.
No hay forma de prevenir la aparición de la úlcera terminal de Kennedy. Se debe al deterioro fisiológico propio del organismo próximo a la muerte. La lesión seguirá su evolución, aun cuando el paciente reciba toda la atención necesaria.
El apoyo necesario
Si una persona cercana presenta úlcera de Kennedy, es un momento para despedirse e invitar a otros familiares y amigos a hacerlo. Si no está el médico, también puede ser apropiado llamarlo.
Es cierto que no es fácil ver aparecer estos signos; menos, si se trata de un ser querido. Pero sea cual sea la circunstancia, debemos brindar todo el apoyo emocional al paciente en estado terminal.
Y este apoyo también debe hacerse extensivo a los que están a su alrededor: padres, hijos, hermanos, pareja o amigos. Quienes cuidan a una persona que presenta una enfermedad grave, deben permitir que los ayuden con las tareas.
Recordemos que para poder cuidar a otros, también tenemos que cuidarnos nosotros. En caso de sentirnos muy abrumados o desanimados, puede ser necesario acudir a terapia o a grupos de apoyo para sobrellevar el desenlace y el eventual duelo.
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