Várices vulvares: qué son y cómo es su tratamiento

Al igual que las que aparecen en las piernas, las várices vulvares no son graves, aunque pueden causar algunas molestias e incomodidades. Sigue leyendo y te contamos más.
Várices vulvares: qué son y cómo es su tratamiento
Leidy Mora Molina

Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina.

Última actualización: 16 noviembre, 2023

Las várices vulvares son abultamientos venosos debidos al aumento del flujo sanguíneo durante el embarazo. Aparecen por lo general en la semana 20 de gesta, aunque no se presentan en todas las mujeres encinta.

Si bien no constituyen un peligro, en ocasiones llegan a ser bastante dolorosas. Asimismo, los síntomas suelen agudizarse cuando se permanece mucho tiempo de pie, afectando también la vida sexual de la mujer.



¿Qué son las várices vulvares?

Tanto desde el punto de vista físico como el emocional, tienen lugar diversos cambios durante el embarazo. Y en algunos casos, se pueden manifestar efectos secundarios a ellos. La mayoría son temporales.

Entre las molestias que surgen en esta etapa, se señalan las conocidas náuseas matutinas, así como los problemas de retención de líquidos, la acidez estomacal, la somnolencia y el estreñimiento, entre otros.

Uno de los cambios menos conocidos o mencionados son las várices vulvares. Como su nombre lo da a entender, se trata de un abultamiento venoso en la parte externa de la vagina.

Así como sucede en otras áreas del cuerpo, en la vulva hay vasos sanguíneos de diversos tamaños. De manera particular, las várices aquí aparecen aproximadamente a partir de la semana 20 en las venas superficiales de la vulva.

También puede haber algunas internas.

Por otra parte, si bien es cierto que un alto porcentaje de mujeres embarazadas desarrollan várices en las piernas, no sucede así con las vulvares. Estas se presentan solo en un 20 % de los casos, según señalan investigaciones sobre el tema. Por supuesto, es posible que se manifiesten de ambos tipos o en ambas zonas.

Cambios en el embarazo.
El embarazo cursa con cambios en el cuerpo de la mujer. Entre ellos, los digestivos y los vinculados al sistema reproductor son los más notorios.

Síntomas

Con las várices vulvares no siempre se presentan síntomas. De hecho, algunas mujeres ni siquiera las notan.

Pero en ocasiones llegan a ser dolorosas. Incluso, conforme avanza el embarazo, puede ser que aparezcan las molestias o se empeoren las mismas, ya que se incrementa la presión venosa.

De manera particular, dependiendo del mes en el que la mujer se encuentra, pueden producirse las siguientes molestias:

  • Sensación de presión en la zona genital.
  • Pinchazos o dolor punzante en la vagina
  • Inflamación en los labios, en la vulva en general y en el periné.
  • Protuberancias de color azulado que se perciben a simple vista.

Es posible que estas sensaciones se experimenten de un solo lado, pero pueden extenderse y afectar otras zonas, como el recto. Por otra parte, algunas actividades a menudo hacen que se incrementen las molestias. Por ejemplo, algunos ejercicios físicos en los que se ejerza presión sobre la zona o permanecer de pie por largo tiempo.

También hay más dolor al mantener relaciones sexuales.

¿Por qué aparecen las várices vulvares?

Con el embarazo se produce un aumento del flujo sanguíneo. Por otra parte, también ocurre un incremento de la presión venosa conforme crece el feto. Los desequilibrios hormonales propios del embarazo inciden en la dilatación de los vasos sanguíneos.

En consecuencia, todo se traduce en un mayor volumen de sangre que se acumula en la parte inferior del cuerpo, tanto en la pelvis como en las extremidades. Esto llevará a los abultamientos venosos en la vulva, en la zona pélvica, en el periné y en las piernas.

No en todas las embarazadas aparecen las várices vulvares. En este orden de ideas, hay otros factores que incrementan las posibilidades de que se presenten, como los siguientes:

  • Componente hereditario que predisponga.
  • Várices preexistentes en las piernas.
  • Niveles elevados de progesterona.
  • Excesivo aumento de peso.

Es oportuno señalar que las várices vulvares no solo ocurren en el embarazo. También pueden estar asociadas con un síndrome de congestión pélvico.

Tratamiento de las várices vulvares

Las várices vulvares no afectan al parto, ni siquiera cuando este es vaginal. Las mismas suelen desaparecer después de dar a luz, aproximadamente a las 6 semanas, sin necesidad de ninguna intervención.

El tratamiento, cuando se hace, puede dirigirse a aliviar los síntomas, aplicando algunas de las siguientes medidas:

  • Colocar una prenda de soporte especialmente diseñada para la zona vulvoperineal.
  • Utilizar medias de compresión.
  • Aplicar compresas frías.
  • Elevar las piernas.

En los casos de síndrome congestivo pélvico, se podrían plantear otras alternativas de abordaje, como fármacos flebotónicos, embolización de las venas o escleroterapia. No obstante, una vez que se han resuelto, es posible que las várices vulvares vuelvan a aparecer.

Medias de compresión.
Las medias de compresión contribuirían a mejorar el flujo venoso en toda la parte inferior del cuerpo. Como beneficio secundario, mejorarían la presión en la zona vulvar.

¿Se pueden prevenir?

No siempre es posible la prevención de las várices vulvares, aunque sí se puede influir en algunos de los factores que contribuyen con su aparición. Entre las precauciones que se recomiendan se tienen las siguientes:

  • No usar zapatos de tacón alto.
  • Dormir sobre el costado izquierdo.
  • Realizar actividad física moderada.
  • Evitar permanecer de pie o sentada durante mucho tiempo.
  • No usar prendas que aprieten demasiado la zona inguinal o las piernas.
  • Evitar la exposición al calor, ya que se dilatan más los vasos sanguíneos.
  • Tomar medidas para evitar o tratar el estreñimiento.
  • Poner las piernas en alto durante veinte minutos.
  • No depilarse con cera en la zona del bikini.
  • Vigilar la ganancia de peso.

¿Cuándo acudir al médico?

Las várices vulvares pueden ser dolorosas, sobre todo si son grandes, pero no afectan el parto. De hecho, son poco frecuentes los casos graves, aunque en ocasiones puede haber varicoflebitis (inflamación por la formación de un trombo).

En todo caso, ante cualquier molestia (dolor o abultamientos) que se observe en la zona de la vulva, es conveniente acudir a consulta. El médico realizará el diagnóstico y sugerirá las medidas pertinentes.


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