¿La vitamina D ayuda al sistema inmune?
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La vitamina D, entre otros nutrientes en particular, ejerce un papel importante en el desarrollo y preservación del sistema inmune. Si bien no es su única función, tener un aporte adecuado de la misma permite mantener la inmunidad del organismo en buenos niveles.
Los tejidos, células y moléculas que responden al sistema inmunitario requieren un impulso energético y estructural que les sea suficiente. Por esta razón, las enfermedades que se asocian a la deficiencia frente a los microorganismos, pueden estar en relación a malos hábitos alimenticios.
Vitamina D y sistema inmune
La protección que tenemos frente a agresiones externas está mediada por el sistema inmune. El mismo se constituye por dos unidades funcionales; una de ellas es con la cual nacemos (innata) y la otra se genera por exposición a organismos (adquirida). Ambas interactúan entre sí con el objetivo de preservar la salud.
A lo largo de los años se ha reconocido que la vitamina D es fundamental para el metabolismo del calcio, el fósforo, la integridad de los huesos y de los dientes. Sin embargo, no son los únicos puntos de acción.
Se comprobó, a través de investigaciones, que la forma activa de la vitamina D está relacionada con la auto tolerancia inmunológica y la efectividad frente a las infecciones. Es decir, el nutriente juega un papel en la capacidad que tiene el cuerpo de reconocer lo que es propio y lo que es ajeno.
Si bien se la conoce como una vitamina, presenta funciones hormonales y tiene receptores en tejidos diversos del organismo. Algunos autores la clasifican dentro del sistema endocrino, por ejemplo, delatando que su acción es diversa. Entre las células que reciben la acción del nutriente se encuentran las siguientes:
- Células asesinas o natural killers.
- Linfocitos T y B.
- Macrófragos.
- Monocitos.
Deficiencia de vitamina D y enfermedades
Tal es la variedad de acciones de la vitamina D, que su deficiencia es culpable de la génesis de múltiples patologías. Se encuentra asociada a enfermedades infecciosas, inmunitarias y de tipo inflamatorio.
El origen de ello radica en el potencial de la misma para impedir la multiplicación de las inmunoglobulinas, retardar la diferenciación celular y así frenar el mecanismo inflamatorio. La tuberculosis, la diabetes y la obesidad son ejemplos de la acción deficiente de vitamina D que repercute en síntomas.
En el plano digestivo, tanto la enfermedad celíaca, como la enfermedad de Crohn y las colitis ulcerosas, han demostrado vinculación a través de estudios científicos. Lo mismo sucede con el sistema inmune, en trastornos como el lupus eritematoso y la artritis reumatoidea.
Un estudio de la revista Nutrición hospitalaria publicado en el año 2017 sugiere que la mejora en el aporte de la vitamina D para el sistema inmune representa un estímulo frente a los síntomas de ciertas enfermedades. Esto incluye enfermedades complejas como el VIH y la esclerosis múltiple.
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Formas de obtener la vitamina D
La principal fuente de vitamina D es la exposición de la piel a la luz solar. Una pequeña parte, menor al 10 %, proviene de la ingesta con los alimentos.
En la exposición solar, es en realidad el cuerpo el que la produce, ya que los rayos ultravioleta reaccionan con el colesterol de la piel y producen un compuesto llamado D3 o colecalciferol. El mismo, luego de ser activado en el hígado y en el riñón, otorgan como producto final una sustancia hormonal.
Hay que exponerse al sol durante un mínimo de 15 minutos al día con la piel descubierta para obtener este beneficio. En las épocas de verano no se debe olvidar que los horarios tienen que estar recomendados por los profesionales y que el uso de protectores solares es indispensable para evitar quemaduras.
Respecto a las fuentes nutricionales, hay pocos alimentos que la contienen de forma natural, siendo los más comunes el pescado azul del tipo atún, caballa, sardinas y salmón. También la yema del huevo, algunas vísceras como el hígado y alimentos fortificados, como la leche y algunos cereales.
Suplementación con el nutriente
Es muy fácil obtener esta vitamina, pero esto no significa que su deficiencia no ocurra. En concreto, puede suceder en algunas zonas poco soleadas o en ciertos grupos de edad que por diversos motivos no se exponen lo suficiente, como los ancianos y niños.
En la actualidad se comercializan suplementos de D3 y D2. Hay estudios que demuestran que el colecalciferol puede ayudar a las personas con deficiencias a restablecer las defensas de su sistema inmune. De todos modos, no se trata de consumirlos por gusto. Primero debe mediar un análisis de sangre que determine los niveles séricos, para que un profesional de la salud prescriba su uso.
Tampoco es posible obtener resultados inmediatos. La suplementación con vitamina D para el sistema inmune apunta a largo plazo, considerando que son 3 meses como mínimo de empleo de la medicación.
Sigue leyendo: ¿Qué nos aporta la vitamina D?
La vitamina D ayuda en el sistema inmune
Esta vitamina es indispensable para el funcionamiento normal del sistema inmune. Si bien la salud en general requiere de un aporte determinado de energía y de diversos nutrientes, la ausencia de la misma puede notarse cuando hay recurrencia de algunas enfermedades, mal aspecto de la piel y debilitamiento óseo y dental.
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