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Cómo entender y manejar el síndrome premenstrual, ahora reconocido como un trastorno real

4 minutos
Similar al síndrome premenstrual, el trastorno disfórico premenstrual afecta a miles de mujeres, pero aún es poco conocido. Los expertos explican por qué ocurre y cómo manejarlo.
Cómo entender y manejar el síndrome premenstrual, ahora reconocido como un trastorno real
Escrito por Equipo Editorial
Última actualización: 21 octubre, 2025

Muchas mujeres conocen y conviven con el síndrome premenstrual (SPM), pero pocas han oído hablar sobre el trastorno disfórico premenstrual (TDPM), que se produce cuando los síntomas son mayores que en el primero.

Según el doctor Tomás Gómez, ginecólogo experto en Endometriosis y Adenomiosis del Centro AIMA, “las alteraciones son tan intensas que impiden el desempeño normal de las actividades diarias de las mujeres”.

Para entender mejor este trastorno, hablamos con el doctor Gómez y con la psiquiatra Ana Isabel Sanz, del Instituto Psiquiátrico Ipsias, quienes explican cómo el trastorno disfórico premenstrual afecta tanto al cuerpo como al estado de ánimo y por qué reconocerlo puede cambiar la calidad de vida.

Cuando el síndrome premenstrual se vuelve un trastorno

El síndrome premenstrual se caracteriza por síntomas como hinchazón, dolor de cabeza, sensibilidad en los senos, cambios de humor, irritabilidad y fatiga. Cuando esos síntomas son de alta intensidad, se considera un trastorno, porque “son lo suficientemente severos como para causar un sufrimiento extremo y deteriorar la capacidad de la persona para funcionar en su vida laboral, social o diaria”, explica Gómez.

Los síntomas del trastorno disfórico premenstrual son muy intensos, pero también son recortados en el tiempo. Aparecen en torno a una semana (5-10 días) antes de la menstruación y desaparecen por completo pocos días desde que comienza el periodo. No dejan secuelas entre ciclo y ciclo.

Además, el ginecólogo aclara que las pacientes que presentan SPM o TDPM producen hormonas sexuales en una cantidad similar al resto de mujeres, pero las células de su cuerpo, incluidas las neuronas, tienen una mayor sensibilidad ante esas hormonas, en particular, ante la progesterona.

“Existe una fuerte evidencia de que la predisposición al trastorno disfórico premenstrual tiene un componente hereditario”.

Tomás Gómez

Lo que se ha descubierto es que las variaciones genéticas pueden afectar la forma en que se sintetizan, metabolizan o responden los receptores a las hormonas sexuales. Y, aunque no son la causa, “los malos hábitos (dieta deficiente, falta de ejercicio, alto estrés, sueño inadecuado) pueden empeorar los síntomas en aquellas mujeres que ya tienen la predisposición biológica”, explica el doctor.

El impacto emocional del trastorno disfórico premenstrual

Ana Isabel Sanz, psiquiatra especializada en trastornos afectivos y ansiedad, señala que el Trastorno Disfórico Premenstrual incide de forma grave sobre el estado de ánimo. También altera la capacidad de concentración y la energía, con la consecuente disminución del desempeño de cualquier actividad.

“En psiquiatría está incluido entre las variantes de los trastornos depresivos; produce alteraciones notables del estado anímico, desde la depresión a la ira, pasando por la ansiedad, la irritabilidad y la desesperanza. Estas manifestaciones anímicas pueden acompañarse de ideas y tentativas suicidas”.

Ana Isabel Sanz

En la misma línea, el doctor Gómez aclara que “la fluctuación de los estrógenos y la progesterona interactúa con el sistema de la serotonina, neurotransmisor encargado de regular el estado de ánimo, el sueño y el apetito”. Es por esto que las mujeres con SPM o TDPM tienen una menor actividad de serotonina durante la fase premenstrual, lo cual “contribuye a la depresión, la irritabilidad y los antojos (especialmente de carbohidratos)”.

Un trastorno poco explorado, pero cada vez más conocido

Según la doctora, se sigue investigando la relación de este trastorno con factores inmunológicos y con la microbiota del intestino y de la zona genital. “Pero todavía no se conoce por qué determinadas mujeres (hasta el 5%) son mucho más sensibles a los cambios propios de la ovulación. El elemento central son las fluctuaciones hormonales que se producen en torno a la ovulación, principalmente la elevación de los estrógenos. Se está estudiando aún cómo las fluctuaciones hormonales pueden producir cambios bruscos en los niveles de serotonina”.

Aunque hace casi tres décadas que es reconocido como un trastorno diferenciado y es más grave que el síndrome premenstrual, la doctora Sanz considera que “hoy sigue siendo un diagnóstico poco explorado, aunque la atención que se le presta se ha incrementado sustancialmente, habiéndose incluso desarrollado a escalas que objetivan la relación de los síntomas afectivos con el momento del ciclo”.

“A muchas mujeres explicarles que este sufrimiento no es un defecto suyo sino un trastorno reconocido les alivia y desculpabiliza”.

Ana Isabel Sanz

Tratamientos y recomendaciones para aliviar los síntomas

Cuando se llega a padecer el trastorno disfórico premenstrual, uno de los abordajes médicos más eficaces es el tratamiento con antidepresivos (en concreto los ISRS), “tanto de forma continua como en forma intermitente en ciertas fases del ciclo menstrual”, explica la doctora Sanz. En algunos casos, el uso de diuréticos también puede ayudar.

Mientras tanto, es posible manejarlo si no es tan severo. Las recomendaciones de Gómez son seguir una dieta antiinflamatoria que se componga de “proteínas, fibra y carbohidratos complejos, evitando el consumo de azúcares refinados para mantener los niveles de glucosa en sangre adecuados para que exista un correcto funcionamiento de la serotonina”.

Además, sugiere realizar ejercicio, tanto aeróbico para ayudar a “liberar endorfinas”, como de fuerza porque “aumenta la producción de moléculas antiinflamatorias”. Y, como consejo extra, conviene intentar controlar el estrés y tener un buen descanso por las noches. Todo ello ayudará a reducir la intensidad de los síntomas y tener una mejor calidad de vida.

Muchas mujeres conocen y conviven con el síndrome premenstrual (SPM), pero pocas han oído hablar sobre el trastorno disfórico premenstrual (TDPM), que se produce cuando los síntomas son mayores que en el primero.

Según el doctor Tomás Gómez, ginecólogo experto en Endometriosis y Adenomiosis del Centro AIMA, “las alteraciones son tan intensas que impiden el desempeño normal de las actividades diarias de las mujeres”.

Para entender mejor este trastorno, hablamos con el doctor Gómez y con la psiquiatra Ana Isabel Sanz, del Instituto Psiquiátrico Ipsias, quienes explican cómo el trastorno disfórico premenstrual afecta tanto al cuerpo como al estado de ánimo y por qué reconocerlo puede cambiar la calidad de vida.

Cuando el síndrome premenstrual se vuelve un trastorno

El síndrome premenstrual se caracteriza por síntomas como hinchazón, dolor de cabeza, sensibilidad en los senos, cambios de humor, irritabilidad y fatiga. Cuando esos síntomas son de alta intensidad, se considera un trastorno, porque “son lo suficientemente severos como para causar un sufrimiento extremo y deteriorar la capacidad de la persona para funcionar en su vida laboral, social o diaria”, explica Gómez.

Los síntomas del trastorno disfórico premenstrual son muy intensos, pero también son recortados en el tiempo. Aparecen en torno a una semana (5-10 días) antes de la menstruación y desaparecen por completo pocos días desde que comienza el periodo. No dejan secuelas entre ciclo y ciclo.

Además, el ginecólogo aclara que las pacientes que presentan SPM o TDPM producen hormonas sexuales en una cantidad similar al resto de mujeres, pero las células de su cuerpo, incluidas las neuronas, tienen una mayor sensibilidad ante esas hormonas, en particular, ante la progesterona.

“Existe una fuerte evidencia de que la predisposición al trastorno disfórico premenstrual tiene un componente hereditario”.

Tomás Gómez

Lo que se ha descubierto es que las variaciones genéticas pueden afectar la forma en que se sintetizan, metabolizan o responden los receptores a las hormonas sexuales. Y, aunque no son la causa, “los malos hábitos (dieta deficiente, falta de ejercicio, alto estrés, sueño inadecuado) pueden empeorar los síntomas en aquellas mujeres que ya tienen la predisposición biológica”, explica el doctor.

El impacto emocional del trastorno disfórico premenstrual

Ana Isabel Sanz, psiquiatra especializada en trastornos afectivos y ansiedad, señala que el Trastorno Disfórico Premenstrual incide de forma grave sobre el estado de ánimo. También altera la capacidad de concentración y la energía, con la consecuente disminución del desempeño de cualquier actividad.

“En psiquiatría está incluido entre las variantes de los trastornos depresivos; produce alteraciones notables del estado anímico, desde la depresión a la ira, pasando por la ansiedad, la irritabilidad y la desesperanza. Estas manifestaciones anímicas pueden acompañarse de ideas y tentativas suicidas”.

Ana Isabel Sanz

En la misma línea, el doctor Gómez aclara que “la fluctuación de los estrógenos y la progesterona interactúa con el sistema de la serotonina, neurotransmisor encargado de regular el estado de ánimo, el sueño y el apetito”. Es por esto que las mujeres con SPM o TDPM tienen una menor actividad de serotonina durante la fase premenstrual, lo cual “contribuye a la depresión, la irritabilidad y los antojos (especialmente de carbohidratos)”.

Un trastorno poco explorado, pero cada vez más conocido

Según la doctora, se sigue investigando la relación de este trastorno con factores inmunológicos y con la microbiota del intestino y de la zona genital. “Pero todavía no se conoce por qué determinadas mujeres (hasta el 5%) son mucho más sensibles a los cambios propios de la ovulación. El elemento central son las fluctuaciones hormonales que se producen en torno a la ovulación, principalmente la elevación de los estrógenos. Se está estudiando aún cómo las fluctuaciones hormonales pueden producir cambios bruscos en los niveles de serotonina”.

Aunque hace casi tres décadas que es reconocido como un trastorno diferenciado y es más grave que el síndrome premenstrual, la doctora Sanz considera que “hoy sigue siendo un diagnóstico poco explorado, aunque la atención que se le presta se ha incrementado sustancialmente, habiéndose incluso desarrollado a escalas que objetivan la relación de los síntomas afectivos con el momento del ciclo”.

“A muchas mujeres explicarles que este sufrimiento no es un defecto suyo sino un trastorno reconocido les alivia y desculpabiliza”.

Ana Isabel Sanz

Tratamientos y recomendaciones para aliviar los síntomas

Cuando se llega a padecer el trastorno disfórico premenstrual, uno de los abordajes médicos más eficaces es el tratamiento con antidepresivos (en concreto los ISRS), “tanto de forma continua como en forma intermitente en ciertas fases del ciclo menstrual”, explica la doctora Sanz. En algunos casos, el uso de diuréticos también puede ayudar.

Mientras tanto, es posible manejarlo si no es tan severo. Las recomendaciones de Gómez son seguir una dieta antiinflamatoria que se componga de “proteínas, fibra y carbohidratos complejos, evitando el consumo de azúcares refinados para mantener los niveles de glucosa en sangre adecuados para que exista un correcto funcionamiento de la serotonina”.

Además, sugiere realizar ejercicio, tanto aeróbico para ayudar a “liberar endorfinas”, como de fuerza porque “aumenta la producción de moléculas antiinflamatorias”. Y, como consejo extra, conviene intentar controlar el estrés y tener un buen descanso por las noches. Todo ello ayudará a reducir la intensidad de los síntomas y tener una mejor calidad de vida.

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.