Ryan Holiday, autor estoico, "No dejes que tu ego se interponga en tu potencial"

¿Y si la persona que más te impide avanzar fueras tú mismo? Hay un enemigo silencioso que todos llevamos dentro y se disfraza de confianza, de ambición o de deseo de reconocimiento.
En su influyente libro, El ego es el enemigo, el autor estoico Ryan Holiday plantea que nuestro mayor adversario en la vida no es externo, sino que se trata de nuestro propio ego. A diferencia de una confianza sana, este ego es más bien una creencia desmedida sobre la propia importancia y termina por sabotearnos.
Qué es el ego del que habla Holiday
Cuando Holiday habla de “ego”, no se refiere a la autoestima ni la confianza en uno mismo. En este contexto, el ego es una mezcla de arrogancia, ambición y una necesidad insaciable de ser percibido como alguien superior.
Como menciona Holiday, “Sin duda, es más placentero centrarse en nuestros talentos y fortalezas, pero, ¿a dónde nos lleva eso? La arrogancia y el egocentrismo inhiben el crecimiento. Lo mismo ocurre con la fantasía y la ‘visión'”.
Entonces, es una voz interior que nos desconecta de la realidad. Y que, además, nos vuelve sordos a la crítica y nos convence de que merecemos mucho más de lo que tenemos.
Las 3 etapas en las que el ego te tiende una trampa
Holiday estructura su argumento tomando en cuenta las tres fases que, para él, atraviesa cualquier proyecto. En cada una, el ego se manifiesta de una forma particular impidiendo nuestro crecimiento.
1. En la aspiración
Cuando estamos empezando un proyecto, el ego nos hace hablar antes de actuar. Entonces, nos convence de que somos demasiado buenos para el trabajo de aprendiz y nos impide escuchar a los mentores con más experiencia. Preferimos la fantasía de la grandeza antes que el esfuerzo real que se necesita para construirla.
“Sencillamente: no hay que alardear. Eso no sirve para nada”.
La forma de enfrentar al ego durante esta fase es con la humildad. La estrategia consiste en enfocarnos en el proceso y no en el resultado, adoptando una actitud de “eterno aprendiz” siempre dispuestos a escuchar y a hacer el trabajo que sea necesario.
2. En el éxito
Cuando hemos alcanzado una meta y tenemos éxito, el ego se vuelve aún más peligroso. Nos vuelve más paranoicos y nos aísla, impidiendo que escuchemos las críticas que pueden hacernos crecer. También, nos hace creer que somos infalibles y que nuestro éxito se debe solo a nuestro genio.
La contracara para abandonar esta forma de actuar es la sobriedad y la autoconciencia. Debemos mantenernos anclados a la realidad, rodeados de personas que se atrevan a decirnos la verdad y entendiendo que siempre podemos seguir aprendiendo. Además, como Holiday destaca: “No necesitamos logros para sentirnos bien ni para ser lo suficientemente buenos. ¿Qué necesitamos? La verdad: ¡poco!”.
3. En el fracaso
Cuando nos enfrentamos a alguna adversidad, el ego hace que recuperarse se vuelva casi imposible. En lugar de buscar una lección que aprender, busca culpables e impide la aceptación de la realidad. Así, convierte cualquier contratiempo en una crisis de identidad porque no puede soportar la humildad que requiere admitir un error.
En su lugar, debemos tener resiliencia y practicar la aceptación. La solución es analizar lo ocurrido de forma objetiva, asumir la responsabilidad, aprender del error y tener la voluntad para empezar de nuevo.
“El único fracaso real es el abandono de los principios”.
Para Holiday, el ego se interpone con nuestro potencial en cada fase, saboteando nuestra capacidad de aprender, de evolucionar y de recuperarnos. Por eso, la alternativa que propone el autor es tener un compromiso constante con la humildad, la autoconciencia y un trabajo constante con uno mismo, por encima de darle tanta relevancia a las recompensas.
Como él mismo destaca: “Debes practicar verte con cierta distancia, cultivando la capacidad de salir de tu propia mente. El desapego es una especie de antídoto natural contra el ego”.
¿Y si la persona que más te impide avanzar fueras tú mismo? Hay un enemigo silencioso que todos llevamos dentro y se disfraza de confianza, de ambición o de deseo de reconocimiento.
En su influyente libro, El ego es el enemigo, el autor estoico Ryan Holiday plantea que nuestro mayor adversario en la vida no es externo, sino que se trata de nuestro propio ego. A diferencia de una confianza sana, este ego es más bien una creencia desmedida sobre la propia importancia y termina por sabotearnos.
Qué es el ego del que habla Holiday
Cuando Holiday habla de “ego”, no se refiere a la autoestima ni la confianza en uno mismo. En este contexto, el ego es una mezcla de arrogancia, ambición y una necesidad insaciable de ser percibido como alguien superior.
Como menciona Holiday, “Sin duda, es más placentero centrarse en nuestros talentos y fortalezas, pero, ¿a dónde nos lleva eso? La arrogancia y el egocentrismo inhiben el crecimiento. Lo mismo ocurre con la fantasía y la ‘visión'”.
Entonces, es una voz interior que nos desconecta de la realidad. Y que, además, nos vuelve sordos a la crítica y nos convence de que merecemos mucho más de lo que tenemos.
Las 3 etapas en las que el ego te tiende una trampa
Holiday estructura su argumento tomando en cuenta las tres fases que, para él, atraviesa cualquier proyecto. En cada una, el ego se manifiesta de una forma particular impidiendo nuestro crecimiento.
1. En la aspiración
Cuando estamos empezando un proyecto, el ego nos hace hablar antes de actuar. Entonces, nos convence de que somos demasiado buenos para el trabajo de aprendiz y nos impide escuchar a los mentores con más experiencia. Preferimos la fantasía de la grandeza antes que el esfuerzo real que se necesita para construirla.
“Sencillamente: no hay que alardear. Eso no sirve para nada”.
La forma de enfrentar al ego durante esta fase es con la humildad. La estrategia consiste en enfocarnos en el proceso y no en el resultado, adoptando una actitud de “eterno aprendiz” siempre dispuestos a escuchar y a hacer el trabajo que sea necesario.
2. En el éxito
Cuando hemos alcanzado una meta y tenemos éxito, el ego se vuelve aún más peligroso. Nos vuelve más paranoicos y nos aísla, impidiendo que escuchemos las críticas que pueden hacernos crecer. También, nos hace creer que somos infalibles y que nuestro éxito se debe solo a nuestro genio.
La contracara para abandonar esta forma de actuar es la sobriedad y la autoconciencia. Debemos mantenernos anclados a la realidad, rodeados de personas que se atrevan a decirnos la verdad y entendiendo que siempre podemos seguir aprendiendo. Además, como Holiday destaca: “No necesitamos logros para sentirnos bien ni para ser lo suficientemente buenos. ¿Qué necesitamos? La verdad: ¡poco!”.
3. En el fracaso
Cuando nos enfrentamos a alguna adversidad, el ego hace que recuperarse se vuelva casi imposible. En lugar de buscar una lección que aprender, busca culpables e impide la aceptación de la realidad. Así, convierte cualquier contratiempo en una crisis de identidad porque no puede soportar la humildad que requiere admitir un error.
En su lugar, debemos tener resiliencia y practicar la aceptación. La solución es analizar lo ocurrido de forma objetiva, asumir la responsabilidad, aprender del error y tener la voluntad para empezar de nuevo.
“El único fracaso real es el abandono de los principios”.
Para Holiday, el ego se interpone con nuestro potencial en cada fase, saboteando nuestra capacidad de aprender, de evolucionar y de recuperarnos. Por eso, la alternativa que propone el autor es tener un compromiso constante con la humildad, la autoconciencia y un trabajo constante con uno mismo, por encima de darle tanta relevancia a las recompensas.
Como él mismo destaca: “Debes practicar verte con cierta distancia, cultivando la capacidad de salir de tu propia mente. El desapego es una especie de antídoto natural contra el ego”.
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- Holiday, R. (2017). El ego es el enemigo. Paidós.
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