Gingivoestomatitis en niños: ¿qué es y cómo actuar?

La aparición de muchas llagas en la boca de los niños puede deberse a una gingivoestomatitis. Te contamos más sobre este cuadro tan molesto.
Vanesa Evangelina Buffa

Escrito y verificado por la odontóloga Vanesa Evangelina Buffa.

Última actualización: 06 julio, 2023

Las lesiones en la mucosa bucal pueden deberse a distintas causas y afectar tanto a grandes como a chicos. En este artículo te contamos sobre la gingivoestomatitis en niños; un trastorno que ocasiona muchas molestias en la boca de los más pequeños.

Se trata de una afección bastante común en la infancia, como resultado de una infección viral o bacteriana. La más habitual es la que ocasiona el virus del herpes simple.

Las lesiones bucales y el malestar caracterizan el cuadro que suele ser motivo de preocupación para los padres. Pues además de la incomodidad, los pequeños babean en exceso, tienen fiebre y se niegan a comer y a beber.

¿Qué es la gingivoestomatitis en los niños?

La gingivoestomatitis en los niños es un cuadro que se caracteriza por la aparición de múltiples lesiones dolorosas y molestas en la mucosa oral. La mayoría de las veces se produce cuando el virus del herpes simple tipo 1 (HSV-1) infecta por primera vez la boca de los pequeños.

Pero este cuadro de mucosas inflamadas y llagas también puede ocasionarse por otras infecciones. El virus coxsackie y las bacterias Streptococcus y Actinomyces pueden ser responsables, aunque con menor frecuencia.

La gingivoestomatitis es una enfermedad que ocurre en bebés y niños, en general antes de los 6 años. El agente causal llega a la boca a través de la saliva.

Y en una etapa en la que el niño todo se lo lleva a la boca; los juguetes, los vasos, los chupetes, los biberones o cualquier objeto contaminado pueden ser la vía de transmisión.

La manera en que se desarrolla y manifiesta depende de muchos factores:

  • Higiene oral deficiente.
  • Diminución de las defensas.
  • Costumbre de besar al niño en la boca.
  • Déficit nutricional, sobre todo de vitaminas C y B.
  • Hábito de llevarse a la boca objetos o las manos sin lavar.

En el caso de la gingivoestomatitis herpética, una vez superado el cuadro, el virus suele permanecer almacenado en el cuerpo del niño y se mantiene en estado latente. Cuando se presentan situaciones que favorecen su reactivación puede volver a provocar manifestaciones, aunque más leves que la primera vez.

La disminución de las defensas, las situaciones de estrés, la exposición al sol o al frío, los traumatismos y otros estados de inmunosupresión predisponen la reactivación del virus. Las lesiones suelen aparecer en los labios o dentro de la boca y generan una sensación de picor característico antes de visualizarse. Tienen el aspecto de un ramillete de pequeñas vesículas.

Virus que causa gingivoestomatitis en niños.
La causa viral es la etiología más común de esta enfermedad en los infantes.

Síntomas de la gingivoestomatitis en los niños

La gingivoestomatitis en los niños se manifiesta con inflamación y múltiples ulceraciones dolorosas dentro de la boca. Se localizan en las encías, las mejillas, sobre la lengua, el paladar y la cara interna de los labios. Aunque también pueden afectar a la mucosa de la garganta.

Cuando el proceso comienza, las lesiones se ven como pequeñas ampollas rojas con contenido líquido. Al romperse, dan lugar a ulceraciones de gran tamaño cubiertas por una membrana grisácea o amarillenta y rodeadas de un halo rojo inflamado.

Estas úlceras son muy dolorosas. Es lo que genera la incomodidad e irritabilidad del niño en todo momento.

Además, los pacientes con gingivoestomatitis pueden presentar los siguientes síntomas asociados:

  • Mal aliento.
  • Dolor de cabeza.
  • Exceso de babeo.
  • Cansancio y malestar general.
  • Dolor de garganta al tragar.
  • Fiebre mayor a 38 °C persistente.
  • Falta de apetito o rechazo a las comidas y bebidas.
  • Ganglios cervicales aumentados de tamaño y dolorosos.
  • Encías rojas, inflamadas, hinchadas, que sangran con facilidad.

¿Cómo se diagnostica?

En general, para arribar al diagnóstico de gingivoestomatitis en los niños, el examen clínico de la boca suele ser suficiente. Las características de las lesiones y la asociación de otros síntomas orientan al profesional.

De todos modos, si el médico lo cree pertinente o considera que el proceso no está claro, se pueden realizar algunas pruebas. Tomar una muestra de la lesión y pedir un cultivo es una manera de determinar el agente que está originando el proceso. Así se podrá detectar si se trata de una bacteria, como una faringitis estreptocócica, o algo viral.

El médico también puede realizar una biopsia, extrayendo una porción de mucosa de la lesión. Esto no es lo más común y suele utilizarse en casos dudosos para descartar otros tipos de úlceras bucales.


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¿Cómo se trata la gingivoestomatitis en los niños?

Las lesiones y las molestias de la gingivoestomatitis en los niños suelen durar entre 10 y 18 días. Y en general se resuelven sin tratamiento, de manera espontánea.

Pero dada la incomodidad del cuadro, la irritabilidad del niño y la preocupación de los padres, el uso de algunas medidas terapéuticas para calmar los síntomas se hace necesario. Así, la medicación y los remedios caseros serán un alivio que ayudarán al pequeño a sentirse mejor hasta tanto culmine el proceso.

Para tratar la gingivoestomatitis en los niños es fundamental acudir al pediatra para que evalúe la boca y llegue a un diagnóstico preciso. Pues muchos cuadros pueden tener síntomas parecidos, pero requerirán otras medidas.

Cuando se confirme el diagnóstico, el profesional puede indicar tratamientos farmacológicos para el dolor, la fiebre y la inflamación, como el ibuprofeno. Y si el proceso está causado por alguna bacteria puede ser necesario el uso de algún antibiótico.

Recuerda que nunca se debe medicar al niño sin la indicación de un médico.

Puede que el pediatra sugiera usar anestésicos locales que se colocan sobre las mucosas para no sentir dolor en el momento de las comidas. Pero su uso no es tan seguro en niños, por lo que se reserva para casos puntuales en los que el profesional lo considere pertinente.

Por último, también es fundamental procurar que el niño coma y se hidrate de manera adecuada mientras cursa la infección. Las molestias en la boca suelen llevar a que el pequeño rechace la alimentación y con ello aumenta el riesgo de deshidratación.



Cómo cuidar al niño con gingivoestomatitis en el hogar

Más allá del tratamiento que sugiera el médico, existen algunas prácticas caseras que pueden aliviar las molestias. Estos son consejos que pueden ayudar al pequeño a sentirse mejor:

  • Cuidar la dieta: ofrecer al niño comidas frescas y blandas como flanes, gelatina, helados o puré de manzana ayuda a disminuir el dolor. Se deben evitar alimentos duros, crocantes, ácidos, muy salados o picantes.
  • Hidratación: dar de beber abundante agua evita complicaciones.
  • Descanso: es importante ayudar al niño a descansar. Las siestas contribuirán a que se relaje.
  • Higiene oral: se debe mantener la boca limpia, cepillando dientes y lengua con mucha suavidad.
  • Evitar el contagio: tanto el niño como sus cuidadores deben lavarse de manera correcta y frecuente las manos y los objetos y utensilios que el pequeño se lleva a la boca. Si el infante asiste a una guardería, esos días deberá guardar reposo.

Complicaciones posibles

Ya te contamos que la gingivoestomatitis en los niños suele durar alrededor de 2 semanas. Al cabo de ese tiempo, las lesiones desaparecen sin dejar secuelas.

Pero debes saber que, aunque no sea lo más usual, el cuadro puede complicarse. Uno de los riesgos es la deshidratación. La negación a comer y a beber por la incomodidad de las llagas en la boca lleva a que el niño no recupere los líquidos perdidos.

Cuando el proceso es provocado por el virus HSV-1 existe la posibilidad de propagarlo a otras zonas del cuerpo. Si se infectan los ojos, por ejemplo, se desarrolla un cuadro llamado queratitis por herpes.

La paroniquia es la infección alrededor de las uñas que también ocurre por la autoinoculación accidental del virus a partir de las llagas bucales. Las esofagitis, la epiglotitis, la encefalitis o la neumonitis son complicaciones mucho más raras. Suelen presentarse en niños que sufren alguna deficiencia en su sistema inmunitario.

Autoinoculación del virus herpes en la gingivoestomatitis.
La autoinoculación del virus herpes es habitual por el rascado o por llevar los dedos a la boca.

¿Cuándo acudir al médico?

Cuando los niños cursan un cuadro de gingivoestomatitis, los padres deberán estar atentos a ciertos signos de alarma que pueden indicar que el proceso no evoluciona bien:

  • Mareos.
  • Convulsiones.
  • Boca y piel seca.
  • Ausencia de lágrimas.
  • Ritmo respiratorio acelerado.
  • Negativa a comer y a beber líquidos.
  • Dolor de estómago, diarrea o sarpullidos.
  • Cansancio, decaimiento y sueño excesivo.
  • Fiebre muy alta y persistente que no baja con la medicación.
  • Persistencia o empeoramiento de las llagas luego de 2 semanas.
  • Pañales secos, constipación o disminución en el número de las micciones diarias.

¿Cómo prevenir la gingivoestomatitis en los niños?

Atender los dientes y las encías de los niños con una higiene bucal adecuada ayuda a disminuir el riesgo de contraer esta enfermedad. Cuidar la dieta y ofrecer una alimentación variada y nutritiva que garantice el adecuado aporte de vitaminas y minerales también es fundamental.

Evitar el contacto físico de personas que estén cursando una infección también es clave para evitar el contagio. Asimismo, es importante insistir con el lavado de manos del paciente y de los cuidadores. Así como con la limpieza de los juguetes, los utensilios y otros objetos que el pequeño se lleva a la boca.

Con buenos hábitos de higiene y alimentación disminuye el riesgo de padecer este tipo de trastorno. Y a la vez, se está enseñando a los niños a ser responsables con su salud.

El acompañamiento del cuadro

La gingivoestomatitis en los niños es un cuadro muy molesto y doloroso. Las llagas en la boca impiden que los pequeños sigan con su vida normal. Y sus padres sufren con ellos al no saber cómo aliviarlos.

Acudir al pediatra y seguir sus recomendaciones es lo más indicado para ayudar a tu hijo. El profesional te ayudará a transitar el proceso con confianza, sabiendo qué hacer y cómo acompañar a tu pequeño.

Este trastorno se resolverá al cabo de unas semanas sin dejar secuelas posteriores. Pero mientras dure, la paciencia y el cariño tendrán un rol clave para que el niño esté lo mejor posible.


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