¿Qué sería de nuestro mundo sin arte ni cultura?

Un mundo sin arte ni cultura sería deprimente, asfixiante y sin sentido. Veamos por qué.

Imaginemos un mundo sin arte ni cultura; no existirían las novelas, el cine, la música, la poesía, las pinturas, el teatro… Imaginemos que en ese mundo hay radio y televisión, pero solo se trasmiten noticias. Todos estudian carreras indispensables; los libros son solo de leyes, matemáticas, medicina, ingeniería.

En este mundo no existen los museos, las galerías ni los conciertos. Los niños no dibujan ni cantan; tampoco juegan con juguetes de colores.

En los hogares y los trabajos, las paredes son blancas y vacías. Solo se habla de economía, política o ciencias. En las fiestas o celebraciones solo se escucha el murmurar de la gente y el sonido de las copas o cubiertos.

Podríamos seguir describiendo este mundo distópico, pero ya entendimos el punto. Un mundo sin arte ni cultura sería deprimente, asfixiante y sin sentido.

El mundo sin arte ni cultura

Muchas personas subestiman el valor del arte en la humanidad y tienden a creer que es un aspecto prescindible para la vida. Si bien las producciones artísticas y culturales no satisfacen las necesidades vitales del organismo (como el hambre, el sueño o la sed), también es cierto que sin ellas no seríamos más que autómatas sin propósito.

Menos diversión y alegría

Una de las consecuencias más obvias de vivir en un mundo sin arte ni cultura es la carencia de alegría y diversión. Las producciones artísticas nos brindan un espacio para maravillarnos, deleitarnos y olvidarnos de los problemas cotidianos.

¿Quién no ha despejado su mente leyendo una novela de ficción o viendo una película? ¿Quién no se ha emocionado frente a una pintura de Miguel Ángel o de Leonardo Da Vinci? Estas pequeñas experiencias son las que nos permiten un tiempo fuera y cultivar nuestro espacio interior.

Menos comprensión y pensamiento crítico

Por otro lado, el arte no solo brinda alegría y alivio, sino que también nos refleja los horrores del mundo y nos muestra verdades incómodas. Muchos artistas han plasmado en sus obras aquellos aspectos deplorables de la humanidad, lo que ha abierto los ojos de muchas personas y promovido un pensamiento más crítico.

Estos resultados no solo nos han llevado a tener mayor empatía y amabilidad con el mundo que nos rodea, sino que también nos ha impulsado a alzar la voz y hacer algo al respecto.

Menos humanidad

El arte es una de las producciones más elevadas de la especie humana. A través de él, los artistas no solo expresan ideas o emociones, sino que trasmiten mensajes que nos hacen reflexionar sobre nuestra existencia, los problemas sociales o la vida en general.

Por lo tanto, es una herramienta imprescindible para la trasformación personal y la educación de las sociedades.

Mayor amnesia social

El arte y la cultura cuentan la historia de los pueblos. Por ello, son importantes para conservar la identidad y el patrimonio de cada sociedad, transmitiéndolos de generación en generación.

Si viviéramos en un mundo sin arte ni cultura, no sabríamos identificar quiénes somos como pueblo y qué nos define. Asimismo, ignoraríamos los errores que han cometido nuestros antepasados en épocas anteriores, por lo que estaríamos condenados a repetirlos.

El arte como terapia

La importancia del arte en nuestras vidas también se hace evidente en su capacidad sanadora. Como terapia, el arte puede brindar paz, felicidad, amor y esperanza a los seres humanos.

En estos casos, las personas pueden acudir a producciones artísticas para aliviar sus malestares emocionales. Como escuchar música para manejar la tristeza o leer un libro para despejar el estrés.

Asimismo, las personas suelen crear obras de arte para canalizar sus estados emocionales, como un intento de catarsis. Se ha comprobado que estas formas de expresión no solo han contribuido a la sanación de diversos trastornos psicológicos, sino que también han ayudado a las personas a conocerse mejor y a desarrollarse.

Arte y cultura para ser humanos

En suma, un mundo sin arte ni cultura estaría poblado por personas que no sienten ni piensan de manera crítica. Seríamos una especie de robot o animal primitivo, cuyo propósito de vida no va más allá de garantizar la propia supervivencia. Aceptaríamos todo sin cuestionar.

De allí la importancia de cultivar el arte y la cultura en la sociedad, incluyéndolos en nuestra cotidianeidad y educación. En la actualidad, existen muchas personas que dan prioridad a aspectos banales, que no hacen más que socavar nuestro rasgo distintivo de seres humanos.