¿Cómo se relacionan el sistema linfático y el sistema circulatorio?

El sistema linfático y el circulatorio son dos grandes redes de vasos que contienen líquido en su interior. Te explicamos cómo se relacionan entre sí y cuál es la función de cada uno.
¿Cómo se relacionan el sistema linfático y el sistema circulatorio?
Leonardo Biolatto

Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto.

Escrito por Leonardo Biolatto

Última actualización: 09 julio, 2023

El sistema linfático y el circulatorio son dos estructuras fundamentales del organismo. Ambos están formados por una red extensa de vasos que recorren todo el cuerpo. A menudo se tiende a pensar que son independientes y cerrados, pero no es así.

El sistema linfático y el circulatorio están interconectados. La función principal de dicha conexión es controlar la cantidad de líquido presente en el cuerpo. También permite combatir infecciones y enfermedades.

Puede ser complejo entender cómo funcionan. Por ello, en este artículo te explicamos todo lo que debes saber sobre la circulación sanguínea y el sistema linfático y cómo se relacionan entre sí.

¿Qué es el sistema circulatorio?

El sistema circulatorio es el encargado de transportar la sangre hacia los tejidos y órganos de todo el cuerpo. Está formado por los vasos sanguíneos y el corazón. Este último es la bomba que permite impulsar la sangre a través de los vasos.

Esto es fundamental, ya que la sangre transporta el oxígeno necesario para que las células de cada tejido sobrevivan. Además, tal y como explica un artículo de Visuals Online, con la sangre se llevan otras sustancias (nutrientes, hormonas y gases).

El sistema circulatorio también contribuye a la eliminación de los desechos. Por ejemplo, el dióxido de carbono o ciertas proteínas. Casi el 90 % de toda la sangre que se bombea retorna al corazón.

El otro 10 % se filtra a los tejidos, gracias a los capilares. Ese líquido filtrado se separa de la mayor parte de las células sanguíneas. Contiene proteínas, desechos, bacterias y otros microorganismos.

¿Qué es el sistema linfático?

El sistema linfático es, al igual que el circulatorio, una red de vasos y tejidos. En este caso, el fluido que se transporta recibe el nombre de linfa. Los vasos linfáticos son estructuras tubulares que recorren todo el cuerpo. Existen entre 500 y 600 nódulos linfáticos que se reparten por el organismo.

La principal función del sistema linfático es limpiar la linfa de células anormales o de microorganismos infecciosos. Es decir, cumple una función protagonista en el sistema inmunitario. Los órganos que forman parte son las amígdalas, el timo y el bazo.

Todos estos órganos se encargan de producir células del sistema inmunitario, como los linfocitos T y los linfocitos B. Son especializaciones que se encargan de combatir patógenos de manera específica. Viajan con la linfa y se concentran en mayor medida en los nódulos linfáticos, que actúan como filtro para las partículas potencialmente agresivas.

El sistema linfático.
El sistema linfático se distribuye por todo el cuerpo, alcanzando cada tejido del organismo.


¿Cómo se relaciona el sistema linfático con el circulatorio?

Muchas personas tienden a pensar que el sistema linfático y el circulatorio son independientes entre sí. Sin embargo, esto está muy lejos de la realidad. Los vasos sanguíneos no son impermeables. Al contrario, una cantidad pequeña de líquido puede filtrarse.

Tal y como explica un artículo de Breast Cancer, este líquido se acumula en los espacios entre las células y los tejidos. En ese momento es recogido por los vasos del sistema linfático. De esta manera, se forma la linfa.

El sistema linfático no está cerrado. Es decir, puede liberar y recoger fluidos. A diferencia del circulatorio, no presenta ninguna bomba que impulse el líquido, como lo hace el corazón. Por eso la linfa se mueve de manera más lenta.

El movimiento de la linfa se produce gracias a la presión que ejercen los músculos sobre los vasos linfáticos. De ahí que se estimule con el movimiento corporal, por ejemplo al caminar.

Circuito de la linfa

Los vasos linfáticos de menor calibre también se denominan capilares. El fluido se recoge a través de ellos. La linfa sale de los capilares linfáticos para dirigirse a los vasos colectores, que tienen un tamaño mayor y constan de válvulas.

Las válvulas permiten que la linfa circule en una sola dirección. Este fluido pasa a través de los ganglios linfáticos que, como hemos señalado antes, se encargan de filtrar los residuos, toxinas y microorganismos presentes.

Gracias a que en ellos se encuentran células del sistema inmunitario, son capaces de luchar contra las infecciones. Aunque los ganglios se distribuyen por todo el cuerpo, hay zonas en las que están más concentrados. Por ejemplo, las axilas, la ingle y el cuello.

Una vez sale de los ganglios linfáticos, la linfa se dirige hacia los conductos linfáticos. Los mismos drenan a una vena grande, por lo que el líquido retorna al sistema circulatorio.



Infecciones en el sistema linfático o circulatorio

El sistema linfático tiene la función de depurar los líquidos del cuerpo para evitar infecciones. Lo habitual es que la sangre sea un fluido estéril. La razón de esto es que el sistema circulatorio es cerrado.

Sin embargo, en ocasiones hay infección en la sangre. Por ejemplo, a través de heridas, catéteres o agujas. Cuando esto sucede, las células inmunitarias, los anticuerpos y otros agentes luchan contra los patógenos.

No obstante, si el cuerpo no consigue eliminar esos microorganismos, se diseminan de manera rápida. Cuando hay bacterias en la sangre existe una bacteriemia. En el caso de los virus se habla de viremia. Si los agentes infecciosos comienzan a reproducirse y a propagarse se adopta el término de septicemia.

Infecciones en el sistema linfático

En el sistema linfático tampoco suele haber ningún tipo de microbiota. Lo habitual es que las células inmunitarias eliminen de forma precoz a cualquier microbio.

No obstante, hay patógenos muy virulentos que pueden superar esas defensas. En ese caso, se produce una infección en el sistema linfático y aparece una respuesta inflamatoria grande. Cuando esta respuesta se produce en los vasos linfáticos se denomina linfangitis.

Si es el ganglio linfático el que presenta el proceso inflamatorio se conoce como linfadenitis. Son situaciones frecuentes en pacientes con compromiso inmunitario.

La linfadenitis es más notoria en los niños cuando se presenta, pero no siempre denota un proceso grave.

El sistema linfático se puede estimular

El sistema linfático es fundamental. Se relaciona con el circulatorio para mantener una cantidad constante de líquido en el organismo. Además, funcionan en conjunto para proteger al cuerpo de posibles infecciones.

Este sistema, al contrario que el circulatorio, no posee ninguna bomba que estimule la circulación. Por eso es posible que haya acumulación.

Una de las formas de estimular el sistema linfático es hacer ejercicio. Por ejemplo, salir a caminar, a correr o también realizar entrenamientos de fuerza. Además, hay otras medidas que pueden ser beneficiosas y que se basan en masajes.

Los drenajes linfáticos manuales mejoran la circulación de la linfa. Consisten en aplicar presiones suaves en diferentes zonas del cuerpo, siguiendo el trayecto de los vasos. Así se reduce la aparición de edemas y se estimula este sistema.


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