Sistema de recompensa del cerebro: ¿cómo funciona?

Numerosos estudios han demostrado que el sistema de recompensa se activa ante ciertas drogas, como la cocaína o la heroína.
Sistema de recompensa del cerebro: ¿cómo funciona?
Leonardo Biolatto

Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto.

Escrito por Leonardo Biolatto

Última actualización: 10 julio, 2023

El sistema de recompensa es otro de los aspectos curiosos y complejos de nuestro cerebro. Se trata de un mecanismo que nos permite relacionar ciertas situaciones con el placer. Es, en realidad, una forma de adaptación y una forma de mejorar la supervivencia.

Esto es así porque, al asociar una sensación placentera con una acción, se estimula el aprendizaje. Por ejemplo, el sistema de recompensa atribuye a las relaciones sexuales ese placer que nos hace querer volver a repetirlo. Así, se asegura la supervivencia de la especie.

En este circuito intervienen muchas áreas cerebrales, lo que hace que su estudio sea complicado y su funcionamiento multifactorial. Además, el sistema de recompensa no solo funciona con actividades básicas, como comer o el sexo.

De hecho, es algo básico en nuestra vida. Interviene, incluso, en la drogadicción u otras actividades gratificantes, como hacer deporte. Por toda su importancia, en este artículo te explicamos los aspectos más básicos del sistema de recompensa.

¿Qué estructuras intervienen en el sistema de recompensa?

Cerebro y recompensa
Los impulsos mediados por las recompensas son cruciales para el sujeto y apoyan procesos elementales como beber, comer y reproducirse.

El sistema de recompensa se encuentra en el encéfalo. De hecho, no está ubicado en una zona concreta del cerebro. Como la mayoría de nuestras funciones, está distribuida en diferentes áreas conectadas entre sí, formando una especie de circuito.

El conocimiento de estas áreas es complejo, ya que nuestro cerebro es un órgano difícil de analizar y estudiar. No obstante, las áreas que se ha demostrado que participan en este sistema de recompensa son:

  • El área tegmental.
  • El núcleo accumbens, que forma parte de los ganglios basales.
  • Hipotálamo e hipocampo.
  • Amígdala.
  • Corteza prefrontal cerebral.
  • Núcleo pálido.
  • Hipófisis. 

Por resumirlo de manera simple, se puede decir que la mayor parte del circuito de recompensa reside en un circuito llamado vía mesolímbica. La sustancia que permite que se active este circuito es la dopamina.

¿En qué situaciones se activa el sistema de recompensa?

Como ya hemos mencionado, el sistema de recompensa es, en realidad, una función adaptativa. Esto hace que se relacione principalmente con las necesidades básicas que permiten que sobrevivamos individualmente y como especie.

Es decir, primero, se encarga de aspectos como comer, beber o mantener relaciones sexuales. El sabor de la comida nos produce placer, al igual que beber agua cuando estamos sedientos o el sexo. Así, se estimula el aprendizaje y la repetición de estas acciones.

Sin embargo, no son las únicas funciones que se motivan con este sistema. Por ejemplo, podemos experimentar placer con el juego, el deporte y, por supuesto, con las drogas. Investigaciones como la publicada en 2010 por un equipo de investigadores de la Universidad del País Vasco confirman que este circuito se activa al ingerir cocaína, entre otras sustancias.

Esto nos conduce, inevitablemente, a pensar en el riesgo que también presenta el sistema de recompensa. Las adicciones son la parte negativa de este mecanismo de adaptación.

Ver también: Trastornos por consumo de opiáceos

¿Cómo actúan las drogas sobre este sistema?

Drogas y cerebro
Las drogas adictivas actúan directamente sobre el circuito neuronal de recompensa del cerebro.

Al principio, el hecho de consumir una droga, como la cocaína o la heroína, es un acto voluntario. Normalmente, es fruto de la curiosidad o de la imagen que tenemos creada de esa sustancia por la sociedad. Sin embargo, el simple hecho de tomarla una vez, hace que se active nuestro sistema de recompensa. Se genera una sensación intensa de placer que hace que, involuntariamente, deseemos volver a consumir dicha droga.

En los casos de las adicciones fuertes, el sistema de recompensa puede llegar a alterarse. Por ejemplo, las personas adictas a la heroína apenas sienten placer por otras acciones que no sean derivadas de haber tomado esta sustancia. Por decirlo de alguna forma, el resto de satisfacciones quedan ‘apagadas’.

No obstante, es importante saber que no es necesario que se trate de una sustancia para que esto ocurra. Hay muchas adicciones independientes de ingerir o de tomar nada, como la ludopatía. Al final, el resultado es prácticamente el mismo.

Un sistema cerebral que nos ha permitido adaptarnos

El sistema de recompensa es un mecanismo de nuestro cerebro extremadamente complejo. Nos ha permitido adaptarnos y sobrevivir como personas y como especie. Sin embargo, también presenta aspectos negativos, ya que es el que interviene en el mecanismo de las adicciones, entre otras cosas.


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