Contusión ósea: causas, síntomas y tratamientos
Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina
Las fracturas óseas se encuentran entre las lesiones traumáticas más frecuentes, las que se caracterizan por presentar una ruptura total del hueso. Sin embargo, existe una lesión similar llamada contusión ósea, que se puede definir de forma sencilla como la ruptura parcial de una porción del hueso.
Los huesos son estructuras calcificadas compuestas a gran escala por 2 secciones distintas: una cortical y una trabecular. La primera es la más resistente y se encuentra en el exterior, mientras que la segunda está formada por tejido conectivo fibroso vascularizado.
La contusión ósea ocurre cuando una sección de la porción trabecular del hueso se rompe, lo que genera acumulación de sangre en el área y un posterior hematoma. Estudios demuestran que esta lesión es más frecuente en los adultos, sin embargo, la prevalencia en niños también es elevada.
¿Cuáles son los síntomas de una contusión ósea?
Los hematomas cutáneos son fáciles de identificar, ya que el cambio de coloración en la piel es evidente desde el primer momento. Sin embargo, cuando se trata de una contusión ósea o edema óseo el diagnóstico puede ser más complejo.
El síntoma más característico de esta lesión es el dolor en la zona afectada, el que aumenta con el movimiento y disminuye con el reposo. En los casos más severos puede permanecer durante el reposo e incluso durante el sueño.
Por otro lado, las personas con contusiones óseas también pueden presentar alguno de los siguientes síntomas:
- Inflamación cerca del área de la lesión.
- Articulaciones cercanas inflamadas o rígidas.
- Zona lesionada blanda a la palpación.
- Cambio de color en la piel.
La duración de los síntomas varía entre 12 y 24 semanas. Todo dependerá de la severidad de la lesión y del tiempo que le tome al cuerpo sanar por completo.
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Principales causas
La causa más frecuente de una contusión ósea suele ser un traumatismo o un golpe fuerte en alguna parte del cuerpo, tal y como sucede con las fracturas. Las zonas lesionadas con mayor frecuencia son aquellas en las que el hueso está en contacto íntimo con la piel, como la rodilla, el tobillo o el codo.
En este sentido, destacan las heridas deportivas, los accidentes vehiculares y las caídas desde las alturas. Por otro lado, las torceduras articulares también pueden causar la aparición de un edema óseo.
Ciertas condiciones médicas, como la artritis reumatoide, pueden generar la aparición de contusiones óseas. Esto se debe a que los huesos se encuentran afectados por una patología de base, lo que los hace más propensos a sufrir lesiones.
¿Cuándo es recomendable visitar a un médico?
La contusión ósea puede generar graves problemas si no se trata de forma adecuada, por lo que es de vital importancia acudir al médico cuando se sospeche de la existencia de la misma.
Una de las complicaciones de este tipo de lesiones es la osteonecrosis, que aparece cuando el edema no se reabsorbe de forma adecuada. Es producto de un riego sanguíneo insuficiente en una zona del hueso, por lo que las células comienzan a morir.
Por su parte, también se debe acudir al médico en caso de presentar alguno de los siguientes síntomas posteriores a un traumatismo:
- Gran aumento de volumen en el área.
- Inflamación severa en una articulación cercana a la lesión.
- Incapacidad para mover la extremidad afectada.
- Dolor intenso que no cede con el uso de analgésicos.
Diagnóstico de la contusión ósea
El especialista primero se enfocará en establecer cómo ocurrió la lesión. Además, deberá determinar la intensidad del dolor y la presencia de otros síntomas.
De esta manera, realizará múltiples preguntas y ejecutará un examen físico completo, ya que la contusión puede estar asociada a otros problemas, como rupturas de ligamentos.
El verdadero diagnóstico de una contusión ósea se realiza a través de estudios imagenológicos, por lo que es posible que se indiquen rayos X y una resonancia magnética (RM). Los rayos X no mostrarán si existe una contusión, sin embargo, revelarán el estado general de hueso.
Por su parte, la RM se fijará en la médula ósea, demostrando la existencia de la lesión. Ese examen permite observar de forma precisa la ubicación, extensión y tamaño del edema.
Tratamientos disponibles
Una contusión ósea no es una lesión que amerite un tratamiento quirúrgico, ya que suele sanar por sí sola al cabo de unos meses. En el caso de contusiones leves se prescribe reposo y consumo de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) para aliviar la sintomatología.
La aplicación de hielo durante 15 o 20 minutos al día puede disminuir la inflamación de la zona, sin embargo, es importante no aplicarlo directamente sobre la piel. Si la contusión ocurrió en las extremidades inferiores es importante mantener la pierna elevada.
En el caso de contusiones severas se debe disminuir la carga del miembro afectado, por lo que el uso de muletas puede ser necesario. La inmovilización de la extremidad solo estará recomendada en aquellos casos en que existan lesiones articulares o de ligamentos.
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Consejos para prevenir lesiones óseas
La contusión ósea y otras enfermedades osteoarticulares se pueden prevenir mejorando la condición general de los huesos. Algunos cambios en el estilo de vida de las personas pueden tener una repercusión significativa.
Entre las costumbres y actividades que contribuyen a mantener los huesos en buen estado destacan las siguientes:
- Mantener una dieta balanceada con los nutrientes adecuados.
- Hacer ejercicios de forma constante o practicar deportes.
- Usar equipos de protección al practicar deportes de contacto.
- No fumar y disminuir el consumo de alcohol.
El calcio es el componente principal de los huesos, por lo que es importante garantizar el suministro de este mineral para el correcto remodelado óseo. La ingesta diaria de calcio ideal para hombres y mujeres es de 1000 miligramos, sin embargo, estudios han demostrado una ingesta insuficiente hasta en el 50 % de la población.
La contusión ósea es un un problema que no se debe menospreciar
Una contusión ósea puede parecer un problema leve que se resuelve por sí solo, sin embargo, la misma puede ocasionar complicaciones graves si no se trata de forma adecuada. Por fortuna, el tratamiento es muy simple y se limita al uso de AINEs y a un control periódico.
La fisioterapia puede ser necesaria en aquellos casos en los que la lesión sea muy severa y llegue a afectar la movilidad articular. No obstante, el proceso de recuperación es relativamente veloz. Las secuelas y las complicaciones son poco frecuentes.
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