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¿Por qué lloramos al bostezar? No es emoción, es fisiología

3 minutos
Un bostezo profundo a menudo viene acompañado de lágrimas. La causa no es emocional, sino un proceso mecánico que involucra la presión de los músculos de la cara sobre las glándulas lagrimales.
¿Por qué lloramos al bostezar? No es emoción, es fisiología
Escrito por Valentina Vallejo
Publicado: 28 octubre, 2025 - 14:00h

Todos hemos vivido esa experiencia en la que un bostezo profundo e incontrolable nos recorre el cuerpo y, casi al mismo tiempo, notamos cómo se nos llenan los ojos de lágrimas. Este reflejo no tiene una conexión emocional. Su explicación se encuentra en un proceso puramente mecánico; te lo explicamos a continuación.

¿Cuál es el papel de las glándulas lagrimales?

Para entender por qué ocurre, primero debemos conocer la función de las glándulas lagrimales. Cada ojo tiene una glándula principal encargada de producir la película lagrimal: una fina capa de líquido que mantiene la superficie ocular lubricada y libre de impurezas. Aunque no lo notemos, estas glándulas liberan lágrimas de forma constante, como pequeños depósitos que trabajan en segundo plano para proteger nuestros ojos.

¿Cómo el bostezo presiona las glándulas?

El bostezo es una contracción muscular amplia e involuntaria. Cuando bostezamos, no solo abrimos la mandíbula al máximo, sino que también contraemos con fuerza numerosos músculos de la cara. El momento clave de este proceso ocurre alrededor de los ojos. Durante el clímax de un bostezo, los músculos que rodean nuestras órbitas oculares se tensan considerablemente.

Esta contracción ejerce una presión física directa sobre las glándulas lagrimales. El efecto es similar a apretar una esponja llena de agua. La presión “exprime” las glándulas y provoca la liberación de una cantidad de lágrimas mayor de la habitual. Este exceso de líquido es lo que percibimos como ojos llorosos.

¿Por qué no pasa siempre?

Es posible que hayas notado que no todos los bostezos terminan en lágrimas. La razón es que la cantidad de lágrimas liberadas depende directamente de la intensidad del bostezo. Un bostezo corto o reprimido puede no generar suficiente contracción muscular en la zona de los ojos. En cambio, un bostezo profundo y prolongado provoca una contracción mucho más fuerte y, en consecuencia, un lagrimeo más evidente.

¿Le pasa a todas las personas?

No todas las personas lloran al bostezar, y eso tiene una explicación. La intensidad del bostezo, la presión muscular y la sensibilidad ocular influyen en si aparecen o no las lágrimas. Algunas personas tienen glándulas lagrimales más activas o párpados más tensos, lo que facilita el reflejo. En otros casos, el cuerpo simplemente no necesita liberar lágrimas en ese momento.

Son lágrimas reflejas, no emocionales

Las lágrimas que se producen al bostezar se conocen como “lágrimas reflejas”. Son una respuesta a un estímulo físico, como la presión muscular en este caso, o la irritación causada por el humo o al cortar una cebolla.

Son diferentes de las “lágrimas emocionales”, que están vinculadas a nuestros sentimientos y tienen una composición química distinta. También son diferentes de las “lágrimas basales”, que son las que lubrican el ojo constantemente. El proceso del bostezo no activa el circuito emocional del cerebro.

Bostezar y llorar al mismo tiempo puede parecer una contradicción, pero es solo una muestra más de cómo el cuerpo tiene sus propios códigos. Sin palabras ni emociones, nos recuerda que cada gesto involuntario encierra una lógica precisa.

Todos hemos vivido esa experiencia en la que un bostezo profundo e incontrolable nos recorre el cuerpo y, casi al mismo tiempo, notamos cómo se nos llenan los ojos de lágrimas. Este reflejo no tiene una conexión emocional. Su explicación se encuentra en un proceso puramente mecánico; te lo explicamos a continuación.

¿Cuál es el papel de las glándulas lagrimales?

Para entender por qué ocurre, primero debemos conocer la función de las glándulas lagrimales. Cada ojo tiene una glándula principal encargada de producir la película lagrimal: una fina capa de líquido que mantiene la superficie ocular lubricada y libre de impurezas. Aunque no lo notemos, estas glándulas liberan lágrimas de forma constante, como pequeños depósitos que trabajan en segundo plano para proteger nuestros ojos.

¿Cómo el bostezo presiona las glándulas?

El bostezo es una contracción muscular amplia e involuntaria. Cuando bostezamos, no solo abrimos la mandíbula al máximo, sino que también contraemos con fuerza numerosos músculos de la cara. El momento clave de este proceso ocurre alrededor de los ojos. Durante el clímax de un bostezo, los músculos que rodean nuestras órbitas oculares se tensan considerablemente.

Esta contracción ejerce una presión física directa sobre las glándulas lagrimales. El efecto es similar a apretar una esponja llena de agua. La presión “exprime” las glándulas y provoca la liberación de una cantidad de lágrimas mayor de la habitual. Este exceso de líquido es lo que percibimos como ojos llorosos.

¿Por qué no pasa siempre?

Es posible que hayas notado que no todos los bostezos terminan en lágrimas. La razón es que la cantidad de lágrimas liberadas depende directamente de la intensidad del bostezo. Un bostezo corto o reprimido puede no generar suficiente contracción muscular en la zona de los ojos. En cambio, un bostezo profundo y prolongado provoca una contracción mucho más fuerte y, en consecuencia, un lagrimeo más evidente.

¿Le pasa a todas las personas?

No todas las personas lloran al bostezar, y eso tiene una explicación. La intensidad del bostezo, la presión muscular y la sensibilidad ocular influyen en si aparecen o no las lágrimas. Algunas personas tienen glándulas lagrimales más activas o párpados más tensos, lo que facilita el reflejo. En otros casos, el cuerpo simplemente no necesita liberar lágrimas en ese momento.

Son lágrimas reflejas, no emocionales

Las lágrimas que se producen al bostezar se conocen como “lágrimas reflejas”. Son una respuesta a un estímulo físico, como la presión muscular en este caso, o la irritación causada por el humo o al cortar una cebolla.

Son diferentes de las “lágrimas emocionales”, que están vinculadas a nuestros sentimientos y tienen una composición química distinta. También son diferentes de las “lágrimas basales”, que son las que lubrican el ojo constantemente. El proceso del bostezo no activa el circuito emocional del cerebro.

Bostezar y llorar al mismo tiempo puede parecer una contradicción, pero es solo una muestra más de cómo el cuerpo tiene sus propios códigos. Sin palabras ni emociones, nos recuerda que cada gesto involuntario encierra una lógica precisa.

Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.