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¿Por qué hay personas más sensibles al dolor que otras?

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Sabemos que hay personas más sensibles al dolor que otras, pero no siempre entendemos por qué. Diversos factores influyen en esa diferencia, sobre todo el aspecto genético. Te vamos a contar qué sabe la ciencia hasta hoy sobre la sensibilidad al dolor.
¿Por qué hay personas más sensibles al dolor que otras?
Sara Viruega

Escrito y verificado por la farmacéutica Sara Viruega

Escrito por Leonardo Biolatto
Última actualización: 06 julio, 2023

La existencia de personas más sensibles al dolor que otras es de común conocimiento. Todos hemos experimentado alguna vez, en carne propia, esa diferencia. Entre diferentes individuos, aún de la misma edad o de la misma familia, la sensibilidad al dolor puede ser muy variable. De la misma manera, es muy variable la respuesta de cada organismo a los analgésicos para tratar el dolor.

¿Pero qué es el dolor? No es totalmente fácil definirlo. En la comunidad científica hay consenso en describir que el dolor es una experiencia desagradable asociada a un daño real o a un daño en potencia.

Como es difícil definirlo, también es difícil tratarlo e interpretarlo. Para los médicos en general, abordar una situación de dolor es una tarea complicada. Si a ello le agregamos el hecho de que hay personas más sensibles al dolor que otras, entonces encontrar el abordaje del dolor adecuado para cada persona se vuelve un camino espinoso.

Se calcula que más de la mitad de los cambios en la sensibilidad al dolor entre los seres humanos se puede atribuir a causas genéticas. Básicamente, es como decir que el umbral de dolor que soportamos está en nuestro ADN.

El umbral de dolor es la cantidad mínima de estímulo que se puede soportar hasta sentir la sensación que identificamos como dolorosa. Ese umbral es propio de cada individuo y se ve modificado por algunos otros factores, distintos a la genética, que ahora te contamos.

Factores de sensibilidad al dolor

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La genética no explica por sí sola la percepción del dolor, ya que los factores ambientales inciden mucho para modificar este umbral.

Como adelantamos, hay personas más sensibles al dolor que otras por razones genéticas. Pero esa genética se afecta continuamente y con el paso del tiempo. Los factores que la afectan son los siguientes:

  • Epigenética: algunos estudios científicos han analizado la sensibilidad al dolor de gemelos idénticos para poder descubrir variabilidad sobre lo genético. Los gemelos tienen igual contenido de ADN, pero no reaccionan igual al dolor. Los estudios concluyen que el contexto social y el estilo de vida modifican el umbral de dolor.
  • Desensibilización: el dolor es una sensación que perciben unos receptores del cuerpo llamados nociceptores. Cuando el estímulo de dolor es crónico y se prolonga en el tiempo, los nociceptores se apagan. Eso es la desensibilización.
  • Atención: también se sabe que la atención que se le otorga al dolor puede aumentarlo o disminuirlo. En ejercicios donde se propone al paciente con dolor prestar atención a otras cosas distintas, el dolor tiende a ser percibido como más leve.
  • Sueño: hay personas más sensibles al dolor que otras por un mal descanso. Estudios científicos también han indagado esta variable y encontraron resultados que indican que un mal sueño incrementa la actividad del cerebro en las zonas que interpretan el dolor. A peor descanso, menor umbral de dolor.

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Los menos sensibles al dolor

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El umbral del dolor puede alcanzar niveles excepcionalmente altos en algunas personas. Esto puede deberse a varias causas.

Existen alteraciones genéticas inusuales donde el resultado es la insensibilidad al dolor. Al inicio de su descubrimiento esta condición se denominaba analgesia pura. Con el tiempo y el mayor entendimiento de la genética se hizo más preciso el diagnóstico. Hoy tenemos identidad para las alteraciones, tales como la canalopatía de insensibilidad al dolor o la mutación del gen SCN11A.

Las mutaciones genéticas que alteran la sensibilidad al dolor llevando a la analgesia suelen consistir en cambios en los nociceptores. Algunas otras mutaciones afectan los nervios que llevan la información del dolor al cerebro.

Aunque parezca una ventaja por sobre las personas más sensibles al dolor, en realidad no lo es. La inexistencia de dolor es un peligro para la vida de quien posee esa característica.

Al no percibir dolor, el cuerpo pierde la oportunidad de respuesta frente a los peligros potenciales o reales. Imaginemos que clavarse un clavo en el pie no provocara respuesta de defensa y el clavo produjera una infección. De la misma manera, si un dolor de un órgano interno no da el aviso correspondiente, la enfermedad  puede avanzar hasta la muerte, inclusive.

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Las personas más sensibles al dolor

En el otro extremo, opuestos a los insensibles al dolor, tenemos a las personas más sensibles al dolor. Son los que interpretan las señales del dolor de forma exagerada, haciendo insoportable hasta lo más mínimo. También en este trastorno hay alteraciones genéticas con nombre y apellido, como la eritermalgia primaria. El gen afectado es el SCN9A, el cual incrementará la transmisión nerviosa del dolor.

De todos modos, más allá de lo genético, hay personas más sensibles al dolor que otras a causa de los morfínicos y las adicciones. Aquellos individuos que consumen crónicamente derivados de la morfina como analgésicos, o que son adictos a la heroína, con el tiempo pueden volverse más sensibles al dolor.

Este estado de hiperalgesia suele asociarse a otro conocido como alodinia. La alodinia es el dolor que se genera por situaciones que no deberían ser dolorosas, como el roce de la ropa, por ejemplo. Quienes tienen más sensibilidad al dolor, usualmente sienten dolores por estímulos bajos.


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