¿Sabes qué es el cuckolding?
Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz
La mayoría de las personas mantienen relaciones monógamas. Al mismo tiempo, desarrollan comportamientos sexuales que se pueden catalogar dentro de la normal. Aún así, hay quienes encuentran gozo y placer en otras conductas, que se denominan como «no monogamia consensuada» y «parafilias», respectivamente. El cuckolding responde a ambas categorías.
Quizá has escuchado este término alguna vez. Hace referencia a la excitación que siente una persona al ver u oír a su pareja tener relaciones sexuales con alguien más. A su vez, esta siente placer de cometer el acto con la aprobación de su pareja. En las líneas siguientes te hablamos de sus características y del por qué provoca placer.
Características del cuckolding
El cuckolding se considera una de las tantas variantes de la no monogamia consensuada (CNM, por sus siglas en inglés). Con este término se describen todas aquellas relaciones en las que las parejas tienen la libertad de explorar intimidad con otras personas, siempre y cuando esta haya sido aprobada de manera previa.
Por tanto, el poliamor, la poligamia y los swinger se incluyen en esta categoría. Las relaciones de este tipo han llamado la atención de los científicos, en especial por su elevada popularidad durante las últimas décadas. En términos simples, podemos recoger las siguientes características del cuckolding:
- Las personas forman parte de una relación estable.
- La participación de ambos es consensuada. Se hace para complacer de manera mutua a su pareja.
- No distingue inclinaciones sexuales. Lo pueden hacer heterosexuales, homosexuales, bisexuales y demás.
- Uno de los dos no participa activamente en el acto, solo es espectador (muy importante).
- Este puede estar presente en la habitación o en una contigua que tenga acceso a los sonidos del acto.
- En ocasiones, las personas obtienen el mismo placer sin estar de manera presencial durante la relación. Por ejemplo, al ver un vídeo de su pareja con otro compañero.
- De igual manera, también se puede excitar solo si esta le cuenta cómo se desarrolló el acto, sin necesidad de material audiovisual de por medio.
Por esto, el cuckolding también se define como parafilia, es decir, un comportamiento que se sale de la norma. No es infrecuente que se acompañe de otros hábitos como el spanking o el sexo kinky. Lo importante, en todo caso, es que el placer de uno de los miembros de la pareja se alcanza con observar y no con participar.
¿En qué se diferencia el cuckolding de otras prácticas?
Aunque las diferencias son sutiles, el cuckolding no es lo mismo que el poliamor o los swinger. A diferencia del poliamor, no existe atracción amorosa de por medio al momento de consumar el acto con un tercero. Este, si se quiere, es solo una herramienta, un instrumento para alcanzar placer. El acto gira solo en torno al placer y la excitación.
Con respecto a los swinger, por lo general ambas partes sí consuman el acto intercambiando parejas con otra relación. No sucede esto en el cuckolding, ya que solo una de ellas consume el acto sexual. La otra solo observa, ya sea a la distancia o próxima a ellos. El placer de quien protagoniza el papel está precisamente en ello, mantenerse ajeno a la escena.
¿Qué tan común es?
Es imposible determinar el porcentaje de parejas estables que se interesan por este comportamiento. Sin embargo, es más común de lo que muchos creen. Como evidencia podemos citar las crecientes visualizaciones y búsquedas en páginas de pornografía de la categoría cuckolding.
Al ser una práctica condenada a nivel moral, es natural que las parejas mantengan este gusto en secreto. De salir a la luz, la sociedad no dudaría en catalogar a sus practicantes de incorrectos, infieles, adúlteros o impíos.
Antes de proseguir, cabe dejar algo muy claro; el cuckolding no implica infidelidad. Pese a esto, los datos de esta pueden servirnos de guía para comprender que los actos sexuales con terceros no son tan extraordinarios. Por ejemplo, se cree que hasta el 25 % de los hombres han sido infieles, un porcentaje que se reduce en las mujeres al 15 %.
Ahora bien, estas cifras no se corresponden con quienes disfrutan de observar a su pareja tener actividad sexual con un tercero, pero sirve de guía para corroborar que algunos comportamientos sexuales son más comunes de lo que se cree.
¿Por qué el cuckolding causa placer a sus participantes?
Responder a esta pregunta es meterse en camisas de once varas. Solo quienes gustan de la práctica pueden responder de manera apropiada, y de seguro que no todos apuntan a la misma dirección. Esto no nos impide dilucidar al respecto. Las hipótesis de por qué el cuckolding resulta placentero las resumimos a continuación:
- Teoría de la competencia de los espermatozoides: se refiere a la competencia que existe entre los machos para hacerse con los favores de las hembras. Se aplica al reino animal, aunque algunos investigadores señalan que este comportamiento se encuentra latente en algunas prácticas sexuales. Por ejemplo, incluir competencia en la relación sexual puede incentivar a mayor vigorosidad, ímpetu y brío al copular después con la pareja.
- Compersión: se define como el deleite que experimenta una persona al ver a otra estar feliz o disfrutar. Aplicado a las relaciones es todo lo contrario a los celos. Los estudios han tratado de catalogarla como una emoción; una que está presente en todo tipo de relaciones consensuadamente no monógamas.
- Tabú: el placer se puede ocasionar solo porque es algo que es incorrecto según la moral o prohibido por la sociedad. Este es el incentivo que se esconde detrás de quienes practican dogging. Es decir, tener sexo en lugares públicos.
- Teoría de la historia de vida: de acuerdo con algunos científicos esta teoría señala que las personas varían su comportamiento sexual con base en los desafíos físicos o sociales que se le imponen durante su etapa de desarrollo. La no monogamia se encasilla dentro de esta teoría.
Otros aspectos como la humillación o los celos también pueden entrar en el juego al momento de sentir placer. Lo importante es que todas las prácticas son consensuadas y, por lo general, se realizan entre quienes mantienen una relación estable.
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