Técnicas para el tratamiento de los abscesos
Revisado y aprobado por el médico Leonardo Biolatto
Los abscesos son una cavidad en la que se puede acumular pus, que es la mezcla de células sanguíneas, tejido muerto y gérmenes. Tienen capacidad para desarrollarse en casi cualquier parte del cuerpo.
El pus se forma durante el proceso que realiza el sistema inmunitario al combatir una infección. Cuando los glóbulos blancos se dirigen hacia un área infectada, se acumulan dentro del tejido lesionado causando, así, una inflamación.
Generalmente, los virus, las bacterias, los parásitos o los objetos ingeridos son los que dan lugar a la formación de abscesos. Cuando estos aparecen en la piel, suelen resultar fáciles de detectar debido a que se presentan como zonas hinchadas, enrojecidas y dolorosas.
Sin embargo, si se desarrollan dentro del cuerpo, no suelen resultar obvios y pueden llegar a producir lesiones en órganos, como el cerebro o los pulmones. Los tratamientos para estas situaciones incluyen el drenaje y la toma de antibióticos.
Causas y clasificación de los abscesos
La Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos señala que los abscesos aparecen cuando el sistema inmunitario combate una infección. Los glóbulos blancos se movilizan a través de las paredes de los vasos sanguíneos hasta el área afectada y, allí, se acumulan dentro del tejido dañado. Durante este proceso, se forma el pus.
Ahora bien, los abscesos pueden desarrollarse en cualquier parte del cuerpo y, muchas veces, hacen aparición como consecuencia de una cirugía reciente. Asimismo, pueden formarse debido a efectos secundarios de una infección, como por ejemplo la apendicitis.
Los abscesos suelen clasificarse según el lugar del cuerpo humano en el que se desarrollan. De este modo, a continuación, podrás distinguir algunos de los más comunes:
- Absceso hepático amebiano y piógeno.
- Absceso anorrectal.
- Quiste de Bartolino.
- Absceso cutáneo en abdomen o pelvis.
- Absceso dental.
- Cerebral, de la médula espinal.
- Abscesos periamigdalinos y retrofaríngeos.
- Absceso pancreático.
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Tratamiento de los abscesos
En primer lugar, en el tratamiento de un absceso es fundamental evitar manipularlo, apretarlo o intentar drenarlo con los dedos. Igualmente, los profesionales suelen recomendar la utilización de compresas tibias en la cura.
Si el tratamiento básico no da resultado o la infección empeora, es posible que el médico lo tenga que drenar o que sea necesario tratarlo con fármacos. Para ello, la enciclopedia médica citada antes explica que se aplica un analgésico local y se procede al drenaje.
En el caso del drenaje percutáneo de un absceso, este se realiza por los profesionales de cara a extraer el líquido infectado del cuerpo que suele ubicarse en el abdomen y la pelvis. No obstante, también puede aparecer en el tórax u otras partes del cuerpo.
El objetivo es colocar la aguja o catéter a través de la piel dentro del absceso para obtener una muestra del líquido infectado de una zona del cuerpo. Posteriormente, se deja colocado un pequeño catéter de forma que se pueda drenar el líquido del absceso.
El proceso puede durar varios días. Esta opción ofrece una recuperación más rápida y eficaz que el drenaje con cirugía abierta. Es un proceso mínimamente invasivo.
El proceso del drenaje de un absceso percutáneo utiliza la guía por imágenes; es decir, a través de técnicas como el ultrasonido o la fluoroscopia. Suelen ser los radiólogos de intervención los que lo desarrollan.
Cabe señalar que los drenajes quirúrgicos en la sala de operaciones están enfocados a tratar abscesos que no pueden eliminarse por medio del drenaje percutáneo.
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Consideraciones
Es importante tener claro que los abscesos pueden desarrollarse tanto en la capa más superficial de la piel como debajo de la misma, así como en un diente o, incluso, en lo más profundo del cuerpo.
Cuando aparecen en la superficie de la piel, la infección tiene la apariencia de una herida no curada. En cambio, debajo de la piel, puede aparecer como un bulto inflamado.
El área puede ser dolorosa y sensible. En los casos más graves, la infección puede llegar a provocar fiebre y escalofríos al paciente. Cabe mencionar que los niños son propensos a tener abscesos. Esto se debe a que, de forma genérica, no suelen limpiarse bien ni mantienen un buen cuidado de sus cortes y heridas.
De este modo, los desechos que quedan atrapados dentro de la herida, como la arena o las fibras de ropa, provocan estos abscesos. Exactamente igual que ocurre con los folículos pilosos irritados.
Ante la presencia de un absceso, ve al médico
En conclusión, si sospechas la presencia de un absceso en tu cuerpo o el de tu hijo, no lo dudes y acude al médico o a tu dermatólogo de confianza. El profesional diagnosticará la situación y determinará el mejor tratamiento para tu situación.
Se recomienda evitar la manipulación casera, más allá de la utilización de compresas para desinfectar o aliviar la inflamación. No explotes ni intentes dreñar el abceso por ti mismo, ya que puedes hacerte daño.
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