Tensión sexual: qué es y cómo reconocerla
Revisado y aprobado por la psicóloga Macarena Liliana Nuñez
La mayoría de las personas hemos estado en situaciones de tensión sexual. Ese momento en el que conocemos a alguien y experimentamos una inexplicable sensación de electricidad por todo el cuerpo al tenerla cerca.
De repente, esa persona capta nuestra mirada, nos genera inquietud y detona en nosotros una serie de reacciones que, a menudo, no podemos ocultar. Risas incontrolables, miradas profundas, dificultad para hablar, sudoración… es como si la química sexual pudiese percibirse en el aire, pero sin expresarse de forma concreta.
Algo nos dice que el otro también siente esa atracción, pero no hay total certeza; y aunque la haya, ninguno se atreve a dar el siguiente paso. En esta oportunidad, detallamos por qué nos suele ocurrir esto, cuáles son sus manifestaciones y cómo reconocer si es mutua o unilateral. ¡Sigue la lectura!
¿Qué es la tensión sexual?
En un lenguaje técnico, la tensión sexual está definida como «un fenómeno social que tiene lugar cuando dos personas interactúan y, una o ambas, experimentan deseo sexual, pero no lo manifiestan de forma explícita, y la actividad sexual se pospone o no llega a concretarse».
En palabras de Susan Palmquist, en su libro “How to Write a Romance Novel” (Cómo escribir una novela romántica): «la tensión sexual es algo que no tiene nada que ver con el acto sexual real, pero es todo lo que conduce a él».
Es decir, son todas esas reacciones físicas, mentales y conductuales que expresan atracción sexual, pero que— por alguna razón— no se puede concretar más allá de eso. Suele ocurrir en el entorno laboral, entre amigos, en reuniones sociales o, incluso, con exparejas.
Ahora bien, ¿por qué ocurre la tensión sexual?
Hay varias razones por las que se desencadena esta reacción en los involucrados. Desde el punto de vista biológico, esto se explica en una serie de respuestas químicas que ocurren a nivel cerebral, unidas al impulso natural de reproducirse.
Para ser más precisos, aumenta la actividad de las hormonas sexuales —los estrógenos y los andrógenos— y también se produce la liberación de adrenalina, dopamina, oxitocina, kisspeptina y norepinefrina. En conjunto, estos neurotransmisores provocan esa mezcla de atracción, deseo, ansiedad, taquicardia, miedo, o lo que algunos describen como un «no sé qué».
Sin embargo, hay otras cosas que también entran en juego. De acuerdo con la Dra. Helen Fisher, antropóloga biológica y autora de ‘Anatomy of Love‘ (Anatomía del amor), son tres factores los que despiertan ese deseo lujurioso:
- Lo biológico: la atracción que despierta el aspecto físico.
- Lo social: relacionado con los modales y el comportamiento de la persona.
- De desarrollo: cuando la presencia de esa persona resulta familiar o evoca una experiencia agradable del pasado.
Por su parte, Catherine Ann Lombar, psicóloga de la Universidad de Twente, explica que el exceso de «energía sexual» está relacionado con lo biológico, pero también con la libertad sexual posmoderna, el sedentarismo (que provoca acumulación de energías instintivas), la necesidad humana de contacto físico y la presentación mediática del amor romántico.
Cómo reconocer la tensión sexual: 20 señales que te ayudan a identificarlo
Las manifestaciones físicas, psicológicas y emocionales de la tensión sexual difieren en cada persona. De hecho, la experiencia puede variar de acuerdo a otros factores del contexto, como el lugar, el evento y la reciprocidad. Esto último es clave, pues la otra persona no siempre corresponde igual.
Para tener una idea de si hay química sexual en el ambiente, podemos considerar las siguientes 20 señales. Eso sí, siempre empleando nuestro sentido de juicio, ya que no podemos ignorar que puede ser unilateral. Veamos.
1. Contacto visual
El contacto visual suele ser la primera forma de conexión con la persona objeto de deseo. Además, es una buena forma de saber si la emoción es correspondida. Si ambos coinciden al mirarse, se sostienen la mirada o cambian la forma de mirar (sutilmente coqueta), es posible que exista interés mutuo.
2. Sensación de mariposas en el estómago
La química sexual conduce a un aumento de la adrenalina y del ritmo cardíaco. Esto suele manifestarse con lo que llamamos «mariposas en el estómago» o esa sensación de nerviosismo por la presencia de esa persona.
Cabe resaltar que esta emoción está impulsada por el deseo sexual, que puede ser solo de una de las partes. Hace falta analizar más señales en la otra persona para determinar si se siente igual.
3. Sentimiento de vergüenza
Nos encontramos por casualidad a esa persona que nos genera deseo; de repente, sentimos que la vergüenza nos invade. ¿Por qué? Muchas cosas pueden detonarlo. A menudo, es no tener la certeza de que lucimos bien en ese momento o por saber que estamos actuando con nerviosismo. También puede ser por timidez.
A eso se suma un aumento en la liberación de la hormona del estrés (cortisol) y de adrenalina, que nos provoca la sensación de estar algo desorientados.
4. Sonrojarse
Al coincidir con esa persona, sentimos que se nos «sube el calor». Lo que ocurre es que la sangre intenta atenuar los efectos del aumento de la adrenalina y, por tanto, nos sonrojamos. Podemos notar que nuestro rostro —en especial las mejillas— y el cuello, adquieren una tonalidad roja. A veces, esto puede notarse como manchas.
5. Actuar con torpeza
La torpeza es un signo frecuente de tensión sexual. El nerviosismo, al igual que la excitación física, nos hacen comportar de forma extraña y torpe. Puede que tropecemos, que olvidemos palabras o que pasemos por alto algo muy importante por haber visto a esa persona.
6. Saber a consciencia dónde se encuentra
Aunque ya no estemos mirando de manera fija a ese alguien, ya sabemos dónde se encuentra y qué tan cerca está de nosotros. La tensión aumenta si la distancia entre ambos se reduce por algún motivo.
7. Sudoración
La ansiedad de tener a esa persona cerca, el sentimiento de vergüenza y la propia excitación sexual que nos provoca puede causarnos un aumento de la sudoración. El hipotálamo, que es la región del cuerpo que regula la temperatura corporal, percibe los estímulos y envía un mensaje al cuerpo para indicarle que sude.
8. Incomodidad al hablar
Sentir incomodidad al hablar con otra persona no siempre indica tensión sexual. Sin embargo, en un contexto en el que sentimos atracción o ese aire de «química sexual», puede que nos cueste entablar una conversación de forma cómoda.
Ya sea porque estamos lidiando con todas las emociones del deseo, o bien, porque entramos en pánico al no saber qué decir o cómo expresarnos, hablar se siente incómodo. Lo mismo podemos percibir en la otra persona si la emoción es mutua.
9. Lenguaje corporal
Además de las miradas, hay otras expresiones corporales evidentes cuando hay tensión sexual. La forma de caminar cambia, los gestos al hablar pueden percibirse exagerados y hay más sonrisas de lo normal. El toqueteo del cabello, inclinar el cuerpo hacia esa persona o cruzar las piernas también son señales sutiles.
10. El aire alrededor se percibe extraño
Es difícil de explicarlo; sin embargo, al estar cerca de esa persona, la atmósfera se percibe rara. Es como si el aire fuese más pesado o, de repente, la frecuencia del lugar cambiara. Nuestros sentidos se intensifican y sentimos como si corrientes eléctricas nos atravesaran el cuerpo.
11. Coquetear es inevitable
El coqueteo se vuelve inevitable cuando dos personas sienten tensión sexual. A veces es tan evidente, que otras personas del entorno también lo perciben. Esto puede estar expresado con bromas, comentarios sobre el físico de la otra persona, indirectas o con palabras desafiantes.
Si el deseo sexual no es correspondido, es probable que el coqueteo tampoco lo sea. Cuando solo una de las partes siente interés, la otra se mostrará incómoda, evitará responder o lo expresará directamente.
12. Acercamiento físico
Cuando la atracción es mutua, el acercamiento físico es tan ineludible como el coqueteo. En un principio, esto puede ser tan sutil como poner la mano en el antebrazo o en el pecho de la otra persona luego de un comentario gracioso.
Es como si ocurriese un contacto físico «accidental», también a través del roce de manos o toques sutiles. Conforme la tensión aumenta, esto se hace más evidente, pues vienen las caricias en el rostro, un roce en la pierna, abrazos, cosquillas y mucho más.
Por supuesto, hay que procurar ser objetivos para no malinterpretar estas acciones. Ponerlo en contexto y determinar si se acompaña con otras señales.
13. Fantasías sexuales
Tener constantes pensamientos o fantasías sexuales con la persona que nos atrae también indica tensión sexual. Esto puede ocurrir al tenerla cerca, o bien, solo al pensarla. Como sea, hay que tener en cuenta que no hay manera de saber si es mutuo, a menos que se hable de manera abierta.
14. Sensación de querer besar
En varios momentos, en especial al estar a solas, experimentamos esa sensación de querer besar. Cuando es mutuo, notamos que se produce esa curiosa pausa en la que percibimos que la otra persona espera que suceda algo.
15. Conversaciones a medias
El principal componente de la tensión sexual es que nada se concreta. Y entre más se da largas al asunto, mayor es la tensión. De ahí que muchas conversaciones queden a medias o dejen la sensación de que quedaron inconclusas.
Podemos sentir como si la otra persona nos quisiera expresar algo distinto, pero se detiene y no lo hace. También nos cuesta de nuestra parte ser directos.
16. La comunicación es diferente en comparación con otros
Sea un compañero del trabajo, un amigo o alguien que apenas estamos conociendo, la forma de comunicarnos difiere si la comparamos con otras personas de nuestro cotidiano. Es como si quisiéramos, de forma sutil, llamar la atención o hacerle sentir especial.
Damos prioridad a sus mensajes, enviamos fotografías de los lugares en los que estamos o utilizamos palabras más dulces al hablar. ¿El otro corresponde de la misma forma? Una buena señal de que la atracción es mutua.
17. Las demás personas hacen comentarios de que se ven bien juntos
Como hemos comentado, la tensión sexual puede ser notoria para las personas del entorno. Al estar en esta situación, es frecuente que nuestros amigos, familiares o compañeros de trabajo hagan comentarios como: «se ven bien juntos», «ya dejen de ocultarlo», «parecen más pareja que amigos»…
18. Los momentos a solas son emocionantes
Luego de superar esos momentos de nerviosismo o ansiedad propios de la tensión sexual, estar a solas con ese alguien es emocionante, sobre todo si hay indicios de que la atracción es correspondida. Aunque no suceda como tal nada sexual, poder compartir el mismo espacio juntos a solas es interesante.
Quizá para aumentar el nivel de coqueteo, tal vez para corroborar si el sentimiento es mutuo o solo por dedicarle toda la atención a esa persona.
19. El cuerpo reacciona
Aumento de la temperatura corporal, sudoración e inquietud son las primeras reacciones físicas en momentos de tensión sexual. Sin embargo, a medida que aumenta, podemos precibir otras tantas:
- Piel enrojecida.
- Ritmo cardíaco acelerado.
- Respiración rápida o agitada.
- Aumento de la lubricación vaginal (en el caso de las mujeres) o erecciones (en los hombres).
20. Se siente como si fuese un juego previo
Siempre que sea correspondida, la tensión sexual puede sentirse como si fuese un juego previo al sexo. Ese conjunto de emociones que detona, sumados a los pensamientos sexuales que despierta, intensifica el deseo sexual y la excitación.
Como no se concreta como tal el acto sexual, las ganas incrementan. Además, todo el coqueteo, el juego de miradas, la energía sexual reflejada y las demás reacciones tienen un componente erótico que sin duda influye en este sentimiento.
¿Cómo saber si la tensión sexual es mutua?
No es difícil saber que la tensión sexual es mutua, pues la otra persona también deja ver sus señales. No obstante, hay que considerar la posibilidad de que se den malinterpretaciones. En ocasiones, la otra parte solo intenta actuar con amabilidad.
Es aquí donde debemos poner en tela de juicio lo que está sucediendo y si la emoción es solo unilateral. Si la conexión se siente forzada o incómoda para alguno de los involucrados, es probable que la vibración no sea en la misma sintonía.
Para evaluar qué tanta química sexual hay, es primordial prestar atención a todo lo que sucede en torno al contacto con esa persona. ¿Corresponde a las miradas y al coqueteo? ¿Se nota su interés por estar cerca o por mantener la conversación? ¿Toma iniciativa? ¿Su lenguaje corporal es inusual?
Resolver estos interrogantes es el punto de partida para saber si es o no correspondido. Aun así, la certeza de obtiene solo a través de la comunicación.
¿Qué podemos hacer si sentimos tensión sexual con alguien?
El paso siguiente depende del panorama en el que estemos. Que haya certeza de la que tensión sexual es recíproca no es una «luz verde» para avanzar a algo más. Ciertas veces, es mejor tomarnos algo de tiempo para poner todo en la balanza y para controlar la emoción.
Debemos considerar que la atracción sexual es natural y puede ocurrir de forma simultánea con varias personas. También que la parte del cerebro que regula el placer es impulsiva, emocional y reactiva. Con esto en mente, lo más conveniente es apartarse un poco de la situación, respirar y pensar.
¿En qué contexto me encuentro? ¿Puedo herir a otra persona si me dejo llevar por el impulso? ¿Existen riesgos que debo considerar? ¿Puedo afectar mi actual relación sentimental? Si nos hacemos estas preguntas, podemos tomar una decisión más acertada.
Cuando encontramos algo que nos limita, sea una relación con otra persona, un trauma del pasado o sentimientos de incomodidad, hay que tomarlo con calma. En ocasiones, esa emoción que causa la química sexual nos hace actuar de maneras de las que luego nos podemos arrepentir.
Si no es el caso, podemos «dejarlo fluir». Eso sí, siempre con el consentimiento del otro involucrado. Una conversación honesta es la mejor manera de avanzar a otro nivel, ya sea que el interés sea solo sexual o que también exista interés romántico.
¿Podemos detener la tensión sexual?
Si queremos calmar la tensión sexual tenemos dos caminos: cedemos al deseo y dejamos que pase, o hablamos de manera abierta del tema para ‘aliviniarla’ y darle un ‘stop’. Por supuesto, hay situaciones en las que ceder no es una opción.
Puede ser porque tenemos pareja, porque no queremos tener inconvenientes a futuro en el trabajo o porque simplemente no queremos ir más allá con la persona en cuestión. Si bien hablarlo es incómodo, es mucho mejor que ignorar la emoción.
Entonces, lo que podemos hacer es expresar al otro que, aunque hemos notado la química, no daremos un paso más allá (por el motivo que sea). No hace falta expresarse mal o herir; se trata de tener una conversión de adultos, que permita dejar las cosas claras.
Luego de esto, es importante dejar de alimentar la tensión sexual. Es decir, tendremos que dejar los coqueteos, las miradas, el tiempo a solas, los mensajes de texto y cualquier otra acción que pueda contribuir a esta.
Pero si no existe la posibilidad de hablar, entonces debemos procurar tener en mente que no sucederá nada. Aunque la atracción puede ser impulsiva, siempre tenemos la opción de tomar una pausa y controlarla.
¿Qué sucede si no se libera la tensión sexual?
La tensión sexual que no se libera tiende a incrementar con el paso del tiempo. El hecho de no «dar el paso» aumenta el deseo por eso que no podemos tener. A su vez, esto está alimentado por la idealización y por esa emoción de que es «imposible» o «prohibido».
Lo que debes recordar…
La tensión sexual puede percibirse como una experiencia emocionante y divertida ante la posibilidad de conectar sexualmente con otra persona. Sin embargo, también puede tener consecuencias negativas, debido a su componente impulsivo y emocional.
De ahí la importancia de que aprendamos a reconocerla, pero también a regularla. En cualquier situación en que se presente, hace falta evaluar el contexto y determinar si es mutua o unilateral. Con esto claro, podemos decidir si nos damos la oportunidad de que ocurra algo más, o si es preferible tratar de minimizarla.
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