Tipos de temperamento en bebés y sus características

Conocer el tipo de temperamento de tu bebé puede ayudarte a entender sus necesidades y a adaptarte a él. Te contamos cuáles son y cómo actuar al respecto.
Tipos de temperamento en bebés y sus características
Elena Sanz

Revisado y aprobado por la psicóloga Elena Sanz.

Escrito por Elena Sanz

Última actualización: 24 mayo, 2023

Conocer los tipos de temperamento en bebés es determinante para adecuar la crianza a las necesidades infantiles. La personalidad de cada persona se va desarrollando a lo largo del tiempo y, en gran medida, en función de sus experiencias y del ambiente.

Es así como desde el nacimiento ya se pueden identificar ciertas tendencias innatas que determinan cómo el bebé siente, actúa y se relaciona con el entorno. En concreto, el temperamento se considera un componente biológico de la personalidad.

Este tiene una gran carga hereditaria y está presente desde el inicio de la vida. De algún modo, constituye las bases para el carácter que se irá desarrollando posteriormente.

No obstante, a pesar de ser estable y de estar determinado por la genética, el trabajo de crianza desarrollado por los progenitores puede moldearlo y matizarlo en cierta medida. ¿Quieres saber más al respecto? ¡Sigue la lectura!

¿Cuáles son los tipos de temperamento en bebés?

La investigación más grande, profunda y completa sobre el temperamento fue llevada a cabo por Alexander Thomas y Stella Chess a mediados del siglo XX. La misma duró más de tres décadas y siguió el desarrollo de más de un centenar de niños desde los tres meses de edad hasta alcanzar la adultez.

Los hallazgos de dicho estudio permitieron determinar que existen tres tipos principales de temperamento, que son ya visibles desde el nacimiento. Cabe mencionar que no todos los niños pueden ser clasificados de forma pura en una de estas tres categorías.

De hecho, cerca de un 35 % de los pequeños pueden presentar características mixtas. Aún así, te contamos en qué consiste cada una.

Bebé feliz
Mientras que algunas características del temperamento son hereditarias, otras están determinadas por el estilo de crianza y el entorno.

Temperamento fácil

Se estima que aproximadamente un 40 % de los niños presentan un temperamento fácil, por lo que es el más común de todos. Estos infantes son el sueño de todo padre; estables, felices y predecibles.

Suelen experimentar emociones positivas la mayor parte del tiempo y toleran bien la frustración; además, es sencillo calmarlos cuando se angustian.

Sus rutinas de sueño y alimentación son muy regulares y sus emociones se presentan en intensidad moderada. Además, son bebés abiertos a las nuevas experiencias; tienden a sonreír a los desconocidos, están dispuestos a probar y tolerar sabores nuevos y no tienen problema para adaptarse a los cambios.

Temperamento difícil

Estos niños representan el 10% del total y, pese a ser minoritarios, pueden suponer un auténtico desafío para sus progenitores. Tienden a vivir emociones negativas con frecuencia y a expresarlas con llanto e irritabilidad. Les cuesta tolerar la frustración y es difícil calmarlos.

Sus estados emocionales son muy intensos (tanto los positivos y como los negativos). Además, sus rutinas y hábitos son bastante irregulares. Les cuesta adaptarse a los cambios, son reticentes a las nuevas experiencias y tienden a desconfiar de los desconocidos.



Temperamento lento o apático

Esta tercera categoría ha recibido diferentes nombres; «temperamento apático», «niños de adaptación lenta» o «bebés difíciles de entusiasmar». En realidad, describe a un 15 % de los infantes que se caracterizan por una baja reactividad y una adaptación lenta.

Así, estos niños presentan estados emocionales de poca intensidad, reaccionan de forma débil a los estímulos y, en raros casos, se muestran interesados. Suelen ser tranquilos, pero interactúan poco y necesitan llevar su propio ritmo.

Por ejemplo, toman más tiempo para adaptarse a los cambios y abrirse a situaciones novedosas. De igual modo, la paciencia es necesaria para estabilizar y regularizar sus rutinas.

La bondad de ajuste: ¿cómo adaptarnos a los tipos de temperamento en bebés?

Conocer los tipos de temperamento en bebés es solo un primer paso para poder adaptar la crianza y la educación, pues en realidad la clave se encuentra en la bondad de ajuste.

Este término hace referencia al grado en que el temperamento del bebé se adecúa a las demandas del entorno, y más concretamente a las expectativas paternas.

Es necesario recordar que cada progenitor posee su propio temperamento, que puede ser similar o muy diferente al de su hijo, y que puede complementarse más o menos con el de este.

Cuando no se produce un ajuste adecuado entre ambos, surgen problemas en el vínculo que pueden afectar al desarrollo infantil. Por ello, no se trata de que los padres modifiquen su forma de ser, pero sí de que sepan reconocer las necesidades de los niños para adaptarse a ellas.

Por ejemplo, si ante un niño con temperamento difícil el progenitor reacciona con desesperación y hostilidad, esas características «negativas» no harán más que potenciarse.

Al contrario, si el adulto es capaz de sostener y regular el malestar del niño, su temperamento puede suavizarse y el vínculo entre ambos será mucho más saludable y satisfactorio.

Del mismo modo, es común que los infantes con temperamento apático reciban menos estimulación de la requerida. Al tratarse de niños tranquilos, que no protestan y no interactúan de forma intensa, las personas de su entorno pueden no ofrecerle toda la atención que requiere.

En dichos casos, los progenitores deberán hacer un esfuerzo deliberado por estimular e incentivar al pequeño.

Llanto desconsolado en un bebé
La intervención de los padres desempeña un papel principal a la hora de mejorar el temperamento del bebé.

Recomendaciones finales

En definitiva, los tipos de temperamento en bebés nos marcan unas pautas sobre las cuales trabajar. Si los padres y las madres son sensibles a las características y necesidades de sus hijos —y responden adecuadamente— podrán potenciar sus cualidades y ayudarles a regular aquellas áreas en las que presenten más dificultad.

Todo esto es de suma importancia si consideramos que el tipo de temperamento se ha relacionado con la aparición de múltiples problemas emocionales y de conducta.


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  • Betancourt, D., & Andrade, P. (2008). La influencia del temperamento en problemas internalizados y externalizados en niños. Revista Intercontinental de Psicología y Educación10(1), 29-48. https://www.redalyc.org/pdf/802/80210103.pdf
  • Thomas, A., & Chess, S. (1985). Genesis and evolution of behavioral disorders: From infancy to early adult life. Annual Progress in Child Psychiatry & Child Development, 140–158.

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