Zapatos ortopédicos infantiles: ¿cuándo son necesarios?

En la mayoría de los casos, no se trata de malformaciones, sino de la evolución normal de los pies. Descubre cuándo los zapatos ortopédicos son en verdad necesarios para los niños.
Zapatos ortopédicos infantiles: ¿cuándo son necesarios?
Leidy Mora Molina

Revisado y aprobado por la enfermera Leidy Mora Molina.

Escrito por Ana Núñez

Última actualización: 25 mayo, 2023

¿Observas que tu pequeño tiene los pies planos o las piernas curvadas? Si tiene menos de año y medio, no es el momento de preocuparse y creer que necesita ya zapatos ortopédicos infantiles. Todos los niños presentan el pie plano y las piernas corvas; esta presentación se relaciona con el ambiente uterino.

Desde los años 90, el uso de estos zapatos ha declinado por investigaciones que confirman que lo que se corregía no eran malformaciones, sino parte de la evolución natural del pie. Para muchos especialistas, solo los verdaderos problemas en los miembros inferiores se corrigen con terapias y, en última instancia, con cirugía.

No obstante, si algo te preocupa en sus piernas o rodillas, no dejes de ir al especialista o podólogo. Si hay dolor, con plantillas o férulas y con una observación médica constante, los pies lograrán su posición correcta. Sigue leyendo para saber cuándo los zapatos ortopédicos infantiles son de verdad necesarios.

Casos frecuentes de observación

Zapatos ortopédicos infantiles: ¿cuándo son necesarios?
Los especialistas recomiendan que los niños caminen descalzos para fomentar el buen desarrollo de los pies.

Los protocolos actuales no recomiendan de buenas a primeras el uso de los zapatos ortopédicos infantiles. Al contrario, abogan por la observación para darle tiempo al niño a que crezca y se desarrolle.

Muchas «malformaciones» de antaño desaparecían con el tiempo y no por el efecto beneficioso de las ortesis. Entre las dificultades frecuentes, destacan el pie plano, la apoyatura en la cara interna del pie o las piernas arqueadas.

Pie plano o «aplanado»

El pie del bebé presenta una capa de grasa que le cubre el arco plantar. Esto es debido a que los ligamentos están laxos y dan la apariencia de que tiene el pie plano. Por ello, dada esta condición y para no confundir con una anomalía, lo apropiado sería hablar de pie «aplanado».

Por ejemplo, los pies planos flexibles no ameritan zapatos ortopédicos infantiles, sino ejercicios de rehabilitación. Los pies planos rígidos sí requerirían tratamiento y, en algunos casos, cirugía. Contrario a los pies planos, los pies cavos muestra una bóveda plantar más ancha de lo normal.

Rodillas hacia dentro o hacia afuera

Por su parte, es normal que muchos niños entre los 18 y los 24 meses presenten genu varo (las rodillas separadas) o genu valgo, esto es, las rodillas juntas entre los 3 y los 5 años. Esto último acompañado de los pies valgos, cuando el talón se orienta hacia afuera y se apoya el pie en la parte interna. La gran mayoría de estos problemas se corregirán espontáneamente como parte de su desarrollo óseo.

Se sienta cómodo en W

¿El niño mete los pies o se sienta dibujando una W? Esto es parte del proceso de crecimiento y de la flexibilidad que se expresa en la anteversión femoral y la torsión de la tibia. Pero, si después de los 8 años los pies se tropiezan o pisan y ponen en riesgo la marcha del niño, se evaluaría la intervención quirúrgica.

Enfermedad de Blount

Finalmente, la enfermedad de Blount es un trastorno del crecimiento de la tibia que hace que las piernas se curven hacia afuera. Como hasta los 3 años la curvatura es normal, se precisa control médico y tratamiento cuando en vez de corregirse con el tiempo, esta aumenta.

Usar o no los zapatos ortopédicos: el dilema

Entre los 18 meses y los 4 años, el tratamiento ortopédico es innecesario. La laxitud de los ligamentos produce traspiés en la marcha y debilidad músculo-esquelética, pero estará más vinculado a poca práctica que al pie aplanado. Ten paciencia y estimúlalo, déjalo caminar descalzo en la playa y jugar a recoger objetos con los pies. Si todo está bien, entre los 6 y los 8 años tendrá formado el arco.

Los zapatos ortopédicos infantiles hechos a la medida vienen a cubrir una necesidad terapéutica, pero también una exigencia estética. Los mismos serán eficaces siempre y cuando se siga de manera regular el tratamiento. No obstante, en la mayoría de los casos no hay necesidad de zapatos ortopédicos infantiles porque los pies están en plena formación al menos hasta los siete u ocho años.

Es el podólogo quien tiene la última palabra, pero puedes hacer estas pruebas si crees que lo amerita:

  • Sube el dedo gordo del pie de tu niño y si aparece el talón con forma normal, te encuentras ante un pie plano flexible que remitirá con el tiempo. Esta maniobra se conoce como test de Jack.
  • La otra posibilidad es realizar el test de heel rise: si al ponerse de puntillas, el pie se corrige, entonces es un pie plano que no irá más allá de los siete años

De presentarse pies flexibles, pero con inusual presencia de dolor, se recurrirá al uso de plantillas, siempre bajo recomendación podológica, que aliviarán molestias y brindarán confort.

¿Cuándo son necesarios los zapatos ortopédicos infantiles?

Zapatos ortopédicos infantiles: ¿cuándo son necesarios?
La mayoría de los problemas en los pies se solucionan con el tiempo o con el uso de plantillas.

Este calzado se orienta en niños con descenso del arco longitudinal interno con tobillos valgos de carácter no corregible en el decurso normal en el tiempo. Igualmente, cuando hay diferencia en la longitud de las extremidades inferiores.

El equinismo en el pie (o pie equinovaro, conocido como «zambo») necesita ser compensado con ortopedia para aliviar los síntomas. Se procede con botas altas y acordonadas.

En el caso de amputaciones, los zapatos permiten establecer la longitud del pie y garantizar una mejor y más estable marcha. Finalmente, si tiene pie péndulo colgante o con deformidades óseas que dificultan la buena marcha plantígrada.



Caminar descalzo en la playa, la mejor terapia

Entre los siete y los dieciocho meses, el bebé comenzará la aventura de andar por sí solo. Necesitará para hacerlo con seguridad, un calzado de puntera redonda o cuadrada con buen agarre y suela flexible de no más de 3 milímetros de goma. En general, un zapato blando y flexible que se ajuste suavemente y mantenga el talón dentro.

Por supuesto, nada será mejor para la madurez de la musculatura de su pie que caminar descalzos el mayor tiempo posible en un entorno bien cuidado. Los zapatos en esta etapa son esenciales para protegerlo de las lesiones, no para ayudarlo a caminar.

Los zapatos rígidos y apretados pueden causar deformidad y afectar la movilidad. Solo si hay dolor o molestias vinculadas a anormalidades en sus pies acude al podólogo para evaluar la situación. Buena parte de las dificultades remiten con tiempo, rehabilitación o plantillas adecuadas al caso.


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