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Colitis isquémica: síntomas, diagnóstico y tratamientos

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La colitis isquémica suele acompañarse de dolor abdominal, febrícula, diarrea y náuseas. En algunos casos puede aparecer sangre en las heces y estreñimiento. Te explicamos por qué.
Colitis isquémica: síntomas, diagnóstico y tratamientos
Leonardo Biolatto

Escrito y verificado por el médico Leonardo Biolatto

Escrito por Leonardo Biolatto
Última actualización: 13 agosto, 2024

La colitis isquémica es una patología que afecta al colon. Consiste en la reducción del flujo sanguíneo que va hacia el intestino grueso. Esto hace que no llegue sangre oxigenada a las células que lo conforman. Por eso, puede producir daños en el tejido.

Es una afección que puede confundirse con otros problemas digestivos, ya que produce síntomas inespecíficos. Por ejemplo, dolor abdominal y febrícula. A pesar de que en ocasiones se resuelve por sí sola, en muchos casos requiere tratamiento.

De hecho, es probable que se produzca una lesión grave que requiera cirugía. Por ello, en este artículo te explicamos en qué consiste la colitis isquémica, por qué se origina y cómo se trata.

¿En qué consiste la colitis isquémica?

La colitis isquémica, como acabamos de señalar, es una patología que afecta al intestino grueso. Consiste en un proceso inflamatorio del colon que se produce por una reducción del flujo sanguíneo hacia el mismo. Es la forma más frecuente de isquemia intestinal.

La interrupción del flujo sanguíneo suele ser transitoria. Sin embargo, cuando la circulación no llega al tejido durante un periodo prolongado de tiempo, es posible que las células comiencen a morir.

De esta manera, la colitis isquémica se puede presentar de formas leves o graves. Tal y como explica un estudio publicado en Gastroenterología y Hepatología, las formas leves suelen ser episodios de corta duración. En estas solo se produce un daño ligero en el revestimiento intestinal.

Sin embargo, las graves son aquellas en las que el tejido se necrosa y se afectan capas profundas. Esto puede dar lugar a una perforación del intestino. Es una situación muy grave, ya que las bacterias que colonizan el aparato digestivo pasan a la cavidad abdominal y producen una infección.

La colitis isquémica es más común en personas mayores de 65 años. La incidencia es muy variable, ya que oscila entre 5 y 44 casos por cada 105 habitantes al año.

Síntomas que puede producir

La colitis isquémica produce síntomas muy variables e inespecíficos. Esto hace que pueda confundirse con otras afecciones, como las enfermedades inflamatorias intestinales. Por ejemplo, la colitis ulcerosa o la enfermedad de Crohn.

Todas ellas cursan con dolor en la parte inferior del abdomen. En el caso de la colitis isquémica, es más frecuente que aparezca en el lado izquierdo. No obstante, esto depende de cuál sea la zona que se ha quedado sin riego sanguíneo.

Además, el dolor puede aparecer de forma brusca o progresiva. Según explican los especialistas de la Clínica Mayo, los pacientes suelen experimentar una sensación de urgencia para defecar. También es común que haya diarrea y que las heces contengan sangre.

A medida que avanza la colitis isquémica es posible que el colon se dilate y que la diarrea se sustituya por estreñimiento. En los casos graves aparece sepsis, la que consiste en el paso de bacterias procedentes del intestino a la sangre. Es una situación con mal pronóstico que pone en riesgo la vida.

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En la sepsis hay paso de bacterias a la sangre, lo que constituye una situación de riesgo vital, por lo que se necesita internación y antibióticos.

Causas frecuentes de la colitis isquémica

Como hemos explicado, la colitis isquémica se produce por una interrupción del riego sanguíneo al intestino grueso. Esto, a su vez, responde a múltiples causas. Sin embargo, no siempre se consigue determinar la razón de fondo.

Una de las causas más frecuentes es la presión arterial baja. Cuando es inferior a lo normal, el flujo sanguíneo tiene menos fuerza. Por eso hay zonas que no quedan bien irrigadas. La bajada de tensión puede producirse por deshidratación, hemorragias e insuficiencia cardíaca.

Otra razón es la aterosclerosis. Consiste en la acumulación de depósitos de grasa en las paredes de las arterias. Esto explica por qué la colitis isquémica es más frecuente en personas con enfermedad coronaria.

El flujo sanguíneo también se puede interrumpir por un coágulo. Hay ciertas sustancias que provocan que los vasos se contraigan, como la cocaína, las metanfetaminas o ciertos medicamentos. Por ejemplo, la colitis isquémica se asocia a la pseudoefedrina.

Otras causas posibles son las siguientes:

  • Obstrucción intestinal.
  • Lupus eritematoso sistémico.
  • Cirugías cardíacas o vasculares.
  • Quimioterapia.

Factores de riesgo

A pesar de que no siempre se identifica la causa de la colitis isquémica, se conocen una serie de factores que aumentan el riesgo de padecerla. Uno de ellos es la edad. Esta patología suele afectar a personas mayores de 65 años.

Cuando aparece en jóvenes hay que sospechar alteraciones sanguíneas o vasculitis. Tener el colesterol elevado incrementa el riesgo de ateroesclerosis y, por tanto, de colitis isquémica. Por otra parte, las mujeres también son más proclives a padecerla.

Las personas con tendencia a tener la presión arterial baja o que sufren de insuficiencia cardiaca conforman un grupo de riesgo. Ciertas cirugías, como las intervenciones abdominales o en la arteria aorta, también aumentan la probabilidad.

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Posibles complicaciones

En gran parte de los casos, la colitis isquémica es leve y transitoria. Suele mejorar por sí sola en cuestión de días. Sin embargo, si el flujo sanguíneo se interrumpe durante mucho tiempo el riesgo de complicaciones se incrementa de forma notable.

Las complicaciones también son más frecuentes si el lado afectado del colon es el derecho. La razón es que, cuando se daña esa zona suele haber patologías médicas subyacentes. Por ejemplo, hipertensión o fibrilación auricular.

La colitis isquémica grave puede conducir a la muerte de parte del tejido intestinal. Es la llamada gangrena o necrosis. En estos casos es usual que aparezca una perforación. Como mencionamos antes, la situación se asocia a un mayor riesgo de peritonitis y sepsis.

La colitis también puede dar lugar a una obstrucción intestinal. Es importante destacar que, cuando el flujo ha sido interrumpido durante mucho tiempo, la mortalidad es muy alta, incluso con tratamiento.

¿Cómo se diagnostica la colitis isquémica?

El diagnóstico de la colitis isquémica puede resultar complejo. Produce síntomas inespecíficos que pueden confundirse con otras patologías. Por eso suele ser necesario recurrir a ciertas pruebas complementarias.

Una de las más empleadas es la tomografía computarizada. Es una prueba de imagen rápida, pero que irradia mucho al paciente. Otra prueba útil es la colonoscopia. Consiste en introducir un tubo delgado a través del ano.

Este tubo tiene una pequeña cámara en la punta. Gracias a ella se puede observar el interior del colon de forma simultánea en una pantalla. En ocasiones, también se realizan análisis de heces para ver si hay sangre o alguna infección.

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Con la colonoscopia es posible diagnosticar la colitis isquémica, ya que se trata de introducir una cámara pequeña en el intestino grueso.

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Tratamientos para la colitis isquémica

El tratamiento de la colitis isquémica varía en función de la gravedad del cuadro. Cuando la isquemia ha sido transitoria y el cuadro es leve, es probable que no sea necesario intervenir. Los síntomas desaparecen al cabo de 2 o 3 días.

En estos casos se suele recomendar una buena hidratación y se prescriben antibióticos. Además, hay que tratar la causa subyacente y evitar cualquier factor que pueda provocar vasoconstricción, como ciertos fármacos o drogas.

Los casos graves suelen requerir cirugía. El objetivo es extraer todo el tejido necrótico del intestino. También hay que eliminar las posibles obstrucciones o perforaciones que hayan aparecido.

¿Se puede prevenir la colitis isquémica?

Si bien es cierto que en numerosos casos no se identifica una causa clara de la colitis isquémica, sí se conocen una serie de factores que incrementan el riesgo de sufrirla. Por lo tanto, actuar sobre ellos ayuda a prevenirla.

Por ejemplo, hay que evitar los fármacos vasoconstrictores, la deshidratación y las drogas. Es importante vigilar la presión arterial y acudir al médico con frecuencia para los exámenes rutinarios. De esta forma, si existe algún trastorno de la coagulación o colesterol alto, se identificarán de forma temprana.


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