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7 consejos para mejorar la relación con los padres

7 minutos
Si deseas mejorar la relación con tus padres, sé tú quien dé el primer paso. Comprensión, comunicación y positividad serán las claves.
7 consejos para mejorar la relación con los padres
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz

Última actualización: 24 noviembre, 2021

Al llegar la adolescencia es común que la comunicación entre padres e hijos se vea resentida, bien porque los jóvenes se muestran hostiles e indiferentes o porque los progenitores no logran adaptarse a esta nueva etapa de sus hijos y continúan tratándolos como niños. En algunos casos, cuando la persona se convierte en un joven adulto, el vínculo se recupera, pero en otros, el malestar se enquista y perdura durante décadas. Por ello, tengas la edad que tengas, queremos ofrecerte algunos consejos para mejorar la relación con los padres.

Los lazos que unen a padres e hijos son de los más importantes y significativos; por lo mismo, son fuente de gran amor y satisfacción, pero también pueden convertirse en el origen de disputas. En la mayoría de los casos, nuestros padres no solo nos han dado la vida, sino que nos han criado de la mejor forma que han sabido.

Con sus fallos y errores, son las personas más incondicionales con las que contamos. Entonces, ¿por qué no hacer un esfuerzo para poder disfrutar de un vínculo saludable y gratificante con ellos?

¿Por qué se hace necesario mejorar la relación con los padres?

Todo sería más sencillo si las relaciones entre padres e hijos fueran fluidas, fáciles y amables todo el tiempo, pero esto no es así por varios motivos. En primer lugar, son vínculos afectivos muy intensos e íntimos, que impactan en ambas partes y cargan una gran cantidad de exigencias y expectativas.

Así, los padres esperan que sus hijos sean de una determinada forma, que cumplan lo que proyectaron para ellos; y los hijos, por su lado, esperan que sus progenitores se ajusten a ese ideal de padres que tienen en mente. Cuando esto no sucede (y es imposible que ocurra al 100 %) surgen resentimientos, rencores, decepciones, ira, que terminan empañando el vínculo.

En definitiva, en esta relación se proyecta la parte más profunda de cada uno. Si no somos conscientes de ello, podemos arremeter contra el otro.

Por otra parte, la brecha generacional también puede causar problemas. Los tiempos son diferentes, los ritmos, las necesidades, el estilo de vida; lo que para los padres fue útil y apropiado, puede no serlo para los hijos.

Esto conlleva que los hijos se sientan incomprendidos y los progenitores ignorados. Si no se logra una comunicación y una comprensión por ambas partes, las dificultades y los conflictos están servidos.

¿Cómo mejorar la relación con los padres?

Es fundamental recordar que, cuando una relación no funciona adecuadamente, es responsabilidad de todos los involucrados. No importa qué características negativas creas que poseen tus progenitores, tú puedes hacer mucho para que vuestros intercambios sean más agradables. A continuación te mostramos algunas pautas y consejos.

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Los conflictos con los padres son inevitables, pero podemos trabajar en ellos para mejorar la relación.

1. Sana el pasado

Para mejorar la relación con los padres es fundamental perdonar y dejar el pasado atrás. Para dejarlo atrás hay que sanarlo.

Tal vez sientes que tus progenitores no te ofrecieron el amor o el apoyo que necesitaste, que sus actos o sus palabras te dañaron, que no te dieron la educación o la vida que merecías. Tienes derecho a sentirte así, pero si no trabajas esas emociones, el dolor continuará.

Acudir a un profesional puede ayudarte a sanar tu niñez, a integrar tus vivencias pasadas y a comprender que ahora tú eres responsable de tu felicidad. Desde este punto serás mucho más capaz de modificar el vínculo actual.

2. Realiza un ejercicio de empatía y comprensión

A raíz de lo anterior, resulta muy positivo recordar que tus padres también son personas. Es decir, son humanos y lo hacen y lo hicieron lo mejor que pudieron.

Siéntate a hablar con ellos, pregúntales por su vida, por su infancia, por las dificultades que atravesaron. Esto te servirá para mirarles desde una nueva perspectiva más compasiva. Comprender de dónde vienen puede ayudarte a entender por qué son como son y por qué actúan como lo hacen.

3. Independencia y límites

Con frecuencia, cuando los hijos se van de casa, las relaciones tensas se suavizan y esto es porque tanto padres como hijos tienen su propio espacio. Sin embargo, si aún eres adolescente, también puedes establecer ciertos límites y buscar una independencia que resulte más cómoda y agradable para todos.

Por ejemplo, demuestra que eres responsable y hazte cargo de tus estudios, del orden en tu habitación y de las tareas que te correspondan en el hogar. De esta forma tus padres no tendrán que perseguirte o insistirte para que cumplas.

Al mismo tiempo, tus progenitores comenzarán a percibirte como una persona madura, responsable y confiable. Su actitud hacia ti también cambiará.

4. Exprésate de forma asertiva

La asertividad es una gran habilidad a la hora de comunicarnos con otros, expresar desacuerdo o realizar peticiones. Y es que nos permite exponer lo que opinamos sin recurrir a la violencia, a los gritos o a las faltas de respeto, pero sin tener que reprimir nuestro sentir.

Para practicar la asertividad puedes aplicar las siguientes pautas:

  • Sé firme en tu mensaje, pero no alces la voz ni faltes el respeto.
  • Habla desde lo que tú sientes, en lugar de recriminarle algo al otro. “Cuando me comparas con mi hermano me siento humillado” es mejor que “no paras de humillarme todo el tiempo”.
  • Realiza peticiones claras: por ejemplo, “me gustaría que no me repitieras todo el tiempo lo que tengo que hacer y que confiaras en que voy a ser responsable”.
  • Remarca la ganancia para todos: por ejemplo, “de esta forma no discutiríamos tanto y podríamos llevarnos mejor, que es lo que deseo”.

5. Espera lo mejor y reconócelo

Puede que te hayas acostumbrado a pensar sobre tus padres de una determinada forma. Quizás, que son demasiado estrictos o intransigentes o que siempre te critican.

Sin embargo, realiza el ejercicio de tratar de identificar aquellos comportamientos que te gusten y valorarlos. Cuando te hagan un cumplido o te muestren apoyo, tenlo en cuenta y agradécelo. De esta forma, no solo comenzarás a verlos desde otro prisma, sino que les darás pie a continuar relacionándose contigo de este modo positivo.

6. Tener paz es más sano que tener razón

Cuando la ira, la frustración o el ego nos dominan no somos capaces de razonar y podemos enfrascarnos en discusiones inútiles. Incluso decir cosas de las que más adelante nos arrepintamos.

Por ello, es importante que te pongas el firme propósito de escoger tus batallas, de aprender a respirar para no estallar y elegir deliberadamente tus palabras. Tener paz es más sano que tener razón. Guardar silencio no es debilidad y no involucrarse en una pelea a veces es la mejor decisión para uno mismo y para los demás.

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La comunicación asertiva es una manera de establecer las relaciones desde otro lugar, menos violento y agresivo.

7. Mantén la mente y el corazón abiertos

Por último, recuerda que tus padres te han dado la vida, su tiempo y su afecto, aunque no haya sucedido tal y como a ti te gustaría. Por esto, puedes honrarlos y así reconciliarte en tu interior con ellos.

Ten presente que esas enseñanzas y consejos suyos que rechazas pueden serte de utilidad; por ello, ábrete a compartir momentos y conversaciones con la verdadera intención de escuchar. Mantén tu mente y tu corazón abiertos hacia ellos. Finalmente, mejorar la relación con los padres redunda en nuestra propia paz y bienestar. Hazlo por ti.

Mejorar la relación con los padres no es buscar la perfección

Aunque sigas los anteriores consejos, has de saber que aún pueden seguir habiendo discrepancias y conflictos en diferentes ocasiones. Nadie es perfecto, ni los hijos ni los padres.

Sin embargo, al cambiar tu actitud podrás afrontarlos de un modo más saludable y positivo. Las relaciones se transforman en función de lo que ponemos en ellas; comienza por poner más de ti y recogerás grandes alegrías.


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  • Chávez, M. A. (2017). Tu hijo, tu espejo (nueva edición): un libro para padres valientes. Grijalbo.
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