Eosinófilos altos o bajos, ¿por qué ocurre y qué hacer?
Escrito y verificado por el médico Leonardo Biolatto
Los eosinófilos son un tipo de glóbulos blancos. Es decir, forman parte del sistema inmunitario de defensa. Su elevación o su disminución marcada son señales de que algo está ocurriendo en el cuerpo y debemos prestarle atención.
Estas células que circulan por la sangre se producen en la médula ósea. Sus funciones más relevantes son actuar contra infecciones parasitarias y participar en la respuesta alérgica frente a sustancias extrañas. Tienen la capacidad de liberar histamina, una hormona que ayuda a regular la inflamación.
Para determinar si tenemos eosinófilos altos o bajos en la sangre, primero debemos conocer los valores normales, que son los siguientes:
- En términos absolutos, se considera normal entre 20 y 500 células de este tipo por cada microlitro (células/µL) de sangre.
- Si los medimos con relación al resto de los glóbulos blancos, los eosinófilos deben constituir entre el 1 % y el 6 % del total.
Cada laboratorio informa estos valores a su manera. Algunos colocan en los resultados las células/µL, mientras que otros solo detallan el porcentaje.
Se considera que hay bajos eosinófilos cuando se registran menos de 20 células/µL. La situación se llama eosinopenia. Al contrario, un recuento elevado, de más de 500 células/µL, se conoce como eosinofilia.
Causas de los eosinófilos altos o eosinofilia
La elevación de estas células puede ser algo momentáneo, por una reacción alérgica, o una situación más grave y crónica, asociada a ciertos tipos de cáncer. Las siguientes son las causas más habituales.
1. Trastornos alérgicos
La eosinofilia ocurre en las alergias a modo de respuesta del sistema inmunitario a sustancias como el polen, los ácaros del polvo o ciertos alimentos. El cuerpo las identifica como amenazantes y activa una serie de reacciones que incluyen la mayor producción de eosinófilos. Entre los ejemplos más comunes de trastornos que pueden provocar el fenómeno se encuentran la rinitis alérgica y la dermatitis atópica.
Se suelen utilizar corticoides para el tratamiento. Pueden ser administrados de forma oral, intravenosa o tópica (en cremas). También son útiles algunos antialérgicos, como la difenhidramina o la loratadina. Además, es fundamental evitar los desencadenantes.
De todas maneras, excepto por la anafilaxia, suelen ser casos leves. Los eosinófilos regresan a la normalidad al poco tiempo.
2. Asma
La inflamación crónica de las vías respiratorias es una característica del asma. Los glóbulos blancos son liberados en grandes cantidades durante las crisis y llegan a los tejidos pulmonares.
Existen varios tipos de asma que pueden presentar eosinofilia, pero lo más común es por asma alérgica. Se desencadena por polen, moho, ácaros y pelos de animales.
El tratamiento del asma incluye corticoides inhalados y broncodilatadores para aliviar los síntomas y mejorar el flujo de aire. En casos más severos se pueden considerar tratamientos biológicos, que están diseñados para reducir la inflamación a largo plazo.
3. Parasitosis
Cuando los parásitos invaden el organismo, el sistema de defensa responde activando glóbulos blancos e inmunoglobulina E. Esta última es la que atrae a los eosinófilos a la zona de infestación para colaborar con la defensa.
Entre los parásitos que más inducen eosinófilos altos se encuentran los siguientes:
- Strongyloides stercoralis.
- Ascaris lumbricoides.
- Trichinella spiralis.
- Toxocara canis.
El tratamiento se centra en eliminar el parásito responsable de la enfermedad con desparasitantes. Los medicamentos más utilizados son los benzimidazoles, como el albendazol y el mebendazol.
4. Reacciones a fármacos
Entre los medicamentos más implicados en la eosinofilia se encuentran los antibióticos (penicilinas y cefalosporinas), los anticonvulsivantes (fenitoína y lamotrigina) y el alopurinol. Las reacciones suelen manifestarse entre dos y seis semanas después de iniciar el consumo del fármaco.
Un caso particular es el síndrome DRESS (drug reaction with eosinophilia and systemic symptoms, en inglés), que se caracteriza por eosinófilos altos, erupciones en la piel y afectación de los órganos. Es grave y lleva a complicaciones que pueden ser mortales. El tratamiento es la suspensión inmediata del medicamento responsable.
5. Linfomas y leucemias
Los pacientes con enfermedad de Hodgkin y aquellos con linfomas no Hodgkin pueden presentar eosinofilia. Por otro lado, existe la leucemia eosinofílica crónica, que se caracteriza por el mismo fenómeno.
Se trata de enfermedades oncológicas severas que deben ser atendidas lo más rápido posible. Su abordaje se basa en tratamientos especializados y guiados por expertos, con quimioterapia y radioterapia.
6. Enfermedad de Churg-Strauss
También conocida como granulomatosis eosinofílica con poliangeítis, es una inflamación de los vasos sanguíneos, asociada frecuentemente con asma, rinitis alérgica y niveles de eosinófilos que pueden superar las 1500 células/μL. Los síntomas son fiebre, pérdida de peso, dolor articular y dificultad para respirar.
El tratamiento es complejo. Los médicos suelen prescribir corticoides e inmunosupresores, como azatioprina o metotrexato. También se investigan terapias biológicas con mepolizumab.
7. Síndrome hipereosinofílico
Esta es una condición caracterizada por eosinófilos altos en sangre de modo persistente, durante al menos seis meses, sin que haya una causa identificable. Es decir, no se pueden diagnosticar parásitos ni trastornos de la sangre ni alergias en estos pacientes.
La enfermedad es rara. Afecta a hombres en la tercera y cuarta década de su vida.
Los corticoides son la primera línea de tratamiento. Cuando los casos son más severos, se pueden utilizar medicamentos como imatinib.
8. Insuficiencia suprarrenal
La insuficiencia suprarrenal ocurre cuando las glándulas suprarrenales no producen suficientes hormonas, especialmente cortisol. Algunos pacientes con la enfermedad tienen eosinófilos elevados por culpa del desbalance hormonal.
Los síntomas más comunes son los siguientes:
- Fatiga.
- Falta de apetito.
- Pérdida de peso.
- Dolor abdominal.
- Debilidad muscular.
El tratamiento necesita la prescripción de reemplazos hormonales. Los pacientes tienen que recibir glucocorticoides para compensar la deficiencia de cortisol.
9. Exposición a tóxicos externos
La exposición a tóxicos puede provocar eosinofilia como parte de la respuesta de defensa del organismo. Podrá suceder frente a productos químicos industriales, pesticidas y metales pesados.
El tratamiento se centra en eliminar la fuente de exposición y tratar los síntomas asociados. En muchos casos, esto implica la desintoxicación del paciente y el uso de corticoides para reducir la inflamación.
Causas de los eosinófilos bajos o eosinopenia
Es mucho más raro encontrar eosinófilos bajos que altos. A veces, la situación es solo resultado de una redistribución de los glóbulos blancos, pero también puede indicar una enfermedad severa.
1. Infecciones agudas
Durante ciertas infecciones, el cuerpo moviliza otros tipos de glóbulos blancos, distintos a los eosinófilos, para combatir la bacteria o el virus que ingresó al cuerpo. Es así que estos tienden a disminuir su concentración para dar paso a linfocitos y neutrófilos, sobre todo, en las sepsis.
El tratamiento correcto de la infección solucionará eventualmente el problema. Al cabo de unos días, los valores se normalizarán.
2. Medicamentos
Además de los antibióticos y los corticoides, hay otros fármacos capaces de reducir el conteo de eosinófilos. Entre ellos, el captopril, un antihipertensivo, y la fenitonía, un anticonvulsivo.
La reacción se considera un efecto secundario y adverso. Si es notorio y persistente en el tiempo, entonces el médico podrá cambiar el medicamento prescrito o ajustar la dosis.
3. Estrés
Cuando una persona experimenta estrés escesivo, su hipotálamo genera factor liberador de corticotropina, que estimula la producción de adrenocorticotropina en la hipófisis. Luego, esta última induce a las glándulas suprarrenales a liberar glucocorticoides, que reducen la actividad de los eosinófilos.
En casos de estrés crónico, la consulta con un profesional en salud mental puede ser beneficiosa. También se pueden implementar técnicas de relajación, como la meditación. Todo lo que contribuya a bajar el cortisol, redundará en normalización de los niveles de eosinófilos.
4. Síndrome de Cushing
El síndrome de Cushing se caracteriza por un exceso crónico de cortisol en el organismo. Por lo tanto, se sufren efectos similares a los del estrés.
Para abordarlo, es fundamental tratar la causa subyacente del exceso de cortisol. A veces, se necesitan intervenciones quirúrgicas para extirpar tumores en la hipófisis o en las glándulas suprarrenales.
5. Síndrome mielodisplásico
Este síndrome se caracteriza por una producción ineficaz de células sanguíneas anormales. La médula ósea está llena de las células, pero son inmaduras y no funcionales, lo que resulta en una reducción en la cantidad de eosinófilos que salen a la sangre.
El tratamiento del síndrome mielodisplásico se centra en mejorar la función de producción de glóbulos blancos. Las opciones terapéuticas incluyen azacitidina y decitabina. En casos seleccionados, especialmente en pacientes más jóvenes, aparece como alternativa el trasplante de células madre.
6. VIH/SIDA
La infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) puede causar eosinopenia, debido a que sucede una destrucción progresiva de todos los glóbulos blancos. Además, cuando se comienzan a usar medicamentos antirretrovirales, sus efectos adversos pueden contribuir al mismo efecto.
De todas maneras, es la terapia antirretroviral la indicada. Los fármacos seleccionados en las guías clínicas para el sida permiten que el sistema inmunitario se recupere, lo que puede llevar a una normalización de los recuentos de glóbulos blancos.
7. Desnutrición
En estados de desnutrición crónica o severa, el cuerpo experimenta estrés metabólico. Ello conlleva disminución en la producción de eosinófilos en la médula ósea.
El abordaje implica un plan de alimentación adecuado, que incluya una ingesta equilibrada de macronutrientes y micronutrientes. Los casos severos pueden requerir internación, alimentación endovenosa, suplementos nutricionales o fórmulas de aumento de peso.
¿Cómo puedes mantener normales tus niveles de eosinófilos?
Si tienes tendencia a que tus eosinófilos suban demasiado porque eres alérgico o, al contrario, tienes infecciones a repetición y estas células se reducen bruscamente, tendrías que implementar algunos hábitos para prevenir tanto la eosinofilia como la eosinopenia. Los principales consejos son los siguientes:
- Lleva una alimentación equilibrada. Intenta seguir una dieta rica en frutas, verduras, proteínas magras y granos enteros.
- Evita las sustancias que te causan alergia. Identifica si es el polen, los ácaros, las picaduras de insectos o un ingrediente y reduce tu exposición a él.
- Gestiona tu estrés. Intenta con técnicas como la meditación, el yoga o la respiración profunda. También puedes recurrir a profesionales de la salud mental.
- Mantén tu casa limpia y libre de polvo. Sostén la higiene del hogar e intensifícala en épocas de mayor circulación de virus y alérgenos, como primavera e invierno.
- Cumple con los tratamientos indicados. Los antibióticos recetados y los antiparasitarios deben tomarse por el tiempo estipulado por el médico, en los horarios adecuados y solo en las cantidades prescritas.
Si tu médico detectó que tienes algún problema para regular tu sistema inmune, podría sugerirte un tratamiento de microinmunoterapia. Se trata de moléculas que se toman o inyectan como fármacos, a bajas dosis, para mantener los eosinófilos y otras células del sistema inmunitario en niveles normales. Pero no es un abordaje para cualquiera y solo se reserva para casos severos.
Los eosinófilos son importantes
A menudo son subestimados, en comparación con otros glóbulos blancos, pero los eosinófilos cumplen funciones esenciales en el cuerpo. Su cantidad puede variar en respuesta a diferentes condiciones de salud, lo que los convierte en un indicador importante del estado de las defensas.
Tanto la eosinofilia como la eosinopenia pueden ser señales de alerta sobre la presencia de trastornos subyacentes. Se trata de alteraciones relacionadas con diversas enfermedades, desde alergias y asma hasta infecciones y algunos cánceres.
Por lo tanto, haz un seguimiento médico adecuado si te detectan eosinófilos altos o bajos y acata las indicaciones de los profesionales. En la mayoría de las ocasiones, cumplir con el tratamiento es suficiente para devolver los valores a la normalidad.
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